Cuando uno por fin consigue lo que en tiempos modernos se ha convertido casi en hazaña al estampar su firma en un contrato laboral, nunca está del todo seguro. Siempre existe ese oscuro pensamiento que se cruza por la cabeza demasiado a menudo: me van a echar. No todos podemos ser funcionarios.

Ser un jugador NBA no es una excepción a esta norma, aunque con muchos matices. Salir cabizbajo del despacho del jefe no significa que hayas engrosado las lista de desempleados, pero sin comerlo ni beberlo puedes estar forzado a buscar una casa en Orlando. Qué cosas. Este temor que puede experimentar el 90% de la liga se acrecentó aún más cuando llevas la camiseta de los Boston Celtics y tu superior se llama Danny Ainge.

No importa cómo hayas jugado, lo que hayas dejado sobre el icónico parqué del TD Garden o lo mucho que los aficionados te admiren. Si el plan del General Manager de los verdes pasa por otra vertiente, date por finiquitado. Maleta en una mano, billete de avión en la otra, y a vivir nuevas experiencias. Si hasta un referente contemporáneo de la franquicia de Massachusetts como Isaiah Thomas ha tenido que pasar por esto, ¿qué pueden alegar los demás mortales cuando Ainge cuelga el teléfono rojo?

Toda esta pequeña reflexión veraniega conduce a un protagonista llamado Marcus Morris. Y sí, como cada vez que oímos su nombre en esta época, el tema principal versa sobre su manido e hipotético traspaso en un futuro cercano. La presente situación contractual de los Celtics tras la renovación de Marcus Smart obliga a la dirección a pagar el impuesto de lujo al superar el límite salarial permitido. Por ello, el nombre del gemelo favorito de Boston ha vuelto a salir a la palestra.

Marcus Morris es una de las piezas más fácilmente trasferibles del roster, entre otras cosas, porque su contrato finaliza al término de la siguiente campaña; lo que siguiendo el término original llamamos expiring. Sus más de cinco millones por temporada le colocan en el sexto escalafón de la plantilla actual, y su presunta salida supondría un gran alivio económico para la franquicia, a la par que por rendimiento y salario sería una parte más que interesante en un gran traspaso. Hola, Anthony Davis. Aquí estamos otra vez.

La simpleza o la complejidad de esta materia depende de cada uno, y como siempre es mejor dejar paso a las personas que saben, aquí pueden leer todo lo referido a la situación contractual y salarial de los Celtics de la mano de nuestro experto Jonatan Pérez. Vayamos con el protagonista en cuestión.

 

Amor y odio a Marcus Morris

Llegó sin mucho ruido y enredado en un juicio junto a su hermano Markieff que podría haber dinamitado su carrera. No está mal para empezar. El menor de los gemelos aterrizó en Boston desde Detroit con un rol muy bien definido para los ya aspirantes Celtics: alguien tiene que parar a LeBron James. Antes de darnos cuenta otro año más de que la tarea es imposible, desde luego no parecía un mal remedio. Más allá de eso, Marcus Morris nos enseñó desde su debut cuáles serían sus virtudes y en qué momentos íbamos a maldecir su nombre.

En efecto, el ex de los Pistons tiraba mucho, cuando no debía y parecía no haber entendido el concepto de pasar el balón desde que empezara a jugar al baloncesto. Lo que con esta serie de ingredientes tendría que ser la receta de un estrepitoso fracaso, acabó por ser una de las armas secretas de Brad Stevens. Ante las lesiones y los bloqueos ofensivos cara al aro, la figura de Marcus Morris emergió como salvadora en un buen puñado de noches. No era bonito, pero funcionaba.

Mientras la duda sobre la valía del alero todavía no estaba resulta, el alumno de la Universidad de Kansas se había convertido en una pieza fundamental en el esquema de unos Celtics que lideraban la Conferencia Este con paso firme. No sabíamos si Marcus Morris era de los nuestros o estaba de paso, pero llegaron los Playoffs y abrazamos sus peculiares formas.

“3-0” ?

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No es mala forma de ganarse a la parroquia. No obstante, nada te asegura el futuro allá por Massachusetts. La conformación de la plantilla de los Celtics con todo el plantel al 100% de sus capacidades físicas puede convertir a Marcus Morris en una pieza «prescindible» y por lo tanto transferible. Como la hora de pagar ese impuesto de lujo todavía está relativamente lejos en el calendario, nada parece forzar a Ainge a apretar el gatillo. Aunque, si los resultados llegan y la salud acompaña, el ex de los Pistons podría estar en la rampa de salida.

El General Manager de los Celtics podría deshacerse del contrato de Marcus Morris a cambio de alguna futura elección de Draft o algún jugador veterano con un salario mínimo para apuntillar el plantel de cara a la hipotética lucha por el título. Mucho tendrá que ver Stevens en esta decisión en función del hueco que le otorgue en la rotación desde los primeros compases del curso. Si Morris sigue encajando en los planes del técnico y la dirección de la franquicia está dispuesta a pagar un poco más, la continuidad del gemelo podría convertirse en realidad.

Salvo sorpresas, la resolución a este debate tardará en llegar hasta que se vaya separando el grano de la paja en la siguiente temporada. Marcus Morris se ganó su sitio en los Boston Celtics, pero eso no significa nada cuando tus jefes tienen que hacer malabares con los números. Vista la situación y el historial de Danny Ainge, mejor tener preparadas las maletas para evitar las prisas.