Podríamos entrar en el manido tópico de que ningún soldado puede ganar por sí solo. Lo cierto es que en el 99.9% de las ocasiones esta afirmación sería verdadera, pero cuando el otro 0.1% es bien identificable y está a las puertas de tu casa, todas las convicciones previas se marchan por el sumidero. Los Celtics son ahora mismo la máxima representación del concepto de equipo; un cuadro que ha logrado sobreponerse a cada adversidad (y fueron muchas) y que ante la mayoría de los pronósticos ha llegado a la entrada del palacio real. El Rey LeBron James parece más fuerte que nunca, no obstante, para llegar a él, primero habrá que hacerse cargo de alguno de sus esbirros.
Sabemos de sobra por dolorosa experiencia propia que el ’23’ de los Cavaliers es capaz de sacar su yugo y plantarse una vez más en las Finales de la NBA con un simple chasquido de dedos como cierto titán famoso en estos tiempos. En este caso no hace falta un dichoso guantelete ni recorrer medio universo para encontrar la fuerza necesaria para la destrucción. LeBron siempre ha tenido ese poder en las entrañas, y poco más aparte de entregarse a la religión y rezar por la salvación eterna puede hacerse ante su persistente amenaza.
Ahora bien, no importa la grandeza del desafío que se cierne de nuevo sobre la ciudad de Boston. Todo el que se enfunda la elástica verde de los Celtics cree en las posibilidades del conjunto frente al poder monárquico establecido en la Conferencia Este. Frenar a James será el objetivo principal, y acabar con sus secuaces debe ser el inicio del plan concienzudamente diseñado por la maravillosa mente de Brad Stevens. LeBron está rozando los límites de la inmortalidad deportiva, y osar a cuestionar este ascenso a los cielos pasa por eliminar cualquier atisbo de ayuda. Uno a uno.
El escudero de LeBron
Sospechoso habitual y uno de los pocos jugadores que aún cuenta con la confianza del Rey. Kevin Love fue, es y será un problema para los Celtics. No importa que su temporada haya sido la más floja (lesiones mediante) de la historia reciente para que el ala-pívot de los Cavs vuelva a penalizar a los orgullosos verdes y, en concreto, a un Al Horford que todavía no ha encontrado la fórmula para frenarlo. El ex de los Timberwolves ha supuesto un suplicio para el entramado defensivo formado por Stevens en cada uno de los enfrentamientos entre ambas franquicias en las últimas temporadas. Desde el triple y aprovechando la atención que produce LeBron con la pelota en las manos, Love puede darse un festín de los de antaño. Subestimar al californiano puede ser letal.
Tras una campaña complicada con problemas físicos e incluso mentales, parecía que la figura de Love podría ser casi anecdótica en los Playoffs. No obstante, los últimos partidos de la serie ‘express’ ante los Toronto Raptors han alejado fantasmas y Tyronn Lue ya cuenta con su segunda espada a pleno rendimiento. Todas las miradas buscarán lógicamente a LeBron, pero descuidar a Love puede ser un salto al vacío desde el séptimo piso.
La maldición de las Kardashian
O eso parecía. La vida de Tristan Thompson ha dado un giro de 180 grados desde hace un par de años. De ser un jugador sin apenas representación en la prensa, su romance con una de las hijas del clan más famoso de los Estados Unidos lo ha convertido en un habitual de portales como TMZ. Y no precisamente por su labor dentro de la cancha. Tras anotar un doblete fuera de casa, ser padre y al mismo tiempo ser perdonado por la archiconocida Khloé Kardashian después del mencionado affair, el pívot de los Cavaliers ha vuelto a recuperar su lugar de honor en el conjunto de Ohio. Que se lo pregunten a los Pacers en el séptimo partido de su serie.
Como pasa con su compañero Love, Thompson es un clásico en el arte de destrozar a los Celtics. A falta de confirmación estadística oficial (no tenemos presupuesto de investigación), el canadiense es el jugador que más rebotes ofensivos ha atrapado ante la mirada de todo Boston. Llámese Olynyk, Zeller o incluso Horford. La esperanza se llama Aron Baynes. Si se permite que LeBron tenga más posesiones de las habituales, los verdes pueden recoger los cuchillos y abandonar las cocinas de los Playoffs.
Desgraciadamente, la virtud reboteadora de Thompson no es su único valor considerable. El pívot es también un bastión defensivo para Cleveland que va a poner en muchas dificultades todo intento de anotación interior por parte de los Celtics. Eso sí, Stevens ya sabe como arreglárselas ante esto. Como ya pasara con Joel Embiid, Boston necesita sacar a Thompson de su zona de confort bajo la propia canasta. La maldición existe, y la necesitamos cuanto antes.
La amenaza fantasma
Los Celtics los conocen bien; por desgracia. Cuando estos dos están bien, las posibilidades de los Cavaliers suben como la espuma. J.R. Smith y Kyle Korver son la representación gráfica del concepto de ‘factor X’, y la historia reciente dice que cuando ambos tienen el día en ataque la victoria de Cleveland está prácticamente asegurada.
La experiencia, sobre todo ante un equipo como los Celtics, es un activo de vital importancia en un escenario tal como unas Finales de Conferencia. Aquí la ventaja es claramente para los de Ohio. Una de las claves de la serie para Boston pasar por evitar que cualquiera de estos actores secundarios puedan entrar en una dinámica positiva que los establezca en los dobles dígitos de anotación. Smith y Korver tienen el talento necesario para voltear situaciones puntuales de partido y dar ese «momentum» a los Cavs. Ambos merecen atención en defensa.
La venganza oro y púrpura
Más que por peso específico o sensaciones en las últimas fechas, este último factor viene a la cabeza por pura mala espina. No nos gustan los jugadores de los Lakers, aunque ya no vistan su camiseta. La presencia de Larry Nance Jr., y aún peor, la de un Jordan Clarkson que algún disgusto ha dado allá por Boston, da algo de respeto. ¿Irracional? Puede. ¿Extrañaría? Nada.
LeBron James es el malo de la película, aunque centrarse exclusivamente en él no acabará dando los réditos necesarios en forma de victorias. Los Cavaliers no dan tanto miedo como antes, pero subestimar a un conjunto que tiene tantos jugadores de calidad en sus filas es un suicidio. ‘El Rey’ se ha llevado merecidamente todos los focos, no obstante, en el 4-0 de los Cavaliers a los Raptors, LeBron no fue el único brazo ejecutor. Pese a su juventud, los Celtics han demostrado sobradamente que los desafíos son de su agrado, y ni el encuentro con el mejor jugador del planeta va a acabar con su resistencia. Boston va a poner toda la carne en el asador para sumar una hazaña más a su epopeya.