Estamos por comenzar la temporada y no podemos dejar de hablar del jugador que más expectativas genera en la parroquia verde: Jayson Tatum.
El ex jugador de Duke tuvo que lidiar en la temporada 2018/19 con una imagen exacerbada que dejó más por sensaciones y memoria visual, que por realidades contrastadas.
En su temporada rookie cubrió con creces la baja de Gordon Hayward jugando mucho más tiempo que el que se esperaba y rindiendo a un nivel superlativo.
El contexto grupal y el desempeño en Playoffs elevaron la vara a niveles impensados para un alero que había arribado a la NBA como un anotador de volumen, con problemas defensivos, nulo juego off ball y mal tiro de larga distancia.
El curso 18/19 de Jayson Tatum y el hype descontextualizado
A la hora de poner la lupa sobre el juego del nacido en Sant Louis, hay que ponderar varias cuestiones que llevaron a la calificación por encima de las realidades.
El primer año de Tatum puede ser dividido en dos: en un primer momento, su juego se limitó a aprovechar las migajas que le dejaba la ofensiva de los Celtics (siendo la cuarta opción en ataque); la segunda, tras la baja de Kyrie Irving y el cambio de roles a segunda espada detrás de Jaylen Brown.
Pocos recuerdan al rookie que se paraba en las esquinas, tomaba tiros en catch and shoot, rompía por línea de fondo o anotaba aprovechando los espacios del lado ciego.
Este Jayson Tatum primigenio fue el más eficiente que se haya visto hasta el momento, cumpliendo funciones bien claras y en muchos sentidos, apartadas de sus fortalezas ofensivas.
Sorprendió a propios y extraños como readaptó su estilo de juego a algo completamente extraño a él y, sobre todo, al nivel de eficacia con que lo hizo.
Los primeros tres meses de temporada fueron diametralmente opuestos a cómo terminó la misma: juego sin pelota y anotaciones asistidas fueron el pan de cada día, poca media distancia, mucho triple desde las esquinas (63% de la esquina izquierda y 47% de la derecha) y casi el doble de intentos en la pintura que de media distancia (95 vs 50).
En estos tiempos, Kyrie y Horford monopolizaban la ofensiva verde, secundados por Jaylen Brown como tercera opción, relegando a un papel secundario al alero.
Por esos tiempos los porcentajes de eficiencia fueron altísimos: 43% en triples, 48.4% en tiros de campo, ganando poco a poco más lugar e importancia en el andamiaje de los Celtics.
Con la baja de Kyrie, Theis y Smart al finalizar la fase regular empezamos a ver a un Tatum más cercano a sus formas actuales: juego con pelota, incremento de la media distancia, menos catch and shoot y una caída en la eficiencia anotadora.
En defensa del jugador, las responsabilidades se incrementaron en un conjunto diezmado por ausencias notorias, pero el punto es que el rol ocasional y transitorio de final de año dejó en la retina de varios una imagen equivocada de lo que se tenía que esperar de él al año siguiente.
Los Playoffs 2017/18 dejaron estos guarismos: 18.5 pts, 32% en 3pts, 4.4 reb, 2,7 ast y 1.1 robos (sin Kyrie y Hayward).
La imagen de la volcada sobre LeBron James en aquel séptimo partido hizo más daño que otra cosa, porque para la temporada siguiente esa memoria retinal fomentó expectativas irreales en un equipo que recuperaba a sus dos espadas ofensivas.
Expectativas equivocadas, más que infundadas
Durante el interludio estival, periodistas y aficionados por igual especulaban con un salto cualitativo del jugador que no se condecía con el rol que iba a tener con el retorno de Kyrie Irving y Gordon Hayward.
Descontando los concejos nefastos de la víbora innombrable, Jayson Tatum pareció no entender cuál era la mejor manera de aportar eficientemente a un equipo que apuesta fuertemente al triple y los puntos en la pintura.
El jugador sabía que estaba en territorio pantanoso, el entrenador una y otra vez le había marcado que este tipo de tiro no es el que debe tomar.
Si algo hay que recriminarle al ex Duke es que en la primera parte del año de su segunda temporada apostó por la comodidad y la zona de confort. El problema no es tanto eso, como que son tiros que los Celtics por diseño tratan de eliminar y si a eso le sumamos que no lo estaba haciendo con acierto, el combo era más que contraproducente.
Con el paso del año trató de llevar su juego otra vez hacia el triple y la pintura, pero los niveles de acierto no fueron los del año anterior (37.3 % 3pts y 45% de campo). El lanzamiento de 7.25 mts en Playoffs fue similar al del año anterior: 32% y (eso que con los Bucks estuvo peleado con el aro).
Las expectativas colectivas que no fueron respondidas ayudaron también a que el rendimiento del jugador no destacase, pero Tatum hizo muchas cosas mejor que el año anterior en términos globales.
El año defensivo del alero fue mayúsculo, además reboteó mucho mejor (6.7 en comparación sobre 4.4) y aportó en varios apartados, como el robo y las ayudas secundarias a un nivel sobresaliente.
A la hora de ponderar su año estas cosas no son tenidas en cuenta y la imagen que queda va más de la mano de no entender que el rol era diferente al de los Playoffs del 17/18 y a una mala campaña de los Celtics en términos generales.
Los síntomas no eran los mejores cuando, en entrevistas previas al comienzo de la fase regular, hablaba de como sólo le importaban los Playoffs. Esperemos que él como sus compañeros hayan aprendido la lección y veamos al Jayson Tatum eficiente que todos queremos ver.
Qué esperar para su tercer año en la NBA
Si nos ponemos a pensar qué cuestiones son las que debemos observar del alero en esta temporada lo primero es que abrace un rol protagónico como segunda carta de gol tras Kemba Walker, pero aplicándose romper hacia el aro y dejar la media distancia como tercera opción por detrás de la primera y el triple.
More threes less midrange, more threes less midrange, more threes less midrange… repeat with us, more threes less midrange https://t.co/agAFYZmcX1
— Andrés Villar (@avillar9) October 1, 2019
El punto más flaco de Jayson Tatum en ofensiva, pasa por la poca cantidad de veces que va a la línea de tiros libres: 3.2 (17/18) y 2.9 (18/19). Para un jugador con el nivel de usage de él esto es muy por debajo de lo normal.
Stevens ha dicho en reiteradas oportunidades que necesita que el equipo incremente este tipo de lanzamientos porque es parte de la búsqueda de eficiencia a la que se quiere llegar. Más allá de que el ex Duke no es tratado por cariño por los árbitros, necesita incrementar el volumen a aproximadamente el doble de su promedio actual.
La utilización de una ofensiva más orientada al motion offense que al aclarado puede que le ayude en este quehacer, lo mismo que ponerlo en situaciones de pick and roll como bloqueador o ball handler con otra amenaza ofensiva.
Los Celtics por estructura y conformación de plantel variarán su ofensiva a lo que vimos los dos últimos años. La utilización de Kemba Walker sin pelota va a beneficiar el movimiento del balón y el ataque de los espacios sobre línea de fondo (algo que Tatum hace muy bien).
Si descontamos que mantendrá su nivel defensivo, con que pueda explotar mejor la transición, erradique poco a poco la media distancia en favor de la búsqueda de la pintura y el triple, veremos la versión de Jayson Tatum que todos esperamos.
Hayward es uno de los pilares sobre los que puede construir una manera más eficaz de atacar, involucrar a ambos jugadores en el pick and roll y aprovechar la capacidad de manejo y visión de campo del ex Utah será clave para que eleve su juego a los niveles esperados por todos.
En conclusión, Jayson Tatum necesita realizar ajustes en su ofensiva y seguir con la progresión general de su juego en todos los demás apartados, para darle a los Celtics de esta manera el jugador diferencial que están necesitando para ser un equipo contendiente al título en el corto plazo.