Hace casi seis años, un 26 de abril de 2016, los Boston Celtics de Isaiah Thomas estaban sufriendo como perros para contener a los Atlanta Hawks de, por entonces, Al Horford. La razón de su sufrimiento no era otra que un Paul Millsap que estaba firmando la mejor noche de su carrera.
En total, el actual pivot de los Philadelphia 76ers llevaba 43 puntos y nadie vestido de blanco era capaz de frenarlo. En ese momento, sumido en la desesperación (como posteriormente reconocería en su charla con Bill Simmons), Brad Stevens tomó la decisión que los más tarados de twitter llevábamos implorando desde el inicio de la segunda mitad: «pon a Marcus Smart sobre ese tío. Ya.»
El resto es historia, Marcus Smart, elegido un par de años antes con la sexta elección del «NBA Draft 2014«, realizó un clinic en defensa de los que creíamos solo se ven un par de veces o tres en la vida. Un base dejando sin opciones a un ala-pivot de 2.01 metros que, a partir de ese momento, solo anotaría dos puntos más, ninguno sobre un Marcus Smart que además lograría una canasta decisiva para forzar la prórroga en la que finalmente los Orgullosos Verdes se llevarían la victoria,
Quizás esa fue la primera vez que los aficionados de los Boston Celtics teníamos en nuestras manos un jugador realmente especial. Sí, ya durante su temporada como rookie habíamos visto destellos de un gran potencial defensivo, y tampoco era la primera vez que le veíamos batirse con grandes jugadores interiores y salir victorioso, como contra los Memphis Grizzlies del «Grit and grind». Pero hacer eso mismo en Playoffs, en el escenario más exigente posible, es otra historia completamente distinta.
El base al que no dejaban jugar de base
Desde entonces, su reconocimiento como uno de los mejores defensores de la NBA no ha hecho sino crecer, a pesar de que Brad Stevens, pese a confiar en él desde su llegada a los banquillos de los Boston Celtics, nunca parecía encontrar la manera de sacarle el máximo provecho.
Durante sus ya ocho años en la liga, hemos visto al jugador alternar funciones en ataque que van desde la posición de escolta hasta casi la de ala-pivot, todo ello pese a que con las únicas salvedades de Evan Turner, y ocasionalmente Gordon Hayward, nadie a su alrededor era capaz de entender y aplicar mejor que él, el sistema de juego de su entrenador.
Pero esta falta de consistencia en lo que se le pedía no era algo que solo se diera en ataque, en defensa también veíamos cómo sus asignaciones pasaban desde posiciones perimetrales a interiores, algo que le llevó incluso a modificar su físico durante la siguiente temporada cuando subió hasta 10 kilos de peso en lo que se vendió a la prensa como una mezcla de malos hábitos alimenticios del jugador, pero también de adaptar su cuerpo a las nuevas asignaciones defensivas, que cada vez involucraban a más jugadores interiores.
Pese a la constante falta de consistencia en lo que se le pedía dentro de la cancha, Marcus Smart ha mantenido un nivel defensivo que le llevó a convertirse en el primer jugador de los Boston Celtics desde Rajon Rondo en aparecer en el «Mejor quinteto defensivo de la NBA» en dos temporadas consecutivas, la 2018/19 y la 2019/20.
Aún así, su candidatura para alzarse con el DPOY siempre chocaba con el mismo muro que llevaba 26 años alzándose en la liga: el premio al mejor defensor del año está vetado para los bases. Desde 1996, cuando Gary Payton se alzó con él, ningún base ha logrado ganar el galardón pese a que durante ese periodo de tiempo jugadores como Chris Paul, el anteriormente citado Rajon Rondo, el mismo Marcus Smart o Ben Simmons – mención especial para un Dwyane Wade que no es base, pero responde a la definición de guard – han hecho méritos más que suficientes para ganarlo.
A diferencia de otras ligas, como la NFL, donde ser insultantemente superior a tus compañeros de posición en el apartado defensivo es motivo suficiente para irte con el «DPOY» para casa, en una NBA cada vez más centrada en lo que dicen los números, en especial los tapones, este premio lleva más de un cuarto de siglo siendo un coto privado de caza para jugadores interiores, o perimetrales de un talento y/o físico generacional para la defensa, como Kawhi Leonard o Giannis Antetokounmpo.
the guards 🤝🏾 pic.twitter.com/ub4bhBxadY
— Boston Celtics (@celtics) April 18, 2022
El primer base en ganar el premio a «Mejor Defensor del Año» (DPOY) desde Gary Payton
Finalmente, tras una temporada 2020/21 que podríamos borrar del recuerdo y no pasaría absolutamente nada, la llegada de Ime Udoka, si bien turbulenta en sus inicios, ha sido la mejor noticia posible para un Marcus Smart que al volver a la que siempre ha sido su posición natural, la de base, ha podido jugar el mejor baloncesto de su carrera profesional.
Su presencia y liderazgo han sido claves para hacer de la defensa de los Boston Celtics la mejor de la NBA, algo que también ha permitido que compañeros como Al Horford y Robert Williams III hayan recibido votos para hacerse con el galardón. Pese a no contar con las tradicionales estadísticas avanzadas en defensa o el número de rebotes y tapones de sus predecesores en el título, ha logrado un defensive rating de 105.2, el séptimo mejor entre todos los jugadores que promedian más de 30 minutos por partido.
Con su elección como DPOY la pasada madrugada, Marcus Smart se convierte en el tercer guard en ganarlo desde 1990, tras Michael Jordan y Gary Payton, así como el primer jugador de los Boston Celtics en lograrlo desde que Kevin Garnett hiciera lo propio en 2008 – cabe recordar que este premio solo lleva vigente desde el año 1983, lo que explica que la vitrina de los verdes no tenga fácilmente una docena de ellos gracias a jugadores como Bill Russell o John Havlicek.