Aún con lo extraña y difusa que suele ser la comunidad de los Boston Celtics, no creo conocer una persona que tenga algún comentario en contra de la inminente renovación de Jaylen Brown. Completamente fuera del molde del resto de jugadores de la NBA, a su corta edad ha mostrado una tremenda ética de trabajo, mejora constante y liderazgo que han sido reconocidos por toda la asociación. Ha llegado la hora de la decisión para Danny Ainge.


A pesar de que las circunstancias nunca han sido las ideales para Brown, el jugador ha logrado adaptarse a cada una de ellas. De aquel novato que parecía perdido en la cancha al iniciar la temporada, terminó siendo tan vital que hizo completamente natural la transición luego de la salida de Avery Bradley, asumiendo ese rol como suyo.

En su segunda temporada, pasó de los 6,6 a los 14,5 puntos y fue una parte fundamental de unos Celtics que dieron de qué hablar a lo largo de toda la campaña, favorecido indirectamente por la lesión de Gordon Hayward y llegando a las finales de conferencia cuando nadie daba un peso por los de Stevens (oh, qué lindo ser underdog).

Con el regreso de Hayward y el estilo de juego cancerígeno del pasado #11 de los Celtics, fue relegado a la banca, llegando a ser el jugador más señalado por  su «compañero» Kyrie Irving. Aún así, con un bajón en su nivel, se mantuvo en los 13 puntos por juego en la temporada más decepcionante en lo colectivo de los últimos años.

El tema Brown, más que netamente estadístico, radica en su importancia a base de carácter y cómo encaja a la perfección con lo que vienen buscando los Celtics desde hace años, el primero de esos bichos raros que draftearon los verdes y que se ha convertido en una de las piezas angulares. Hasta Kemba Walker dijo que él y Jaylen Brown son una de las principales razones por las que tuvo a Boston en tan alta consideración en la agencia libre.

«Trader Danny«, ¿qué harás en esta ocasión?

Sin embargo, la última vez que Danny le renovó a un jugador en contrato de novato fue a Rajon Rondo, en un contexto completamente diferente. Rondo había demostrado su valor para un equipo que empezaba a envejecer y era parte del núcleo de un equipo campeón – el riesgo de perderlo era demasiado alto en ese entonces.

Desde ahí, tal vez el caso donde más se esperaba una renovación era con Marcus Smart, que en tres años se metió a toda la afición en el bolsillo y era un activo indispensable en la rotación de Stevens. Los Celtics hicieron una oferta que el jugador consideró que podía ser mejor y prefirió buscar suerte en la agencia libre, donde no encontró tampoco ese contrato que creía merecer y terminó firmando en Massachusetts una oferta considerada entonces fuera de mercado, para toda la alegría de la gente.

El caso con Jaylen puede ser diferente porque dos de sus compañeros de camada en aquel Draft del 2016: Jamal Murray y Ben Simmons, ya renovaron por cinco años y 170 millones de dólares, el máximo que podían firmar con sus respectivos equipos. Si bien, la incidencia de los mencionados es mucho más grande en sus franquicias que la de Brown en Boston, resulta difícil imaginar al jugador resignando mucho dinero cuando ha dado muestras de tanta calidad en su corta carrera.

El gran Jonathan Pérez hizo en Twitter un hilo bastante claro, asemejando el contrato que podría recibir Brown si firmara por el mismo porcentaje que lo hizo Rondo. En su primer año, recibió (15,9% del total del espacio salarial de ese año) que significaban $9.090.911. Eso equivaldría a unos $17.025.840 con Jaylen. Finalmente, sería un aproximado de 103 millones por cinco años, casi 70 millones menos de lo que han percibido los otros jugadores de su promoción.


La apuesta que puede hacer Ainge, como hizo con Marcus Smart y Terry Rozier, es esperar la evolución de Brown a lo largo del año (eventualmente de vuelta en la alineación titular y con más galones en el costado ofensivo) y que la Agencia Libre dicte el verdadero valor de Jaylen, pero te puede salir tan bien como mal, y más en una liga donde las leyes anti-tampering tienen tanta utilidad como el liderazgo de Kyrie Irving, arriesgándote a que te saquen el jugador por una cifra que sea imposible empatar.

Mientras tanto, el jugador asegura que la pelota está en el campo de la gerencia y tienen tiempo hasta que inicie la temporada regular para, seguramente, iniciar conversaciones y ver que tan grande es la brecha entre las aspiraciones de cada uno. 

Lo cierto es que, habiendo pasado todos los rumores en los que al parecer Danny se negó a dar tanto a Brown como a Jayson Tatum, parecen ser estos los llamados a tomar la batuta y hacerse cargo del futuro inmediato de los Boston Celtics. Así que resulta imposible, ojalá, imaginarse a JB con otra camiseta que no sea la de los más campeones de la NBA.

 

 

Foto: Celtics.com