La temporada 2018/19 no es lo que se esperaba. Hemos llegado a la mitad y, a esta altura, la regularidad que habíamos pronosticado es difícil de encontrar y sigue sin aparecer. Lesiones, nuevos roles, contratos que se terminan y el peso de la responsabilidad de cumplir con los anhelos externos han puesto a Kyrie Irving y Brad Stevens en una posición hasta el momento inexplorada: liderar en la tormenta de las expectativas ajenas.
Brad Stevens y su traje nuevo
Cualquiera que observe al ex entrenador de Butler podrá dar fe de lo que digo: todo lo relacionado con Brad Stevens grita “bajo perfil”, desde su imagen de oficinista pulcro y de voz atenuada e impasible, hasta su derrotero deportivo. Partiendo de ser un oscuro analista de video ad honorem , arribar a dos Final Four de la NCAA, hasta liderar a la franquicia más ganadora de la NBA a dos finales consecutivas de conferencia en contra de todo pronóstico.
Llegó a ser entrenador de los “Bulldogs” tan calladamente que cualquiera que anduviese distraído en esos momentos se preguntaría quién era el joven que estaba ahí impartiendo órdenes preguntándose “Where is the coach?”. Ni hablar cuando llevó a su equipo a dos finales consecutivas para codearse con la élite de los programas universitarios más prestigiosos y poderosos del básquet universitario.
Cuando Danny Ainge lo colocó al mando de los Boston Celtics, lo esperado era que fracasara como lo habían hecho recientemente varios entrenadores provenientes del mundillo de las casas de altos estudios (Hello P*tino). Otra vez sorprendió a todos y se acomodó como uno de los más prestigiosos y respetados entrenadores de la liga.
Con planteles carentes de talento que fueron mejorando progresivamente, fue inflando su récord personal, pasando a tener una de las mayores efectividades de la NBA. Tras dos finales de conferencia desde un papel de retador le llegó por primera vez en su carrera el vestido del protagonismo y de las expectativas… el de ser el perro grande, el candidato a ocupar la corona del Este dejada por el Rey exiliado LeBron I.
Brad Stevens está ante un escenario completamente desconocido para él: en ningún momento tuvo que calzarse esta responsabilidad que generó él mismo y sus jugadores.
Esto ha cambiado y ahora es momento de entender cómo llevar ese nuevo rol; cómo manejar la responsabilidad de cumplir con lo que piensan los demás que debe gestionar de manera positiva.
Manejar egos es un arte y no todos lo saben hacer. Varios entrenadores a lo largo de la historia de la liga han sido eminencias en este sentido (Pat Riley, Phil Jackson, Red Auerbarch etc.). Los Boston Celtics actuales tienen que balancear personalidades que han ganado su lugar, algunas que emergen y otras que tratan de volver a imponerse.
Brad Stevens siempre ha ponderado lo grupal por sobre lo individual, pero va a tener que cambiar las estrategias comunicacionales, porque es fácil nuclear en lo colectivo cuando los egos no son altos, pero es muy difícil cuando el individualismo emerge paulatinamente.
Se sabe que es un coach que tiene alta ponderación de las experiencias de otros y que se suele nutrir de ello. Bill Belichick (entrenador de los New England Patriots) puede ser un buen referente a la hora de buscar un respaldo en esto de manejar egos y expectativas ajenas gigantescas.
El veterano de mil batallas navega en un vestuario con el mejor quarterback de la historia, quizás el mejor ala cerrada de la misma y personalidades tan diversas que acobardaría a cualquier líder grupal. Brad Stevens visita permanentemente a Belichick y está claro que él le puede ayudar mucho en esta nueva realidad.
Si con el manejo de los roles y los egos está flaqueando Brad Stevens, algo que ha ocurrido recientemente es que parece hasta contradecir esa imagen de entrenador que no tenía contemplaciones de sentar a quien sea si éste no respondía en el sector defensivo.
La otra situación, es la de tomar decisiones drásticas en los partidos cuando no está funcionando algo. Se ha visto esta temporada varias veces que el coach parece insistir ante situaciones de juego que no funcionan y eso es algo no observado en su carrera.
Nunca le ha importado la “chapa” del jugador (David Lee podrá contarlo): si no funciona sale de la rotación, pero este año no parece cumplir con dichos preceptos y eso está desdibujando su imagen incorruptible.
Si algo está claro es que el oriundo de Indiana es una persona inteligente y que siempre encuentra los caminos para recomponer situaciones que se antojan problemáticas. El mejor Brad Stevens es el que gestiona como Brad Stevens.
Lo que ocurre en el contexto actual es que se impone un libreto nunca jugado por él, obligándolo a probar estrategias desconocidas en su repertorio y necesarias en este presente. A lo largo de su carrera en el banquillo se ha impuesto a los desafíos con gradualidad (me cuesta mucho pensar en un Brad Stevens que va a solucionar todo de la noche a la mañana), porque históricamente se ha manejado siempre en procesos paulatinos hasta encontrar la solución al inconveniente que tiene en frente.
Stevens tiene la estructura organizativa, el talento y la inteligencia para saber encontrar cuál es la salida, aunque para ello tenga que enfrentarse al Balrog y volver evolucionado en otra especie de entrenador.
Kyrie Irving y la mala educación
Si el entrenador está teniendo dificultades para poder llevar esto de tomar decisiones adecuadas en una realidad nunca atravesada, la figura principal y cara de la franquicia atraviesa un proceso similar. Kyrie Irving está haciendo un esfuerzo gigante por ser un líder presente, aunque esto, como veremos, lo lleve a equivocaciones.
Desde su llegada a los Boston Celtics, el base ha insistido en su experiencia competitiva y en apartarse de esa forma de liderar cuasi dictatorial que lleva LeBron James en sus equipos. Todo el tiempo está marcando que él quiere que todos estén involucrados y que opinen o den su parecer y que del primero al último de la plantilla son hombres importantes.
El problema radica en que cuando uno es educado en un ambiente, es muy difícil apartarse de ello y muchas veces termina replicando cosas de las cuales quiere alejarse.
Si vimos durante su primer año a un Kyrie Irving que acompañaba a los jóvenes, los aconsejaba y motivaba para que den un paso al frente, este curso las cosas han cambiado. Su retórica se ha endurecido a la hora de las exigencias a los jóvenes, sobre todo a Jaylen Brown, Terry Rozier y Jayson Tatum.
Las recientes declaraciones acusando a los jóvenes de no entender como sobrellevar las dificultades competitivas de un equipo que tiene que ser protagonista, llevaron a la réplica por parte de Jaylen Brown y Terry Rozier.
El propio Kyrie Irving dijo después arrepentirse de la manera con que había recriminado a sus compañeros públicamente, pero esto marca a las claras que el líder del grupo está tratando de encontrar también el camino o las maneras de sobrellevar esta situación de liderar bajo la presión de las expectativas y la presión externa.
«Jaylen Brown tenía razón, tengo que hacer las cosas correctas y no señalar a nadie, me tengo que dar cuenta de lo que podemos hacer como grupo».
El verse en otra posición, hizo rememorar al oriundo de New Jersey, que su accionar y rol pasado cuando él era el que ocupaba la posición de novato y LeBron la de líder no había sido la mejor (más allá de las diferencias de como llevar un grupo adelante).
«Llamé a LeBron tras el partido vs Magic, me disculpé por ser ese joven jugadores que quería todo lo que podía alcanzar. Quería todo para mi, ser el jugador que nos llevase al anillo, el líder… quería todo»
«Sentía que él era la persona indicada a la que podía llamar porque, él ha estado en esa situación. Él ha estado ahí conmigo, cuando yo era el chico de 22 que quería todo ya».
«He estado en un equipo en que se hacían las cosas públicas y no es la mejor opción para sacar lo mejor del grupo. Intenté hacerlo con la mejor intención, pero no fue recibido como quería».
«Ahora estoy en esa posición (la de cabeza de grupo) pido esto y quiero esto. Quiero la responsabilidad. Es bueno pedir ayuda y asumir responsabilidad de lo que has hecho en tu carrera».
«Necesitas ser un hombre de verdad para dar marcha atrás y llamar a alguien para decirle «ey era joven, cometí errores, no estaba viendo todo lo que tú podías ver. No tenía el final de temporada en mi mente».
Si decíamos más arriba que Brad Stevens está ante un contexto novedoso para él, lo mismo ocurre para su cabeza de grupo, que hasta el momento había mostrado un estilo de liderazgo compartido, pero presencial, reflexivo y contemplativo.
La presión, las responsabilidades, el tratar de cumplir con lo que espera el resto de uno, lleva a esta realidad en la que vemos como el jugador está atravesando la curva de aprendizaje en comandar un grupo de personas. Este tipo de reacciones alejadas de la actitud que había mostrado hasta el momento Kyrie Irving, son una muestra de que está probando formas, buscando las maneras, aprendiendo a ser líder algo que no se logra de la noche a la mañana y lleva a aciertos y caminos equivocados.
Tanto el entrenador como su jugador franquicia se encuentran en un contexto novedoso de sus carreras, en donde la presión y las expectativas ajenas les hace replantearse sus métodos y sus formas, las que están tratando de encontrar en medio de una competencia que no se detiene y que trabaja como una picadora de carne. Ambos tienen la capacidad para encontrar la solución a esta situación, veremos si logran frenar la maquina a tiempo para no convertirse en picadillo.
Fuentes: Declaraciones de Kyrie Irving via Clevis Murray The Athletic