La acción dentro de las canchas continúa suspendida, pero la actividad en las oficinas, entre dueños, directivos y hasta políticos, no detiene su curso. La NBA, como el resto de las ligas, se ve comprometida a nivel económico, y esto puede traer repercusiones importantes en el medio y largo plazo para los Celtics y el resto de equipos. Por supuesto nos detendremos en Massachusetts, ya que Danny Ainge tendrá que estar muy atento a los potenciales cambios que puedan ocurrir de cara a la venidera temporada 2020/2021.
No, no estoy dando por sentado que la actual campaña se haya terminado, pero en medio de todo el paráte supeditado al coronavirus, constantemente aparece información sobre cuál será el futuro inmediato de la liga de baloncesto más importante del mundo.
Lo más reciente que se ha visto, es esta puja entre dueños y jugadores, intentando estos primeros lograr que quienes visten los uniformes, acepten reducir un porcentaje de sus salarios para solventar las pérdidas ocasionadas.
Principalmente, el problema radica en que los contratos que la liga tiene (sobre todo los televisivos) exigen un mínimo de partidos de temporada regular para que dicho acuerdo sea retribuido económicamente. Al no cumplirse con esto, los dueños tienen su pelea personal con los jugadores, en donde básicamente les exigen que dejen una parte de su salario para solventar una porción de las pérdidas. De ser así, no habría problemas en terminar de manera abrupta la temporada regular, y poder diagramar un esquema de playoffs.
Esta situación tiene muchas aristas, realmente técnicas y complejas de explicar, pero me centraré en algo importante, e intentaré hacerlo lo más sencillo posible, y para eso hay que entender algo fundamental: los equipos y la asociación de jugadores se reparten los ingresos que la NBA genera. Entonces los propios jugadores son actores principales en todo este escenario. ¿Por qué digo esto? el accionar que tomen los jugadores tendrá inmediato impacto en el límite salarial.
El límite salarial para la próxima temporada
Bajo el actual acuerdo entre el sindicato de jugadores y los dueños, los ingresos están repartidos en 51% para los primeros y 49% para los segundos. Y este será nuestro punto de partida. Si las pérdidas (por no recibir los ingresos televisivos antes mencionados) son solamente absorbidas por los dueños, estos estarían resignando mucho dinero, y tendría repercusión sobre el futuro límite salarial.
El límite salarial funciona como un nivel entre los ingresos de la temporada previa, si una de las dos partes pierde en demasía, dicho límite fluctuará a favor de la parte que se ha visto más perjudicada. Una bajada abrupta, como puede suceder en este caso, podría perjudicar a los propios jugadores (tanto agentes libres, como novatos con extensiones por firmar).
Entonces, aunque parezca que ceder parte de su salario sería perjudicarlos, puede que a largo plazo sea la jugada correcta. La propuesta varía en cantidad de porcentajes, y el mes desde el cual se toma como partida, pero lo que se busca es crear un fondo compensatorio en donde una parte del salario de los jugadores se destine a nivelar las pérdidas generadas y, que de esta manera, el límite salarial no varíe tanto.
¿Y qué pasa si no hay acuerdo?
Muchos son los escenarios en donde números más finos entran en consideración, pero en el caso de no llegar a buen puerto con las negociaciones, tendremos un par de años con límites y salarios realmente muy dispares. Comenzando con una temporada 20/21 con un límite muy bajo (en torno a los 85/90 millones) perjudicando básicamente a la clase de agentes libres, y los rookies que habían firmado extensiones que entraban en vigencia en dicha campaña.
Mirando un poco más adelante, una temporada con un límite tan bajo, puede repercutir en un efecto rebote para la 21/22, con el riesgo de que las cifras nuevamente se disparen, decantando en contratos exorbitantes y, cuidado a esto, equipos sacando rédito de un repentino espacio en sus libros (con cierto jugador griego como potencial target).
Cómo influye esto a los Boston Celtics
Casi 700 palabras y prácticamente no mencioné a nuestros queridos y Orgullosos Verdes. La realidad del caso es que pueden existir decenas de escenarios y todos ellos están supeditados a cuanto sea dicho límite. Uno se apresura a pensar que esa variabilidad salarial entre dos temporadas puede beneficiar a los Celtics. Es un río revuelto en el que Danny Ainge le gustaría pescar.
Pensando en puntual en las extensiones de nuestros Jays, tanto Jaylen como Jayson pueden verse perjudicados si este escenario se mantiene. El bueno de Brown, que ya firmó su extensión, vería bajar drásticamente la misma (recordemos que los salarios se calculan sobre un porcentaje del límite total). Si dicho cap baja, automáticamente lo hará el nuevo salario. Por el lado del ex de Duke, ante la incertidumbre futura sobre cuál será el nuevo valor del cap, su nuevo contrato puede verse afectado (al punto que quizás le convenga convertirse en agente libre restringido).
Por otro lado, y siguiendo con este potencial futuro, el que seguramente opte por hacer efectivo el último año de su contrato es Gordon Hayward. Eso definitivamente lastimaría las cuentas y limitaría el margen de maniobra de los Celtics, pero desde el punto de vista del jugador, sería prácticamente imposible rechazar 34.1 millones de dólares. Si usamos esa cifra de 85 antes mencionada, entre el número 20 y Kemba Walker cobrarían el (siéntese si está parado) 80,47% del total de los salarios permitidos.
Conclusión
Podemos definitivamente afirmar que aunque los Celtics podrían verse beneficiados en algún aspecto, en líneas generales (y por culpa de los salarios de las dos estrellas) lo que más conviene es que jugadores y dueños lleguen a un acuerdo. Una caída drástica en el límite salarial podría convertirse en un salvavidas de cemento que arrastraría a Danny Ainge al fondo del océano.
Restan muchas horas de (virtuales) negociaciones, a las cuales toda la gerencia de los Celtics estarán muy atentos. Esperemos que un acuerdo se vea en un horizonte cercano.