Se ha hablado ya hasta el hartazgo de la incansable ética de trabajo que ha puesto Jaylen Brown en los Boston Celtics desde su llegada a la NBA. De ser aquel jugador insulso que apenas parecía destacar por su monstruosa capacidad atlética, con mínimos fundamentos defensivos y alarmantes desconcentraciones, Brown se ha convertido en una fuerza emergente para estos Celtics y es una de las piedras angulares de los planes de la franquicia –toco madera, porque el GM es Danny Ainge– de cara a la próxima década.

Luego de que diera muestras de su madurez dentro y fuera de la cancha en su temporada de novato, Jaylen tuvo el desafío más importante para su año sophomore: reemplazar el vacío que dejaba el capitán de los ojos hinchados, Avery Bradley.

Y aunque los Celtics cambiaron tanto de una temporada a otra, la ausencia del mejor defensor perimetral de la liga ha sido de las que menos se ha sentido, porque el ex jugador de California ha sacado a relucir una excelente capacidad defensiva ayudado de su explosividad y acompañándola de una notable lectura de juego en ese costado. Ahora mismo, es el tercer jugador que más roba balones para los Celtics y esto le ha dejado la cancha abierta en varias ocasiones con capacidad para hacer locuras como esta y darnos sustos como el de anoche:

Luego de bajar 2,8 rebotes por juego en la campaña anterior, este año Brown ha subido sus números hasta los 5,2 en sus sesenta presentaciones, todas ellas saliendo como titular y ayudando a unos internos que aún son insuficientes en los tableros para resistir a los mejores internos de la liga.

Como si fuera poco, ofensivamente Brown se ha convertido en la segunda carta más confiable para Brad Stevens luego de la caída de Gordon Hayward. Con 14.1 puntos por juego, es el máximo anotador de los Celtics luego de Kyrie Irving con un 46% de acierto en tiros de campo, ha sido la pieza clave para varias de las remontadas que los Celtics han logrado en esta temporada con su empuje e indetenible ímpetu, que sirve incluso para motivar a sus compañeros.

Luego de lanzar un pobrísimo 29% desde la línea de 3 en su único año como universitario, el #7 ha mejorado a cántaros y durante esta temporada ya está lanzando al 37%, siendo el tercero que más intenta luego de Irving y Rozier, encontrando en las esquinas su punto favorito y combinándose con Tatum para tener alas capaces de atacar el aro y abrir la cancha a la vez que pueden defender a chicos y grandes sin problema, uno de los sueños húmedos de Brad Stevens en su carrera como entrenador.

Como bien lo detallaba Taylor Snow en días previos, una de las únicas áreas que quedaban por mejorar para «Jay» en su arsenal ofensivo eran los tiros libres, más aún cuando se ha convertido en un activo jugador a la hora de ir al aro y sacar contacto para ir a la línea de los suspiros, con más de tres libres por partido.

Durante sus primeros 41 partidos, el alero lanzó para un mediocre 56.4% desde la línea y desde entonces se ha concentrado en enfocarse durante el lanzamiento y bajar sus pulsaciones cardiacas para que la mecánica fluya de la manera indicada. El resultado está a la vista. En sus últimos 18 partidos, ha subido su porcentaje al 77% y exactamente en los últimos seis, Brown lleva un increíble 90% de promedio con 18 anotados en 20 intentados. Añadiendo a sus recursos el tiro que le faltaba para ser un arma letal en el costado ofensivo.

La confianza en Jaylen Brown de parte tanto de entrenadores como de aficionados es ciega porque ha demostrado cada día que es diferente, tanto por su ética de trabajo como por su personalidad fuera de la cancha, con la que calladamente se ha ganado un espacio en la liga y esperamos que en los Celtics sea el ejemplo a seguir, sin ir más lejos, de hombres como Jayson Tatum en el eventual progreso para su segundo año. Jaylen, un referente.

 

Foto: Celtics.com