Antes de empezar el desarrollo de este artículo, sobra decir a nuestros fieles seguidores que, como si de una línea editorial –que no existe- se tratara, en el Despacho Celtics somos todos amantes de Marcus Smart por incontables razones, y que la nota que sigue no cambia para nada la posición de este servidor, pero sí que considerábamos necesario hablar del mal momento que sufre Marcus en el apartado del tiro.

Durante sus cuatro temporadas como profesional Smart nunca destacó por una mecánica fluida de tiro, y por momentos incluso nos hizo preguntarnos si sería una especie más musculosa de Tony Allen o algo por el estilo. Sin embargo sus porcentajes de campo nunca habían estado tan mal como este año y, como si fuera poco, muchos de los lanzamientos que está fallando han sido completamente abiertos, bandejas que debería depositar sin problemas o tiros bajo el aro tras atrapar rebotes ofensivos.

Desde que entró a la liga, su porcentaje de tiro de campo más bajo había sido de 34% en su año sophomore, en el 2017-2018 lleva un paupérrimo 27%. Desde la línea de tres, sigue sin encontrar esa inusual efectividad de su temporada de novato, y ahora está lanzando para el 27% con casi cuatro triples intentados por noche. Y en los tiros libres no es tan preocupante su situación, pero bajó del 81% del año pasado al 76% en esta campaña.

Como muchos habrán leído múltiples argumentos de sus defensores en las redes sociales, en muchos partidos se las ha arreglado para tener un +/- notable a pesar de sus flojos porcentajes de campo, y es por eso que su aporte en minutos no decrece, porque se las arregla para aportar aún sin estar capacitado para anotar.

El 56% de sus tiros son de dos puntos, con un pobre 39% de acierto en tiros entre los 0 y 3 pies del aro, siendo estos los más desesperantes pues suelen ser bandejas a las que solo le falta dejarla en el aro, o rebotes que atrapa y falla en la segunda oportunidad. No menos llamativos son sus números entre los 3 y 10 pies de distancia, con un nefasto 16% y el infame 11% entre los 16 pies y la línea de tres puntos.

Si bien en el verano podíamos ver señales de mejoría en su mecánica y la pretemporada fue una luz de esperanza del despertar de la fuerza anotadora que en la Universidad de Oklahoma llevó a Smart a ser un sexto pick del Draft, el inicio de la regular-season nos ha golpeado fuerte con el regreso del ineficaz Marcus, que no logra embocar ni queriendo la pelota en el aro.

El techo, cabe resaltar, no es muy alto. Su temporada con máximo porcentaje de campo fue de 36%, pero sería una estupenda noticia para los Celtics contar con este tipo de progreso para Marcus Smart ahora mismo. Siendo el cuarto jugador que más minutos juega por partido en los líderes de la NBA, que el 36 sumara algo más de puntos y de amenaza en el tiro para las defensas contrarias significaría un tremendo asset para los de Brad Stevens ahora mismo.

Su manejo de la segunda unidad, y la tenacidad defensiva están completamente fuera de discusión, pero los Celtics tendrían un pasaje mucho más agradable en su juego si el base empezara a meter el tiro exterior y ser efectivo atacando el aro, para que el ingreso de la banca no significara un desgarrador cambio de rendimiento con respecto a los titulares, por la evidente ausencia de vías de gol que tiene el equipo ahora mismo.

Jugando en la temporada que su contrato expira, y sin llegar a buenos términos en las conversaciones para la renovación, el mal rendimiento de Marcus desde el apartado anotador nos genera algunas preguntas. En especial, por el buen momento que vive Terry Rozier, promediando 9.1 puntos (igual que Smart) en seis minutos por juego menos, con 34% de campo y 32% desde la línea de tres, mostrándose además como una pieza vital para la banca de los Celtics, dándole un aire en el ataque cuando los titulares descansan.

La pregunta que no podría ser otra cuando tienes a Danny Ainge como General Manager, radica en que tan probable pueda ser una salida de Smart más pronto de lo esperado, teniendo en cuenta los múltiples casos de cuatros de copas que reciben contratos multimillonarios como Agentes Libres Restringidos que sus equipos no pueden igualar y terminan marchando sin más. Desde luego, no nos suena muy lógico. Pero peores cosas hemos visto, literalmente hablando.