«El yin y el yang son dos conceptos del taoísmo, que son usados para representar o referirse a la dualidad que esta filosofía atribuye a todo lo existente en el universo. Describe las dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias, que se encuentran en todas las cosas. El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración.» Wikipedia, si fue suficiente para sacarme una carrera supongo que también valdrá para ser citada en un artículo del Despacho.
Los Boston Celtics arrancaban esta temporada 2018/19 como uno de los favoritos a hacerse no ya con la Conferencia Este sino con el anillo de campeones de la NBA. A un prometedor grupo de jóvenes que el año pasado sorprendió a propios y extraños sobreponiéndose a la adversidad hasta quedarse a cinco minutos de batirse con los Golden State Warriors de Stephen Curry, se le añadían Gordon Hayward y Kyrie Irving tras 18 meses de lesiones entre ambos.
El problema es que tras superar el primer cuarto de la temporada regular el equipo entrenado por Brad Stevens se encontraba más perdido que DeAndre Jordan en un pick and roll indirecto. Con un récord de 10-10 y una falta de química visible no solo sobre la pista sino también palpable en las declaraciones de sus jugadores, los Celtics necesitaban un cambio que les devolviese aquel rasgo de su personalidad que más réditos les ha dado desde la llegada de Brad Stevens a su banquillo y, sobre todo, de Marcus Smart a la franquicia: querer más la victoria que el rival.
Kyrie Irving, Jaylen Brown. Gordon Hayward, Jayson Tatum y Al Horford es, sobre el papel, el quinteto con más talento de cuantos juegan en el Este. El problema es que son todos de un perfil muy similar: jugadores de gran talento, muy depurados técnicamente y de jugar más con la cabeza que el corazón… todos menos Jaylen Brown. Desde su llegada a la NBA, el alero siempre ha jugado como si se estuviese vengando de alguien. No es un tema en el que vayamos a entrar demasiado en profundidad en este artículo porque la pérdida de su mojo es algo que ya tratamos largo y tendido en esta otra ocasión; pero Jaylen no está siendo ese jugador que es justamente lo que necesitan los Boston Celtics para cuadrar un quinteto por lo demás excelente.
Durante las últimas semanas hemos visto a Brad Stevens intentar varios transplantes desde el banquillo al cinco inicial para ver si daba con el corazón adecuado: Marcus Morris y Aron Baynes son elecciones obvias, perros contrastados en esta liga, pero bien porque el partido no era el adecuado para hacer justo ese experimento (en el caso del center) o porque sin Morris la rotación quedaba descompensada, ninguno de ellos acabó de cuajar. Finalmente, durante el pasado encuentro frente a los New Orleans Pelicans, Brad Stevens decidió introducir a Marcus Smart al lado de Kyrie Irving. Bien fuese por elección propia o forzado por las circunstancias (Jaylen estaba lesionado), Brad tocó una nota que los aficionados llevábamos semanas soñando escuchar.
Reminder: don’t try to walk the dog around Marcus Smart. pic.twitter.com/AqJmM0vy97
— Chris Forsberg (@ChrisForsberg_) 24 de noviembre de 2018
Marcus Smart, el alma de los Boston Celtics
Hay veces que una respuesta es tan evidente que dudas una eternidad antes de responder. De Danny Ainge al último jugador de la plantilla, toda persona relacionada con los Boston Celtics que se ha acercado a un micrófono esta temporada ha declarado que al equipo le falta actitud, corazón, querer más la victoria que el rival. Y tener a Marcus Smart en el equipo y adolecer de esto es como tener a Ed Sheran amordazado en tu casa y tener bajo el azúcar.
Desde su llegada al equipo en 2014, el base de Dallas ha sido una parte fundamental en el éxito de los Boston Celtics. Así se lo reconoció la franquicia con una renovación muy por encima de su valor de mercado, eso han dicho todos y cada uno de los compañeros que ha tenido durante su carrera en la NBA y, lo más importante, es lo que ha demostrado Brad Stevens al ser el único jugador que tenía un lugar fijo en el quinteto que cierra los partidos de los Orgullosos Verdes. No se pueden contar la cantidad de partidos que ha cambiado, cuando no ganado, Smart solo con su entrada en pista, con una jugada decisiva o haciendo bullying al mejor jugador rival.
Por todo esto, no se entendía de ninguna manera no ya el que Marcus estuviese teniendo tan poco protagonismo esta temporada si no los banquillazos en momentos clave del partido. Si el equipo estuviese jugando como prometían sus nombres quizás esos 24 minutos por partido (cifra más baja en su carrera) tendrían alguna explicación, pero bien sabemos todos que ese no estaba siendo el caso. Era simplemente alucinante que Brad Stevens se quejase de la falta de actitud del equipo a la vez que Marcus Smart era solo el séptimo jugador con más minutos (2,7 menos por partido que el aún convalenciente Hayward) y un cabeza loca como Terry Rozier (solo 2 minutos menos por partido que el ex de Oklahoma State) ocupaba su puesto durante el cierre de los encuentros.
Some highlights of Marcus Smart’s defensive night via NBA tracking:
* Forced Jrue Holiday into 5 turnovers in 38 possessions defended. Caused seven turnovers overall.
* Defended Anthony Davis and Nikola Mirotic for 10 possessions and allowed only 2 points. pic.twitter.com/hUR0F01WEo
— Chris Forsberg (@ChrisForsberg_) 27 de noviembre de 2018
Durante el encuentro frente a los Pelicans, como decíamos, Marcus Smart fue no solo incluido en el quinteto inicial sino que jugó un total de 40 minutos, la quinta vez en tres temporadas que Brad Stevens utiliza tanto a un jugador en un partido sin prórroga, dando como resultado el mejor partido que los de Boston han disputado esta temporada – sin contar aquellos partidos contra rivales directos por el trono del Este, única ocasión en la que todo el equipo parece dignarse a jugar como si el resultado importase. Habrá quien piense que es casualidad, otros llevamos años viendo a Marcus hacer esto. Quiero decir: no sé la lista de bases en la NBA que pueden presumir de defender durante diez posesiones a Anthony Davis y Nikola Mirotic permitiéndoles anotar solo dos puntos, pero supongo que es bastante corta.
Kyrie Irving, el jugador franquicia de un equipo aspirante a todo
Vamos a dejarlo claro, ni quería traspasar a Isaiah Thomas por Kyrie irving ni confiaba un pimiento en las cualidades de este como líder. Vamos, que soy un genio, los de Cuatro deben estar a punto de ponerme a presentar un concurso para que no moleste a la gente soltando opiniones de mierda sobre baloncesto. El año pasado ya quedó patente que Irving tenía no solo muchas granas de demostrar que era un líder sino que también tenía madera sobre ello. Hemos hablado tanto sobre el paso adelante que dieron Jayson Tatum y Jaylen Brown tras la lesión de Hayward que a veces se nos olvida que Kyrie Irving estuvo pateando culos durante esos 16 partidos.
Esta temporada, tras quitarse de encima el óxido lógico que provoca el llevar seis meses parado por lesión, está siendo el mejor jugador de los Boston Celtics. Por un amplísimo margen.
Con 26 años y liberado por fin de sus molestias en la rodilla, el base acaba de entrar en su prime pese a que a veces nos parezca que lleva ya una eternidad en la NBA – porque la lleva. Está firmando los mejores números de su carrera en asistencias (6,4), rebotes (4,9), robos (1,9), tapones (0,6) y en Cleveland nunca fue tan efectivo en sus lanzamientos como en Boston.
Pero no es en ataque donde había dudas sobre el acoplamiento de Kyrie irving en los Boston Celtics, siempre ha conseguido anotar cuando y lo que ha querido, sino en defensa. Durante su primer año en Boston ya se vio una mayor implicación defensiva del base pero esta temporada está siendo el segundo mejor jugador de la NBA recuperando balones perdidos, el octavo en deflections (tocar balones sin llegar a robarlos) y cuarto en cargas recibidas (empatado con Marcus Smart, el Velázquez de este arte).
Kyrie lleva toda la temporada dejándose los huevos en ambos lados de la pista y sus compañeros no han estado a su altura.
Kyrie Irving records 26 PTS, 10 ASTS, 5 STLS in New Orleans! #CUsRise pic.twitter.com/za5AwARBjo
— NBA (@NBA) 27 de noviembre de 2018
Marcus Smart y Kyrie Irving, el backcourt perfecto
Comenzábamos este artículo con una definición de los conceptos taoístas del «yin y el yang«, dos fuerzas tan opuestas y complementarias como Marcus y Kyrie. Ambos jugadores sobresalen tanto en un lado de la pisa que sus carencias en el contrario quedan disimuladas. Por un lado, se puede argumentar que Marcus Smart es el peor tirador que ha habido jamás en la NBA, pero lleva años asentado como uno de los tres mejores defensores exteriores de la liga (junto a Jrue Hodiday y Mike Conley, si solo tenemos en cuenta los números) y quizás el mejor interior por debajo de los dos metros que ha jugado jamás en la NBA. Por el otro, Kyrie es un torrente talento único que pertenece por derecho propio a ese club exclusivo de bases que han sido elegidos número #1 de su draft en los últimos 30 años: Magic Johnson, Isiah Thomas, Allen Iverson, él mismo, John Wall y, bueno, Markelle Fultz.
Decía Alejandro Dumas que tenía “más miedo de una pluma, una botella de tinta y una hoja de papel que de una espada y una pistola» pero siempre es recomendable llevar una espada, por si se nos acaba la tinta.