Los Boston Celtics llevan jugados 17 partidos de temporada regular y como bien indica el número en las quinielas  los de Brad Stevens parecen haber caído en la «desgracia». La pregunta que todos nos hacemos es si esto es pasajero, simplemente un período adaptativo o una realidad que no queremos ver.

Uno más uno, no siempre es dos

Tras la partida de LeBron James a “Lalaland” todos los focos cayeron en el último finalista de la conferencia. No es para menos, después de un año en que rompieron con todos los pronósticos tras las lesiones de Kyrie Irving, Gordon Hayward y Daniel Theis disputaron mano a mano el reinado de conferencia a los CAVS.

La vuelta de Gordon Hayward tras su fractura de tobillo y la de Kyrie Irving deberían potenciar a un núcleo joven que ya había mostrado su valía, pero como digo siempre, esto no es “soplar y hacer botellas”.

Hay que recordar que ambos jugadores All Star solo disputaron tres partidos de pretemporada antes de este año; las cuestiones de química y sistema de juegos tuvieron que descansar por 12 meses previo a que, el ex Cavaliers y el ex Utah Jazz, pudieran empezar a trabajar en el juego en conjunto.

Compartir cancha no lleva inmediatamente a que de la noche a la mañana la conexión surja como una paloma dentro del sombrero de un mago, sobre todo si a uno de ellos se le quebró un tobillo y lo operaron, no una, sino dos veces.

 

 

Hayward tenía planificado empezar a jugar cinco vs cinco en el mismo mes que fue intervenido por segunda vez debido a la irritación que le generaban los clavos de la operación primigenia. Esto retrasó los planes originales y dejó al ex Butler completamente fuera de timing. Sus primeros entrenamientos sin restricciones fueron en septiembre, cuando originalmente tendrían que haber sido en mayo. Cualquier comparativa con Paul George y su lesión se cae inmediatamente con lo indicado anteriormente.

Por otro lado, Kyrie Irving también pasó por el “cuchillo” teniendo que estar bajo tratamiento de antibióticos y sin actividad hasta bien entrado el verano septentrional. Más allá de que el base parece completamente recuperado, le llevó varios partidos y un corte de pelo ponerse al mismo nivel que años anteriores (aunque más errático; también hay que decirlo).

No estoy poniendo excusas, son realidades. Ningún jugador tiene química inmediata y rinde al 100% con otro, sobre todo si no se pudo preparar como tenía planificado hacerlo y sumarle a eso la dinámica de juego del año anterior con roles completamente nuevos.

Los benditos roles y la línea de juego

En un juego de conjunto como el básquet, las dinámicas y los roles definidos toman mucha importancia a la hora de llegar a resultados positivos. Juntar individualidades muchas veces no es sinónimo de victoria, y de esta manera, hemos visto a equipos talentosos pero con ideas claras y roles definidos, vencerlos en reiteradas oportunidades.

El año pasado tendría que haber sucedido lo que estamos viendo éste: ¿cómo encajan Irving y Hayward?¿ a qué van a jugar?¿cómo lidian los Celtics con la sobrepoblación de aleros?¿ con la rotación interior corta?

Si esas dudas ya estaban instaladas el curso anterior, este año se han complicado más porque las lesiones pasadas le simplificaron a los jugadores encontrar la línea de juego. Veamos:

  • Tras la baja de Hayward, Jaylen Brown y Jayson Tatum tuvieron que tomar un rol protagónico al que no estaban llamados a ser (no en ese momento).
  • El equipo abrazó el esfuerzo y la defensa como su bandera como una especie de “vamos a dejar todo en estas horas difíciles” y eso definió su línea de juego.
  • La ofensiva de los Boston Celtics recayó en una primera instancia en un “Kyrie sistema” con los “Jays” trabajando off ball y Horford completándose en el juego dos vs dos con el base.
  • El banquillo complementaba esta estrategia de mucha defensa y aclarados… tras aclarados… tras aclarados (hello Mook).
  • Tras la lesión de Kyrie, los roles se volvieron a trastocar y todos aquellos que habían dado un paso al frente tuvieron que volver a hacerlo: Jayson Tatum pasó de jugar off ball a ser el arma principal del ataque y Jaylen Brown su complemento sin pelota. Terry Rozier pasó de Terry a “Scary” Terry y Marcus Morris… siguió con sus mandarinas habituales, pero con mayor peso en la ofensiva.
  • La línea de juego no se modificó: la defensa era la bandera y nunca se abandonó COMO IDEA.

¿Y ahora?…

¿Qué hemos visto hasta el momento de los Boston Celtics?

La expectativas de crecimiento que hay de Tatum y Brown van de la mano de una imagen final que se choca contra un rol que no acompaña ese crecimiento…traduciendo: Brown y Tatum NO TIENEN EL ROL del año pasado, por lo que esperar que jueguen más y mejor de lo que vimos en playoffs no va a ocurrir, por lo menos NO EN ESE ROL.

A la dificultad de tener que descubrir cómo jugar juntos, Irving y Hayward deben lidiar con que el segundo no está en las condiciones que tendría que estar y eso complica más saber hasta dónde puede aportar y cuánto puede dar en ambos costados de la cancha para los Boston Celtics.

La línea de juego no está definida; los Celtics de este año no han abrazado una idea como lo describimos antes. Los equipos de Stevens siempre han encontrado una línea: defensa y movimiento de balón (2015), anotación y versatilidad (2016), defensa y aclarado (2017)… siempre hallaron una línea y este equipo no parece saber cuál, por lo menos por ahora.

En esto voy a coincidir con mi compañero Álvaro Méndez, los Boston Celtics atacan mejor que el año pasado. El movimiento de pelota con la introducción de Hayward es más alto y los desplazamientos de los jugadores por el campo rival es mayor que hace unos meses. El problema radica en que la pelota no está entrando (los gráficos que expuso el abogado del despacho así lo muestran) dando una cabal imagen de que la parte más difícil (liberar a un jugador para que tome un tiro abierto) se hace.

 

 

La defensa sufre con la alineación baja, algo que habíamos anticipado. La carencia de rebote defensivo en esos pasajes merma los números y dan oportunidades extras a los rivales.

Las ayudas secundarias están llegando tarde y eso complica mucho la contención, sobre todo de perimetrales yendo hacia el aro. La “tercera ayuda”, que vendría a ser el hombre que hace eje de cancha, tiene que salir al paso luego del pick and roll central y está llegando tarde.

En algunas oportunidades se abusa del cambio de marca (esto ya lo vivimos el año pasado) facilitándole a los jugadores del backcourt rival tomar ventajas de miss match de velocidad o de altura.

Al no meter los tiros abiertos, los jugadores entran en una “espiral depresiva de tiro” y dejan de mover el balón para dirigirse inmediatamente a su zona de confort (media distancia y aclarados) cuestiones que aumentan la ineficiencia y lleva a que los Boston Celtics a caer en el desgano en ambos costados de la cancha.

La frustración ofensiva decanta en la parsimonia defensiva y esto en que no se corra la cancha:

Los Boston Celtics no atacan el aro (28º en la liga con 26.4 intentos), por lo que cumplen con la mitad de la sentencia que dice que el básquet moderno es intentar triples y puntos debajo del canasto. Lo más preocupante, es que cuando lo atacan lo hacen de manera ineficiente (59% lo que lo coloca mitad de tabla para abajo) y ello lleva al último gran problema… NO SE TIRAN TIROS LIBRES (29º en la liga con 19 por juego) por lo tanto, no hay puntos fáciles.

Resumiendo: los Boston Celtics necesitan encontrar una idea de juego a la que abrazarse. Una vez que logren eso, todo va a ser más sencillo. Tras diciembre sabremos si Brad Stevens sabe qué es lo que le ocurre al equipo y si solo está probando o realmente es un problema que se extenderá en el tiempo.

 

Fuentes: NBA STATS

Videos: Tomasz Kordylewski ,The Buzzer Beater