*Leer con la sintonía del Grand Prix* Ya llegó, ya está aquí, el mes que más te gusta a ti. Como cada año, tras la lotería del NBA Draft 2019, en el Despacho empezamos a analizar a aquellos prospects que podrían ser elegidos por Danny Ainge el próximo 20 de junio (recuerda que retransmitiremos el Draft en directo en nuestro canal de YouTube).
No es tarea fácil en este año, dado que los Boston Celtics contarán con hasta tres elecciones de Primera Ronda (#14, #20 y #22) y una de Segunda (#51). En total analizaremos hasta 24 jugadores en ocho artículos de tres cada uno, siendo este el segundo. En el primero, analizamos a Nassir Little, a Keldon Johnson y a Goga Bitadze, mientras que en el segundo llegó el turno de Bol Bol, Rui Hachimura y Tyler Herro.
Sin más dilación, vamos a ver qué hay en este NBA Draft 2019 que pueda ser del agrado del frontoffice de los Boston Celtics.
Jontay Porter
Ala-pivot
Universidad de Missouri
20 años
108 kilos, 2.08 metros de altura y 2,13 de envergadura
9.9 puntos, 6.8 rebotes y 2.2 asistencias – 43.7 eFG%
El médico de la familiar Porter necesita cambiar de matrona. Solo un exceso de entusiasmo por parte del personal médico al tirar de los niños durante el parto – y que estos naciesen con las piernas por delante como los corderos, explicaría la mala suerte que tienen en esa casa con las rodillas. Si el año pasado fue su hermano, Michael Porter Jr., este curso le tocó a Jontay sufrir una lesión en pre-temporada que le impidió siquiera debutar este año en la Universidad de Missouri.
Al igual que su hermano, Jontay es de esa clase de jugadores que con solo verle subir el balón ya sabes que es el bueno del equipo, que el baloncesto es sencillo para él. Juega con muchísima clase, bota bien el balón, su cuerpo se adapta con elasticidad a sus movimientos y tiene un gran IQ. Si hubiese jugado este año en la NCAA esta temporada, podríamos afirmar que es el mejor creador de juego interior de esta camada, pero al estar menos probado que sus quintos esta afirmación es solo un brindis al Sol aunque muy bien cimentada en sus años escolares. Es un muy buen pasador, con mucho gusto por la filigrana, puede anotar a los tres niveles – buena selección de tiros de tres y una suspensión fluida; y sin ser un grandísimo defensor sí que es muy inteligente en las ayudas y complica las cosas en el uno contra uno, además de ser un gran taponador. Físicamente también está muy bien equipado, siendo más fuerte y atlético de lo que parece al primer vistazo, lo que le permite anotar con mucha facilidad cerca del aro incluso tras contacto.
En cuanto a sus lagunas, el mayor problema con Jontay Porter es que todo lo que sabemos sobre él tiene más de un año de antigüedad. Mientras sus compañeros de generación han estado desarrollando su juego – y sobre todo su musculatura, Jontay ha estado lesionado hasta en dos ocasiones de la misma rodilla. Para quien esto escribe, sin lesiones tenía potencial para ser el mejor ala-pivot del NBA Draft 2019 – sigo en mis trece de que la mejor versión de Zion Williamson es como center, pero ahora mismo todo lo que podemos afirmar es que hace un año Jontay es un jugador muy bueno en todas las facetas del juego sin destacar especialmente en ninguna, pero que lleva un año sin pisar una pista de baloncesto.
Para los Boston Celtics podría ser tanto una muy buena ocasión de conseguir un pick top-3 en una elección al final de la lotería o de desperdiciar esto mismo en una incógnita.
Romeo Langford
Escolta
Indiana Hoosiers
19 años
98 kilos, 1.98 metros de altura y 2.11 de envergadura
16.5 puntos, 5.4 rebotes y 2.3 asistencias – 44.8 eFG%
Esta misma mañana se ha hecho oficial que Romeo Langford se declaraba elegible para el próximo NBA Draft 2019, a la vez que declaraba que «nunca he tenido la oportunidad de jugar a mi máximo nivel en la universidad, dado que prácticamente me he tirado toda la temporada con un pulgar escayolado«.
El escolta, que ha lidiado su único año con un ligamento semifracturado en su mano, tiene el tamaño perfecto para jugar en esta posición en la NBA. Lo primero que llama la atención de él es su físico, siendo un jugador más fuerte de lo habitual en un escolta y bastante rápido pero con un cambio de ritmo espectacular que le permite llegar al aro cada vez que le apetece y atacar a sus defensores desde casi cualquier ángulo. Es un anotador natural, que puede ser una amenaza a los tres niveles en lo que mejore un poco su tiro en suspensión y que a día de hoy ya es tremendamente peligroso en transición y atacando la canasta.
Al igual que sus virtudes, sus principales problemas son muy evidentes. Langford tiene que mejorar básicamente todo en el costado defensivo, desde los fundamentos hasta la intensidad, si no quiere ser una constante fuente de problemas para su equipo. Su manejo también necesita muchas horas de gimnasio porque, aunque no sea habitual verle perder balones, sí que se le ve sufrir para mantenerlo controlado en todo momento. Por último, pese a que sus promedios de tres no eran del todo malos en el instituto – y los de la NCAA hay que cogerlos con pinza a causa de la lesión anteriormente comentada, su tiro es bastante inconsistente a pesar de que es un jugador que elige bien desde dónde tirar.
A día de hoy, me recuerda demasiado a Terry Rozier – o Reggie Jackson, dado que son el mismo jugador, como para que me sienta cómodo viéndolo vestido de verde. Por otro lado, hay analistas más optimistas con su juego que ven en él potencial como para convertirse en un Donovan Mitchell.
Chuma Okeke
Alero
Auburn University
20 años
104 kilos, 2.03 metros de altura y 2,11 de envergadura
12 puntos, 6.8 rebotes y 1.9 asistencias – 49.6 eFG%
Chuma Okeke es como Ted Bundy: perfecto en la ejecución pero frío en el sentimiento. El alero de Auburn University es todo lo que puedes pedirle a un ala en el baloncesto actual: habilidad para crear juego, tiro exterior consistente, agresivo en los aros y buen defensor de equipo. Su único problema es que no destaca en nada, como un jugador predefinido del NBA 2K20.
Ya hablando en serio, Okeke es un jugador muy serio, de los que llegan a la NBA sabiendo que van a jugar en esta liga entre 8 y 15 años, y que será más querido por técnicos y aficionados de los de toda la vida que por prensa y fanswagoners. Tiene buenas condiciones físicas tanto para jugar de tres en alineaciones tradicionales como de cuatro en quintetos más bajos, es capaz de generar ventajas con el balón en las manos gracias a su IQ y buena lectura del pick and roll. Su mecánica de tiro es fluida y, aunque sus porcentajes de tiros libres no son demasiado esperanzadores, sorprendentemente es un consistente lanzador de tres. Tiene muy buenos fundamentos defensivos y se ve que hay trabajo en su manera de mover los pies en este costado; tampoco está falto de instinto y timing para taponar y robar.
Como hemos dicho antes, no hay grandes lagunas en el juego de Chuma Okeke – al igual que tampoco hay nada en lo que destaque. Casi todos los defectos que tienen son fruto de su edad: desconecta en ocasiones, no siempre pasa el balón con tensión y si no trabaja su musculatura podría sufrir en la NBA. Las mayores preocupaciones que puede despertar el alero son el estado de su rodilla tras sufrir una ALC en el instituto y si su tamaño, en lugar de convertirse en una ventaja por poder jugar tanto como alero como cuatro abierto (Marcus Morris), se traduce en no encontrarse cómodo en ninguna de las dos (Derrick Williams).
Desde la perspectiva de los Boston Celtics, pese a ser el típico jugador que Brad Stevens podría convertir en un borderline All-star para luego acabar como novena pieza en la rotación de cualquier otro equipo, es demasiado poco especial como para ser el elegido en el próximo NBA Draft 2019 por un equipo repleto de aleros.