La temporada NBA ha finalizado, y antes de lanzarnos a la vorágine de la agencia libre y los traspasos de jugadores, llega la mejor época del año: el NBA Draft 2022. Como cada año, todos aquellos que dedicamos parte de nuestro tiempo a hablar sobre la mejor liga de baloncesto del mundo, hacemos como que tenemos algún tipo de idea o conocimiento sobre los mejores prospects que se han presentado al Draft de la NBA y analizamos por qué tal o cual equipo estaría cometiendo el mayor error de su vida si no elige esta noche al jugador del que nos hemos enamorado tras leer un par de análisis y ver una docena de vídeos en YouTube donde su primo, el que ha grabado y seleccionado los clips para el montaje, le ha hecho parecer la segunda venida de Michael Jordan.
Pero en el Despacho nos gusta ir de cara, por eso quiero dejar claro de antemano que no mi análisis no se ha basado en tan pobre análisis; sino que este año la información recogida y los valores a tener en cuenta a la hora de decidirme por Orlando Robinson como el jugador a elegir por los Boston Celtics son aún más prosaicos que de costumbre.
Con los Orgullosos Verdes alcanzando unas Finales de la NBA que fueron canceladas por el Coronavirus y de las que jamás conoceremos el resultado, la verdad es que no ha habido ni tiempo ni ganas para ver qué pasaba en la NCAA – y no hablemos ya del baloncesto FIBA.
Así que, para realizar este análisis me he centrado en analizar las necesidades del equipo, lo que puede molar el jugador, y si en los dos mocks que he consultado este aparecía en posiciones realistas.
Necesidades del equipo
No, los Boston Celtics no necesitan un base. Tras ocho años en la liga, tras la llegada de Ime Udoka al banquillo de los Boston Celtics, por fin hemos podido ver a Marcus Smart jugando en la que siempre ha sido su posición y, por lo tanto en la que más brilla: base. Además, el elevado precio de Derrick White, unido por supuesto al gran rendimiento de este tanto en la temporada regular como, sobre todo, en Playoffs, hacen que se haya ganado el derecho a una temporada más como base suplente.
Sí, quizás Payton Pritchard está demasiado verde para ser un organizador de garantías en Regular Season y en Playoffs solo pueda contarse con él como eventual anotador/desatascador microondas; pero, al igual que en el caso de White, su rendimiento merece la recompensa de apostar por ver hasta dónde puede crecer en un equipo que ya sabe quién es.
De esta manera, si los Boston Celtics tuvieran un pick por debajo del #55 podrían desperdiciar dicho activo en una apuesta, pero cuando vas a jugarte todo un #53 no puedes andar especulando en posiciones que tienes bien cubiertas.
También hay quien habla de la necesidad de una alero que aporte puntos desde el banquillo, cuya defensa no desentone con la del resto de sus compañeros y que pueda dar descanso a Jaylen Brown y Jayson Tatum; pero si tenemos en cuenta que mis favoritos de los últimos Drafts está formado por nombres como Stanley Johnson, Justice Winslow o Josh Jackson, creo que no soy la persona más adecuada para decir qué alero cachas y sin tiro ha de ser la elección de los Boston Celtics.
Aunque aprovecho este artículo para saludar a todos aquellos que no entendían por qué quería emplear el pick #3 del NBA Draft 2016 en Jaylen Brown en lugar de Kris Dunn o de meterlo en un traspaso a cambio de Jimmy Butler o Jahlil Okafor.
Por lo tanto, los Boston Celtics han de elegir un jugador interior. Con un Robert Williams III tan proclive a lesionarse como a salir del pabellón de un salto, y un Al Horford que la temporada que viene cumplirá 37 años, la rotación interior de Udoka necesita al menos una pieza que permita mantener el nivel competitivo del equipo las noches que se lesione el primero o quieras dar descanso al segundo.
Daniel Theis es perfectamente capaz de hacer esto en temporada regular, pero ciertamente no se puede contar con que lo haga en post-temporada – pese a lo indicado por su rendimiento tras el quinto partido de la serie contra los Milwaukee Bucks. Además, su contrato ($8.694.369 de dólares la próxima temporada, año en el que concluye el mismo) es el más traspasable del equipo. Por lo que no contaría con él la temporada que viene.
¿Qué necesitan los Boston Celtics? Un Center.
¿Qué es Orlando Robinson? Un Center.
Capacidad de molar
A la hora de determinar lo que puede llegar a molar un jugador en la NBA siempre hay que tener en cuenta una serie de parámetros que van desde lo que se presta su nombre a la comedia, a si juega de un modo fardón, pasando por la actitud y, lo más importante, su capacidad de proporcionarnos contenido.
Con un nombre que no solo responde al de una conocida marca de tomate frito, sino que también coincide con el de una ciudad en la que hay una franquicia NBA – un equipo además que no solo juega en la misma conferencia y es lo suficientemente malo como para que una noche podamos decir Orlando es demasiado para los Magic -, esto por sí solo debería bastar. Pero si le añadimos también que su apellido tiene referencias literarias, los memes cuando esté completamente perdido en pista o aislado en el banquillo, logramos la cuadratura del círculo.
En lo referente a su juego, sí, en el vídeo de cuatro minutos que me ha servido como referencia para hacer este artículo y que adjunto aquí debajo vemos varias cosas interesantes: es atlético pese a que su físico no parece ser precisamente el más trabajado en el gimnasio, lo que unido a su más que buen juego de pies hace que el número de potenciales jugadas en las que gira sobre sí mismo para zafarse de su defensor para acabar la jugada en un mate de los que ves trescientas veces en twitter al día siguiente sea alto.
Sobre su físico, es muy alto (2.13 metros), tiene los brazos larguísimos (envergadura de también 2.13 metros), y corre de una manera bastante cómica. Pero lo más importante es que ha lanzado muy bien de tres la pasada temporada (34. 6 % de acierto, anotando más de uno por partido) lo que puede indicar cierta predisposición a lanzar tiros que no debe, causando la consiguiente oleada de nerviosismo y odio que tanto nos gusta experimentar en esta comunidad.
Y eso por no hablar de lo mucho que le gusta abusar de su enorme cartera de trucos en ataque entre los que destaca ¡un precioso fadeaway! Qué ganas de verle debutar y matarlo en twitter.
Por último, pese a una exhaustiva investigación, la más importante para realizar este artículo, cercana a los 20 minutos, no he encontrado nada extradeportivo que merezca ser mencionado. No twittea como Pedro Sánchez cuando solo era un militantillo del PSOE, no tiene antecedentes criminales, ni tampoco han trascendido problemas de actitud en el pasado.
Sin embargo, en todas las fotos sale con cara de saber que va a ser elegido por los Sacramento Kings, lo que permite que nos ilusionemos un poco pensando en que es algo broncas.
Pero el punto fuerte para saber si el jugador puede molar es la cantidad de contenido que nos puede proporcionar. Su juego es sobradamente bueno como para ilusionarnos pero con lagunas suficientes – es un reboteador mediocre para alguien de su tamaño, tiene tendencia a gustarse mucho en ataque, lanzar demasiado de lejos cuando tiene vía libre para atacar la pintura, falla muchísimo cerca del aro (53% en la pintura, al 50% en general y al 49. 2 % debajo del aro) y su defensa, especialmente la lateral, tampoco es para tirar cohetes – como para desesperarnos cada día.
Es lo que llamo el «Síndrome Jared Sullinger». El «Síndrome de Jared Sullinger» es una afección que causa una sensación de constante frustración, cabreo y desazón en todo aquel aficionado a un equipo deportivo que tiene que sufrir durante varias temporadas como un jugador con potencial para sobresalir, es incapaz de hacerlo. Bien por desinterés, bien por necedad.
¿Puede molar Orlando Robinson?
Nombre gracioso: 6/10
Juego fardón: 7/10
Actitud: 5/10
Contenido: 10/10
Media: 7.
Posición en los mocks
He mirado uno y sale elegido por los Boston Celtics.