Los Boston Celtics fueron candidatos al anillo durante cinco minutos. Los cinco minutos que pasaron desde el arranque de la temporada 2017/18 hasta ese alley-oop entre Kyrie Irving y Gordon Hayward que acabó en una horrible lesión del segundo. Cinco años realizando una reconstrucción de manera impecable te otorgaron una ventana al anillo que dura tanto como Deltoya.
Las cosas podrían haber ido de manera distinta si Gordon Hayward no hubiera tenido que operarse una vez más en mayo del año pasado, lo que retrasó su recuperación hasta agosto y le hizo comenzar esta temporada sin la preparación física adecuada para afrontarla. O quizás todo habría transcurrido de la misma manera: Kyrie Irving se habría comportado como el niño malcriado que es mientras los jóvenes despreciaban la temporada regular como nunca lo hizo ningún jugador de los que han ganado más finales de las que han perdido.
En cualquier caso, poco sentido tiene lamentarse por lo ocurrido. Sí, los Boston Celtics han tenido mala suerte pero ni son el primer equipo en tenerla ni es siquiera la primera vez que les pasa a ellos – la última vez, la lesión de Kevin Garnett en 2009. Sí, sobre el papel puede parecer injusto que el buen trabajo se vea recompensado con ver la espalda de tus dos mejores jugadores saliendo por la puerta mientras oficinas dirigidas por personas con más botox que materia gris ven la cara de dos estrellas entrando.
Pero eh, señores: esto es deporte, y el deporte es en ocasiones injusto. Si siempre ganasen los mejores o quien hace las cosas de la manera «correcta«, esto no lo seguiría nadie. Los aficionados al deporte, como los aficionados a las telenovelas, seguimos esto para ver quién gana. Quién es el mejor lo sabemos antes de empezar el partido, lo que no conocemos es quién va a salir victorioso.
Otra cosa que no tiene sentido es rasgarse las vestiduras.
Si todo sigue el orden natural de las cosas, que ya hemos visto que no suele suceder, los Boston Celtics no van a aspirar al anillo en el próximo lustro. Y es fácil que cuando lo hagan, ninguno de los actuales jugadores de la plantilla sigan en el equipo – desde el establecimiento de la lotería del draft, solo tres picks #1 del NBA Draft han ganado un título sin haber salido del equipo que los eligió.
A reminder that in the lottery era only three #1 picks have won a title without first leaving the team that drafted them.
Once the AD trade is finalized, only five active #1 picks will have never left the team that picked them (six if you count Zion). https://t.co/BKL2ghovI1
— Ryan Bernardoni (@dangercart) 16 de junio de 2019
Esto no quiere decir que los Boston Celtics deban apretar el botón az5 y volarlo todo por los aires. Esto no es 2013, con dos estrellas con su prime muchos años a sus espaldas. Ahora mismo, la opción más sensata para Danny Ainge es reconstruir en torno a los Jays, dos jugadores que aún están a varias temporadas de alcanzar su techo, con la esperanza de que el día que lo hagan sean lo suficientemente buenos como para liderar al equipo al título o tener el suficiente valor como para conseguir a cambio de ellos a ese jugador que pueda hacerlo.
Dos maneras de entender el estrellato
Por último, una cosa que Danny Ainge y Mike Zarren seguramente han aprendido a lo largo de estos años y que deberían tener en cuenta a la hora de formar el siguiente proyecto es que las apariencias raramente engañan.Y si un jugador durante nueve temporadas ha sido un ejemplo de profesionalidad y saber estar, seguramente sea un profesional como la copa de un pino. Y que si un jugador durante seis años se ha comportado y parece un idiota, seguramente sea un idiota.
La firma de Al Horford fue ampliamente criticada por el aficionado o seguidor más casual, que no entendía cómo se podía dar una morterada de millones a un jugador que no promediaba grandes números ni dejaba seis highlights por partido en diciembre. Luego llegaba la primavera y el dominicano era sistemáticamente el ancla defensiva del equipo y el que regulaba el tráfico en ataque. Su salida, pese a dolorosa no puede tener más sentido ni llevarse de la mejor manera: la franquicia sabe desde hace días que le han ofrecido un último gran contrato y opciones al anillo que Boston, con un nuevo proyecto basado en jugadores una década más jóvenes no puede darle.
Por su parte, salvo tres tarados, todo el universo NBA aplaudió el traspaso entre Kyrie Irving e Isaiah Thomas. No me entiendan mal, no estoy aquí para colgarme ninguna medalla por decir que no podías traspasar a un jugador como el enano por un idiota como Irving, ese traspaso fue una ocasión histórica de conseguir un talento generacional a cambio de lo que luego se demostró que fue un precio ridículo.
El problema es que tras las jugadas espectaculares y los tiros imposibles, Kyrie Irving siempre ha escondido un pequeño niño con el síndrome del emperador. Mientras Al Horford se va dejando claras sus intenciones a la franquicia desde hace días, con el respeto de aficionados y compañeros gracias un legado que en otros equipos le servirían para colgar su número del techo – en Boston ni de cerca, el base saldrá de los Celtics rodeado por la estupefacción de una directiva con la que lleva jugando un mes, del alivio de sus compañeros y el desprecio de unos aficionados que hace tiempo que están hartos de él y todo lo que le rodea.
Ahora lo que toca es empezar. A empezar deltoya.