Un hombre calvo con pinta afable se acerca a un estrado y ante la atención de todo un pabellón dice tu nombre y apellido. Te levantas ante las felicitaciones de todos los que te rodean en una mesa redonda en la que aún se respira una tensión infernal. Sigues intentando hacerte a la idea de qué está pasando. Tu madre, la que ha luchado tanto por ti, te abraza con fuerza antes de que sin saber muy bien porqué, te diriges hacia al escenario, pero antes recoges algo: una gorra (algo hortera por cierto). Miras con atención y observas el logo de los Boston Celtics en la parte frontal. Al fin suspiras de alivio. Jayson Tatum acaba de asimilar que su sueño se ha cumplido.
A diario pasan todo tipo de cosas por las calles de Boston, pero la tranquilidad ha brillado por su ausencia a medida que te acercabas al TD Garden o a Waltham. Desde que saltaron los primeros rumores de traspaso del pick 1 hasta la resolución del Draft 2017, ser aficionado de los Celtics ha sido una montaña rusa. Vamos a traspasar a todo el equipo, estamos pensando en contratar a los Monstars, quizás escojamos a Harry Giles para despistar, etc. Cada nuevo día, un nuevo rumor. Toda especulación alrededor de los planes de Danny Ainge en una noche tan señalada acabaron cuando el ex de la Universidad de Duke se puso su nueva gorra. Jayson Tatum no se mueve.
Habrá críticos (siempre los hay) que vayan a degüello a por el General Manager de los Celtics, pero lo que nadie nunca podrá negar son las dimensiones de sus santos bemoles. Ainge tenía muy claro quién sería su hombre, y ha aprovechado para sacar aún más beneficio. En un futuro próximo nos cansaremos de escuchar frases del tipo: «No me creo que hayamos pasado de Fultz», «Josh Jackson era mucho mejor jugador», «pues Markkanen mete muchos triples». Tatum no tendrá una papeleta sencilla para acallar esas bocas, pero en sus primeros minutos como jugador de los Celtics ya nos ha dejado un gusto dulcísimo.
Las lágrimas de Tatum
Todavía masticando la resolución de un sueño, el alero de los Blue Devils de Duke tuvo que cumplir el protocolo y atender a los medios segundos después de hacerse la foto con Adam Silver. Sin tiempo para asimilar, Tatum apenas podía aguantar las lágrimas ante sus primeras respuestas como jugador de los Celtics.
«Es un sentimiento increíble. Es todo lo que siempre he deseado y más. Estoy intentando no llorar ahora mismo. Estoy muy feliz».
«Ser elegido por los Boston Celtics es un sueño hecho realidad«.
Claro, conciso, y a no ser que estemos ante el nuevo Leonardo DiCaprio, totalmente sincero. Ese rostro visiblemente emocionado ante la realidad de formar parte de la franquicia de Massachusetts seguro que echó para atrás a aquellos que estaban deseando empezar a criticar al nuevo juguete de Ainge y Stevens. Todo podría ser simple fachada de cara a los fans, pero en esta época en la que vivimos no puedes evitar que alguien cotilleé en tus tweets de hace varios años para buscarte las costuras. En este caso, el perfil de Tatum nos hizo aún más grande la sonrisa. El chico siempre ha mostrado cierta predilección por los Celtics.
En casos como éste nos gusta la palabrería, pero el ex de Duke tiene que responder al órdago de Ainge en la cancha. No lo tendrá fácil porque desde el día uno estará bajo la lupa, y por si fuera poco, las comparaciones que ha recibido le ponen varias toneladas sobre los hombros. Vestir la camiseta de los Celtics y oír cómo te relacionan con Paul Pierce pesa, pero lejos de rehuir ante tamaña responsabilidad, el alero ha aceptado sus similitudes. Definitivamente, Jayson Tatum no ha podido empezar con mejor pie su andadura en los Boston Celtics. Los puntos llegarán en pabellones abarrotados, ante rivales de muchísimo nivel y con la presión encima, pero con esta frase podemos afirmar que ya ha inaugurado su estadística de anotación.
«Hay mucha tradición. Hay mucho orgullo. Como debe ser en la mejor franquicia del baloncesto».
AMÉN.
Fuentes: ESPN y celtics.com. Foto: USA Today.