Las ocasiones las pintan calvas y la NBA cambia mucho en apenas doce meses, mira dónde estaban los Boston Celtics hace un año y dónde están ahora. O el caso contrario: los Philadelphia 76ers. La sensación puede ser, y de hecho es, de que el futuro es verde y que más ocasiones como esta llegarán pero las ventanas de campeonato son de movimientos tan errantes y poco previsibles como el de las escaleras de Hogwarts. Todos los equipos están a una lesión, una disputa interna o a dos traspasos de un rival directo de no volver a catar las mieles de los Playoffs en la próxima década.
Por ejemplo, todos disfrutamos durante el pasado otoño e invierno de la muerte anunciada del vestuario de los Brooklyn Nets. Del comportamiento siempre egoísta e infantil de un Kyrie Irving que ha dinamitado la voluntad de cuantos entrenadores y compañeros ha tenido. Hasta nos echamos unas risas cuando se filtraron los deseos de varios jugadores de los Nets de salir corriendo del Barclays Center Arena. Pero no nos olvidemos de una cosa, de lo jodidamente bueno que es el puto Kevin Durant. Con que él llegue a un nivel aceptable y no se arranque la cabeza mutuamente con su base nada te permite pensar que no van a dominar el Este mientras duren sus primes. Y lo mismo se puede decir de unos Milwaukee Bucks que están a una contratación de un entrenador que no tenga miedo a hacer ajustes una vez llega el mes de abril de imponer una tiranía como la que LeBron James estableció durante los quince años que estuvo jugando al este del Mississippi.
“The Nets have Kevin Durant recovering from an Achilles injury, Kyrie Irving recovering from a shoulder injury, and 15 other players recovering from spending a year with Kyrie Irving.”
– Via @johnhollinger on the Nets, Kyrie, and KD. 👀 pic.twitter.com/y5CS7Fd2fC
— Hoop Central (@TheHoopCentral) October 22, 2020
Las ventanas son cortas y caprichosas, por eso no basta con lamerse las heridas y esperar que el año que viene la cosas vayan mejor; porque si algo hemos aprendido este 2020 es que eso nunca ocurre, así que lo que toca es prepararse y esperar lo peor.
El dinero, siempre el maldito dinero
Aunque el hecho de que Enes Kanter saliéndose de su contrato haya rebajado algo la presión salarial de los Boston Celtics, estos aún se pasan unos 8 millones del límite salarial proyectado para la próxima temporada.. lo que supondría una multa en torno a los 20 millones de dólares para los bolsillos de los muy ricos propietarios de la franquicia. Y, aunque estos siempre se han mostrado favorables a gastar dinero – o dejar de ganar una cantidad significativa del buen montón que hacen cada año al frente de la franquicia, mejor dicho – en aras de tener un equipo competitivo, la realidad es que la capacidad de movimiento de los Orgullosos Verdes está francamente limitada.
Ahora mismo en la plantilla hay tres jugadores cobrando el máximo salarial posible para ellos, o cifras muy cercanas al mismo: Kemba Walker ($34,379,100), Gordon Hayward ($34,187,085) y Jaylen Brown ($23,883,928), un trío al que se ha de unir más temprano que tarde la estrella del equipo, Jasyon Tatum. Si a esto le sumamos el contrato de Marcus Smart ($12,946,428) lo que nos queda es un montante que apenas permite mínimos de veterano y sueldos de acorde a la escalar salarial de los rookies.
Los veranos en los que se podía soñar con grandes agentes libres han quedado atrás en el tiempo y lo más lógico es pensar que pasarán muchas temporadas antes de que volvamos a sumergirnos en esa vorágine.
Gordon Hayward en el ojo del huracán
Cuando Danny Ainge consiguió convencer al alero de Indiana para abandonar la que había sido su única franquicia en la NBA, los Utah Jazz, para mudarse a Massachussetts, su firma parecía la guinda de un pastel que ya contaba con Kyrie Irving, Al Horford, un buen núcleo de jugadores jóvenes y cerca de doscientos sesenta millones de rondas para las próximos ciento trece drafts.
Por desgracia, sus continuos problemas físicos solo han permitido ver una versión cercana al mejor jugador que puede ser durante esta última temporada, en la que ha promediado 17.5 puntos, 6.7 rebotes y 4.1 asistencias, pero en la que volvió a caer en la enfermería cuando más se le necesitaba.
El jugador podría salirse esta temporada de su contrato buscando quizás uno más largo que le permita asegurarse una buena bolsa de dinero y varios años más en la NBA jugando bajo sus condiciones, pero dado su historial y la incertidumbre que hay en la liga – y en el mundo – a día de hoy, esto parece muy poco probable.
Todo parece indicar que el jugador haga oficial su voluntad de seguir en Boston durante lo que resta de temporada, cobrando sus 34 millones de dólares, con la esperanza de que su físico le permita hacer una temporada a gran nivel y asaltar el año que viene su última buena agencia libre – el jugador terminará su contrato con 31 años.
La posición de la franquicia está lejos de ser la más cómoda posible en este caso: atada de pies y manos en materia salarial, prescindir de un jugador que no solo ocupa cerca de un tercio del espacio disponible, sino que juega en la misma posición que los dos nombres marcados a guiar el destino del equipo durante la próxima década sería la mejor salida posible. Por desgracia, además de estar la pelota literalmente en el tejado del jugador, aunque este optase por abandonar su contrato, sus manos seguirían atadas ante la ya citada renovación de Jayson Tatum.
En este caso, los compañeros de Danny Ainge y Mike Zarren solo tienen dos vías posibles, rezar o traspasar. Obviamente, la última posibilidad es la que más ríos de tinta está haciendo correr, principalmente generando rumores de un posible traspaso que lleve de vuelta a Gordon a su estado natal, Indiana, a cambio de una combinación de jugadores que casi siempre incluye a Myles Turner, en ocasiones a Victor Oladipo y casi nunca a Domantas Sabonis.
Como el que más suena es el que más lejos quiero ver de la franquicia, el que más me gusta es el teóricamente peor de los tres, y el mejor presenta casi los mismos problemas que el jugador que se va, no voy a entrar a discutir la conveniencia o no de dicho movimiento. Lo que sí voy a hacer es dejar un enlace a nuestro último podcast, donde mis compañeros sí que lo comentaron en profundidad.
En su lugar, lo único que voy a hacer es presentar la posibilidad de un traspaso que me sorprende que apenas se esté comentando; no porque crea que haya demasiadas opciones de que ocurra, sino porque tiene una de esas narrativas perfectas para esta época de la temporada: Bradley Beal.
Los Washington Wizards son un auténtico desastre de organización cuyo único mérito es no ser peores que los New York Knicks o los Sacramento Kings, gracias a haber acertado un par de veces en el draft, cuando eligieron a John Wall y Bradley Beal. Por desgracia para ellos, ambos jugadores nunca han acabado de entenderse demasiado bien ni dentro ni fuera de la pista. A ello hay que sumar el hecho de que el base lleva prácticamente dos cursos arrastrando problemas de lesiones, por lo que el nivel que pueda mostrar a su vuelta es una total incógnita.
En este contexto, mantener en el equipo dos contratos de esta envergadura ($41,254,920 para Wall y $28,751,774 para Beal, ambos firmados hasta 2023) cuando tienes tantas opciones no ya de ganar un campeonato, sino de hacer una larga post-temporada, como de que Elon Musk vea funcionar su hyperloop, no tiene demasiado sentido.
Quizás no hoy, tampoco mañana, pero puede que llegue un día en el que en la capital decidan derrumbar el edificio y comenzar una reconstrucción traspasando a sus dos mejores jugadores. Boston está lejos de tener el arsenal de picks con el que ha contado las últimas temporadas pero sí puede ofrecer un jugador que les dejará los libros limpios en apenas 9 meses, varios jóvenes con cierta proyección y, por supuesto, primeras rondas a tutuiplén.
Para los Boston Celtics, más allá de que estarían sumando una tercera estrella al equipo y que Bradley Beal lleva años poniendo sobre la mesa mejores números que Gordon Hayward, estarían matando dos pájaros de un tiro con su contratación: no solo te conviertes en aspirante a todo sino que consigues traer al mejor amigo de tu buque insigna.
Esclavos de Jayson Tatum
Porque ese ha de ser el primer pensamiento en la cabeza de Danny Ainge y su equipo a la hora de plantearse cualquier movimiento: cómo afectará esto a Jayson Tatum. El primer paso a la hora de montar un equipo campeón, por muy raro que suene, es el más fácil: conseguir una estrella. Ya sea mediante draft, traspaso o agencia libre, raro es el equipo que en una década no consigue tener a un jugador de entre los diez mejores de la NBA. ¿Por qué algunos ganan cosas y otros no? Porque lo realmente jodido es rodearle bien y ponerle en una posición favorable.
Los Boston Celtics dieron ese primer paso cuando hicieron el «mira esta bolita» a los 76ers hace ya tres años, pero su cuenta atrás comenzó esta temporada. A lo largo de la misma, Jayson Tatum se ha establecido como un All-star y, dependiendo del criterio de quien lo afirme, entre los 10/15 mejores jugadores de la NBA. Esto, señores, es una putada, porque si en los próximos 4 años no consigues que el jugador crea que puede ganar aquí, lo más normal es que acabe yéndose a donde él suponga que lo puede hacer.
O a Hollywood.
La broma de la defensa interior ya ha durado bastante
No vamos a volver a repetir que desde el traspaso de Kendrick Perkins, la defensa interior de los Boston Celtics blah, blah, blah, más que nada porque no ha sido así. Brad Stevens es un entrenador que brilla especialmente a la hora de elaborar esquemas defensivos aunque lo más alto que tenga en su franquicia sea el ego de su base titular; y este año ha servido para dejar clara una cosa: los Boston Celtics pueden ganar con Daniel Theis.
Le hemos dado mucha caña a Brad Stevens durante las últimas semanas de Playoffs pero el señor se las apañó para perder a dos de los mejores defensores interiores de la #NBA en una semana y aun así armar una defensa top-5 durante toda la temporada
— Javier R. Rodríguez (@CafeDeRick) October 14, 2020
El problema es que una cosa es ganar partidos y otra campeonatos, y cuando la mitad de los principales candidatos al título tienen una fuerza de la naturaleza en posiciones interiores, lo ideal no es presentarse con un correcto jugador europeo con tres operaciones de rodilla en los últimos dos años.
Daniel Theis es un grandísimo (ojalá en sentido literal) jugador de baloncesto y quizás el mejor descubrimiento de Danny Ainge en los diecisiete años que lleva en el cargo de General Manager de los Boston Celtics, pero lo ideal para el equipo es que su rol fuese de secundario de lujo en lugar de su mejor interior.
Hasta que la ciencia no consiga aunar lo mejor de dos jugadores en uno solo, o bien Robert Williams aprenda a jugar a este deporte o Grant Williams a saltar, Brad Stevens tendrá un equipo tremendamente descompensado en su balance perímetro-pintura.
Más allá de las ya citadas informaciones sobre Myles Turner, solo puedo aportar el dato de que Aron Baynes es agente libre.
Banquillo necesitado de experiencia y puntos
En nuestro análisis final de temporada dijimos que no otro sino Danny Ainge ha sido la decepción de la temporada. No es que le queramos quemar en una hoguera (¿los mormones hacen esto o solo lo hacen con los preservativos?) pero en una temporada por lo demás excelente de la franquicia, falló a la hora de dar una plantilla equilibrada a su entrenador.
No solo en el ya comentado aspecto del juego sino también en el del talento. Es tan fácil de argumentar tanto que Boston contaba con la mejor unidad de seis jugadores del campeonato como de defender que tenía el peor banquillo.
A pesar del salto dado por Brad Wannamaker en la post-temporada, especialmente en lo que a eficiencia se refiere – 12 de 27 en triples (44.4 %) y 62.6 % de true shooting – el equipo era una banda en ataque cada vez que él estaba en pista; anotando apenas 104.2 puntos por cada 100 posesiones durante sus 273 minutos en Playoffs.
Y él era el jugador con más experiencia saliendo desde el banco… junto a Enes Kanter. Boston necesita mejorar su banquillo si no quiere repetir palizas en los segundos y terceros cuartos que acaben costando partidos como las propinadas por las segundas unidades de Toronto Raptors y Miami Heat.
Por el momento, apenas han salido informaciones en este sentido más allá de los comentarios de Ainge asegurando que habrá jaleo este verano y los siempre bienvenidos rumores que hablan de una posible vuelta de un recién operado y aparentemente recuperado Isaiah Thomas.