Brad Stevens se siente Oprah este verano. Reparte extensiones en esta offseason como la presentadora reparte coches entre su audiencia. El último beneficiado ha sido uno de los recién llegados a los Celtics, Josh Richardson, que tras ser la pieza que cerraba la TPE de Gordon Hayward, pasa a tener un contrato garantizado para las próximas dos temporadas, por un total de 24 millones de dólares.
Sorpresa en las oficinas de Brad Stevens, que renueva a un jugador que no ha jugado ningún minuto con la camiseta de los Celtics. Josh Richardson, en su día, aceptó su último año de contrato con los Dallas Mavericks, para acto seguido ser traspasado al equipo de Boston. Entiendo, sin tener ningún tipo de información, que había cierto acuerdo para realizar esta extensión previamente al traspaso, dando seguridad al jugador de cara a su futuro cercano.
A nivel económico, el movimiento es raro, por inesperado, pero encaja con la idea de acumular assets en forma de contratos fácilmente traspasables. Richardson, de 27 años, viene de jugar una mala temporada en Dallas, pero su perfil y su contrato siguen siendo atrayentes para franquicias en buscar de un alero de corte defensivo.
En el lado deportivo, Stevens le ha dado la vuelta a una situación bastante comprometida, en mi opinión, sobre todo a nivel mental y de química. Marcus Smart, Robert Williams III, Dennis Schroder y Josh Richardson, partían todos como expirings para la temporada que se viene, y siendo los cuatro jugadores importantes en la rotación, tres de ellos con casi total seguridad titulares, entiendo que no convenía tenerlos a todos buscando contrato a la vez.
Con este último movimiento, solo Schroder queda como «jugador en año de contrato«, una situación mucho más manejable a nivel de vestuario, sin tantos egos intentando lucirse.
Veremos cuál es el papel de un jugador que puede tener muchos minutos y valor de cara al futuro de los Celtics, de primeras, no me gustaría tener que enfrentarme a un backcourt en el que haga pareja con Marcus Smart.