Vaya semanita. Vaya gira por el Oeste. Vaya franquicia de desgraciados que me hacen perder minutos de vida cada vez que abro la aplicación de la NBA. Se viene un artículo sobre los Boston Celtics escrito desde el más oscuro rincón de mi alma. Redactado con una pluma manchada de rencor y odio.


 

Siempre he sido muy optimista con este equipo. Siempre he sido el primero en pedir paciencia y tiempo, pero últimamente, esa versión de mi persona se está enfrentando a un ser rencoroso y malvado, apartado de la senda de luz de Brad Stevens.

Esa parte de mi, me dice que este grupo de jugadores ha tocado fondo, sin retorno posible. Me dice que ya no hay soluciones mágicas, ni tiempo que darles para encontrar el camino correcto. Da igual que Jaylen Brown se haya perdido la mayoría de la temporada. Da igual que hayan tenido ciertos brotes verdes de esperanza. Da igual que diciembre sea un mes horrible, con muchos partidos fuera de casa y contra los mejores equipos de la liga. Da igual. Estoy harto.

Me cansé de escuchar siempre las mismas excusas. No puedo leer ni una vez más el mismo comentario genérico sobre la falta de intensidad y la necesidad de encontrar esa motivación para jugar cada noche al 100%. No puedo esperar a que este grupo compre el mensaje de un entrenador que ellos pidieron expresamente. No puedo.

Es cierto que es el primer año de Brad Stevens como director de operaciones, que el barco que le vendieron tenía muchos agujeros, y que ha contratado a un entrenador novato. También es cierto que el margen de maniobra era muy pequeño, y que no se puede hacer todo en un verano. Pero hay algo que huele mal en este equipo desde la burbuja de Orlando, y no hemos querido verlo.

La inconsistencia, los mismos problemas sin corregir durante años, el runrún sobre el mal ambiente siempre acechando desde las sombras… Hay algo que no encaja en este grupo, y si bien lo fácil es echar la culpa al cuerpo técnico, creo que hay que ir un poco más allá. No sé cuál será el problema, es imposible saberlo sin estar ahí dentro, pero claramente pasa algo.

Me resulta incompresible ver el poco calado que tienen los mensaje de Udoka en un grupo de jugadores que lo eligieron como su guía. Que pidieron a un entrenador duro, que dijese las cosas sin medias tintas y que les exigiera el máximo sin miedo a hacer sentir mal a alguien.

Ayer, contra los Suns, durante el parcial de los locales que remató el partido (segundo y tercer cuarto), diría sin miedo a equivocarme que el entrenador no pidió ningún tiempo muerto (los hubo, pero pedidos por los Suns). Su cara era la de un tipo resignado, sin ganas de abroncar a nadie. Puede que fuese una técnica pasivo-agresiva para que los jugadores se diesen cuenta por ellos mismos de lo que estaban haciendo mal, o puede que simplemente Udoka esté mostrando que no merece la pena pedir tiempos muertos, ya que sus jugadores no responden a los mismos.

El Álvaro más optimista vendría a decir que es normal tener un mal partido al final de una gira por el Oeste, que los jugadores están cansados y con ganas de volver a casa. Y tendría parte de razón, pero hemos visto, y escuchado, demasiadas veces esta excusa. ¿Qué les pasaba en los dos partidos en L.A.?, ¿también echaban de menos el frío de Boston?

Ya está bien. No quería sobrereaccionar al mes de diciembre porque sabía que iba a ser duro, pero sí que tenía claro que el equipo iba a mostrar su verdadera cara. Esta es. La de un equipo sin ideas, sin identidad, que no juega a nada y que depende de tener un buen día tirando triples, porque no hay nada más a lo que agarrarse.

La excusa del año pasado tampoco me sirve, porque si bien no estamos ante un contender, el equipo tiene mucho más talento. Pero sigue siendo un equipo perdido, que no juega a lo que mejor sabe: defender. Me parece, de nuevo, incomprensible que, de un día para otro, se pase de ser la mejor defensa de la NBA a recibir 120 puntos como si jugasen una pachanga en el All-Star. No me cabe en la cabeza que estos jugadores sean tan ingenuos como para pensar que pueden dejar de hacer lo único que les ha llevado a ganar partidos. No me puedo creer que sean tan frágiles como para bajar los brazos en defensa cuando las cosas no salen en ataque.

Tampoco entiendo cómo se puede jugar un baloncesto tan horrendo en ofensiva. Y si bien me creo que Udoka no ha hecho mucho énfasis en ese apartado (a ver, es evidente visto lo visto), me cuesta creer que un equipo NBA, con todo el talento y recursos que tiene en todos los estamentos de su organización, dé tanta vergüenza ajena intentando atacar la canasta contraria. Más habiéndolos visto jugar bien, porque saben jugar bien.

Entiendo que en los siguientes partidos veremos cambios. No soy fan del doble pívot, creo que los Celtics deberían de pasar página e intentar cosas nuevas (el propio Zach Lowe habla sobre darle la oportunidad a Grant Williams). Tampoco soy fan de Schröder como titular, pese a que sus puntos son necesarios. El alemán tiene un papel demasiado protagonista, y creo que su estilo de juego no ayuda a mejorar el rendimiento del equipo. Prefiero que haga eso mismo de suplente, y que los titulares intenten jugar un baloncesto más colectivo, algo que con Schröder como base, no está pasando.

Tampoco me quiero engañar. Por muchas vueltas que le demos a los quintetos y a las rotaciones, los problemas de este equipo son mentales, y eso es algo que la táctica no puede solucionar.


 

Los Celtics me confunden. Los Celtics se confunden a sí mismos. No saben quiénes son, no saben a dónde van, no saben de dónde vienen.

Este grupo tiene problemas endémicos, que se repiten cada semana y que son incapaces de corregir. Eso es lo que más me preocupa. Porque puedes tener un mal día, es normal, no pasa nada. Pero este equipo nos ha acostumbrado a mostrar signo de mejora un día, volver a lo de siempre al siguiente, poner una excusa, hacer una promesa y vuelta a empezar. Así durante años.

No sé qué pasará en las siguientes semanas, creo que ya no me importa. Por mucho que un par de victorias sueltas calme las ansias de quemarlo todo, en el fondo sé que los Celtics necesitan un buen meneo, que este equipo no da para más. La solución no es echar a Ime Udoka, y no creo que Stevens lo haga. Brad sabe perfectamente cuáles son los problemas que tiene este equipo, y que no dependen del entrenador de turno que se siente en el banquillo.

Siento el pesimismo, más cuando mis artículos suelen tener algo más que pura bilis, pero ha sido una semana muy dura para ser aficionado de los Celtics. Diría que las cosas no pueden ir a peor, como consuelo, pero este equipo no deja de sorprenderme nunca, para mal.