Esta temporada no da ni un respiro a unos Boston Celtics que se quedan sin Jaylen Brown para lo que resta de curso.
Un desgarro de ligamento en su muñeca izquierda, misma lesión que Romeo Langford (esperemos que sin tanto misterio), deja fuera a un Brown que estaba haciendo la mejor temporada de su carrera.
El jugador, al que desde el partido contra Thunder se le vio con molestias, forzó para jugar 58 partidos (un plus salarial estaba en juego), pero luego no pudo más. Los Celtics, que se encuentran en el medio de una pelea encarnizada por los últimos puestos de Playoffs del Este, pierden a su segunda espada, y cualquier esperanza de una buena postemporada, queda aparcada para el año que viene.
No era nuestro año. No hay mucho más que decir. Tanto las bajas por el COVID, como las lesiones comunes, han mermado a una plantilla que ya partía de una posición más débil que la del curso pasado.
Cortos de talento, los Celtics no han podido soportar un acoso y derribo en forma de partes médicos que no han cesado de estar llenos desde el inicio de la temporada.
Los jugadores más importanes de la plantilla, contando con la adquisición de Evan Fournier, no han jugado ningún partido juntos, y el presumible quinteto titular que juntaba a Kemba Walker, Marcus Smart, Jaylen Brown, Jayson Tatum y Robert Williams III, solo ha podido disputar 7 partidos, con un balance de 6-1.
La planificación de plantilla fue mala, el equipo no era contender y todos los integrantes del cuerpo técnico y del plantel tienen parte de culpa por los malos resultados, pero no ha sido un año fácil.
Toca, por fin, pasar página. Restan cuatro partidos de temporada regular y lo que toque de Play-In/Playoffs. Este grupo nos ha acostumbrado a levantarse muy fuertes tras bajas importantes, puede que ahora que no va a estar Jaylen Brown, dejen esa apatía a un lado y se concentren en jugar correctamente.
Jugadores como Nesmith y Fournier, tendrán que dar un paso adelante para, por lo menos, terminar esta travesía de forma digna. Solo pido eso.