En demasiadas ocasiones, la realidad acaba fastidiando una gran historia. Y en el deporte, cuando el devenir del relato se puede reducir a unas décimas de segundo, aún más. Piensen en cuántas películas de este particular género no habrían existido sin ese momento final.

¿Habríamos visto a Gene Hackman en ‘Hoosiers‘ (David Anspaugh, 1984) si el último lanzamiento de la estrella de Hickory hubiese sido rechazado por el aro? Si el equipo estadounidense de hockey hielo cae derrotado ante la U.R.S.S. en los Juegos Olímpicos de Invierno de 1980 como todo el mundo pensaba, Walt Disney Pictures no habría puesto dinero para convencer a Kurt Russell de cara a filmar ‘El milagro‘ (Gavin O’Connor, 2004). Y así con un largo etcétera de películas y, en definitiva, momentos ya legendarios.

La historia de los Boston Celtics está repleta de instantes que bien merecen crónicas acordes. Desde la carrera de Bill Russell, pasando por la vida y milagros de Red Auerbach, hasta la leyenda de Larry Bird. Ahora parecen tiempos peores, no obstante siempre hay lugar para una buena historia.

Ya el curso pasado, cuando un plantel joven y sin experiencia que echaba de menos a sus dos máximas estrellas, los Celtics estuvieron a un paso de colarse en las Finales de la NBA. Aunque, de nuevo, la realidad hizo acto de presencia en la forma de un tal LeBron James. Dejemos el relato en borradores.

Todo este sermón improvisado (lo juro) viene a explicar un concepto. Por muy bien que pueda quedar todo, la verdad siempre acaba abriéndose paso. En efecto, que los Celtics hubieran vuelto con Kyrie Irving y Gordon Hayward recién recuperados después de muchos meses de baja para liderar un récord de 9-1 habría sido precioso. No obstante, cuando uno se pone a analizar detenidamente el caso se da de bruces con (de nuevo) la realidad.

El proyecto liderado por Brad Stevens en Boston aún necesita tiempo de cocción para volver a ajustar las piezas que cayeron del tablero la temporada pasada. No iba a ser llegar y besar el santo. Algunos jugadores disfrutaron la campaña anterior de un papel fundamental que ahora se ha visto reducido en minutos e impacto. Quizás, los que hacen esta cuestión más visible son Jaylen Brown y Terry Rozier. Muchos problemas que podemos ver semanalmente.

En definitiva, este equipo necesita tiempo para reencontrar su identidad y cuando esto se produzca, los resultados acabarán llegando sin lugar a dudas. Además, las películas siempre han ido mejor allá por California.

 

Gordon Hayward y las grandes batallas

 

Siguiendo con disparatados optimismos, el retorno a las pistas del ex de los Utah Jazz es uno de los grandes focos de atención en este inicio de curso. En este caso particular, las dos caras de la moneda estaban claramente identificadas entre los que no confiaban en absoluto en un buen regreso de Hayward, y los que le colocaban ya mismo en el All-Star Game que se celebrará este año en Charlotte.

Ni una cosa, ni otra. Personalmente, el rendimiento del alero en estos primeros partidos está incluso superando ligeramente mis expectativas. No obstante, aunque la nota de Hayward con los Celtics está siendo positiva, ante los Indiana Pacers pudimos ver la cautela que se debe tener en estos casos.

Como era previsible, su actuación en un duelo con las espadas por todo lo alto y un ritmo endiablado no pasó desapercibida. Y esto no es bueno precisamente. En Indiana pudimos ver al peor Hayward de lo que llevamos de campaña. Impreciso, jadeante y, en resumen, saturado por todo lo que se movía a su alrededor. Se recordará su pérdida en la jugada decisiva del partido, pero esa jugada es meramente anecdótica comparada con el problema real. Todavía le queda un trecho para las grandes batallas.

 

El brazo armado de los Celtics

 

Semi Ojeleye volvió a ser la solución de los Celtics ante Giannis Antetokounmpo.

Semi Ojeleye volvió a ser la solución de los Celtics ante Giannis Antetokounmpo.

 

Llegaban los Milwaukee Bucks imbatidos al TD Garden, y para más inri, Jaylen Brown era baja por unos problemas en el pie. No parecía el mejor momento para enfrentarse a Giannis Antetokounmpo y compañía, pero la solución vino desde el futuro y no precisamente para traer lejía.

El nombre de Semi Ojeleye apareció en el quinteto titular de los Celtics para sorpresa de muchos, pero visto su registro en el Head-to-Head contra el coloso griego, la decisión parecía cantada. Nuestro amado «Terminator» ya fue clave en los pasados Playoffs para minimizar en la medida de lo posible la amenaza de Antetokounmpo, y de nuevo salió a la pista para bailar con la más fea con un nivel de éxito bastante encomiable.

En pequeñas y aisladas dosis, Ojeleye a veces demuestra el porqué de su elección en el Draft y su valor dentro de la amplia rotación de los Celtics. Estas buenas actuaciones alejan ese oscuro pensamiento en el que los gigantes brazos de Semi solo valen para abrir tarros de pepinillos.

 

Esperpento, tu nombre es Jimmy Butler

 

Empezamos con la actualidad de la NBA con el favorito indiscutido al premio «Tonto del año» en la liga. Y estamos todavía en noviembre. Cuando pensábamos que la sutilidad de Eric Bledsoe a la hora de pedir su salida de los Phoenix Suns vía Twitter había alcanzado una cota histórica, un jugador se tomó esto como una afrenta personal y aceptó el reto al más puro estilo Barney Stinson.

Jimmy Butler sigue apareciendo diariamente entre las noticias más destacadas del campeonato por una efectividad impoluta en cuanto a estupidez se refiere. El (todavía) jugador de los Timberwolves sigue en su cruzada particular para abandonar Minnesota y ha subido la apuesta. Como si decidir unilateralmente que no va a jugar los dos partidos en un back-to-back no fuera suficiente, Butler ahora se une a la hinchada rival para celebrar la victoria, o lo que es lo mismo, la derrota del equipo que le paga.

El culebrón ya está tomando unos tintes completamente ridículos, y esto no hace más que perjudicar a unos Wolves que parecen estar esperando que la solución llegue por la ventana. Y, al menos de momento, Pat Riley no vuela. Lo peor de todo este caso es que Butler parece no estar dándose cuenta que con su actitud está penalizando a los dos bandos; tanto a su equipo como a sus intereses individuales. Seguiremos informando.

 

El equipo más entretenido de la NBA

 

Siguiendo la estela de las casas de locos, toca pasar por la capital. Esta vez no va por ti, Donald. El ambiente en el vestuario de los Wizards está más tenso que los pantalones de Yabusele, lo que está provocando la estimable suma de dos triunfos en diez partidos. Paliza tras paliza.

La relación entre sus dos grandes figuras parece cada vez más fracturada. El que confiara en que John Wall y Bradley Beal iban a arreglar su situación personal era algo más que optimista. El equipo de Washington no funciona y, de momento, no se encuentran atisbos para creer en que los jugadores puedan revertir su mal momento. Cuando tienes que rezar para que Dwight Howard sea el veterano con cabeza fría en esa plantilla, sabes que tienes un problema.