Isaiah Thomas era el elegido. Como todos los héroes, llegó en un momento de necesidad y cuando ya nadie le esperaba. El 20 de Febrero de 2015 los Boston Celtics, entonces lejísimos de Playoffs con un récord de 12-30, veían como el mercado de traspasos se había cerrado sin que el equipo se hubiera podido reforzar. Los aficionados ya dábamos la temporada por perdida y buscábamos en YouTube highlights de esos Jahlil Okafor y Justice Winslow que iban a ser drafteados en unos meses y que tanto parecían gustar a la directiva.

Entonces llegó él. Cinco minutos después del cierre del mercado, se filtraba que en el último segundo Danny Ainge había realizado otro de sus atracos. A cambio de una ronda mala (una primera ronda de Cleveland) y un jugador que apenas promediaba un cuarto de hora por partido (Marcus Thornton), conseguía vestir de verde a ese pequeño anotador experto nombrado tras un viejo rival de Boston, IsiahThomas.

Nadie mejor que el propio Isaiah puede narrar cómo fueron esas primeras semanas en los Boston Celtics. Danny Ainge le dijo que por su manera de jugar podría llegar a convertirse en una «leyenda de la franquicia«, y él en principio pensó que estaba hypeado por el traspaso. Pero luego se lo creyó y comenzó a jugar como una. Durante esas primeras semanas en Massachusetts, Isaiah Thomas lideró al equipo saliendo desde el banco e hizo lo que más gusta al público por estos lares: ganar y darlo todo en la pista. Hasta tuvo tiempo de cumplir otro de los clásicos de este siglo en Boston: ser lesionado por Dwyane Wade cuando más se le necesitaba.

Tras un cierre espectacular de la temporada en la que el base fue el máximo anotador y mejor jugador del equipo pese a salir desde el banco, los Boston Celtics se metieron en unos Playoffs que meses antes parecían tan lejos como la Luna. Siempre inconformista y experto en molestar a aquellos aficionados que parecen tener reacciones alérgicas a la ambición de sus jugadores, Isaiah Thomas no se quería solo ser el mejor sexto hombre de la liga: quería liderar, quería ser titular y la cara de la franquicia.

Y eso es lo que ha sido el enano desde su llegada a Boston: el jugador franquicia de Celtics. Por su entrega tanto dentro como fuera de la cancha, Isaiah Thomas es el jugador más querido por la afición de los Orgullosos Verdes desde los tiempos de Larry Bird. Ese cariño que a Paul Pierce le costó casi 10 años ganarse fue conquistado por Thomas en menos de 35 minutos durante su primer partido, contra Los Angeles Lakers.

No voy a insistir en lo que ha hecho dentro de la cancha. Su última temporada es ya parte de la historia (la más efectiva en la historia de los Boston Celtics y la segunda con más anotación solo por detrás del Larry) y sus Playoffs, corriendo con la antorcha pese a la temprana muerte de su hermana, es algo de lo que se seguirá hablando dentro de 25 años; cuando quizás nadie será capaz de explicarse cómo Danny Ainge pudo deshacerse de él, o quizás sea una más en su larga lista de aciertos.

En lo que quiero insistir es en su mimetización con la ciudad, con los aficionados, en su facilidad para acabar siendo aceite pese a haber nacido agua. Quien creció como fan de Los Angeles Lakers y recibie el nombre en honor al mejor jugador en la historia de los Detroit Pistons, salvo Kevin Garnett, nadie ha representado tan bien en los últimos 30 años lo que significa ser un celtic como Isaiah Thomas. Estoy seguro de que habría sido el favorito de Red Auerbach, por su entrega, por su talento, por su abrazo a toda la comunidad y la franquicia.

Mucho se ha hablado sobre su insistencia a la hora de pedir un contrato máximo que merecía de sobra, al menos en opinión de quien aquí está escribiendo. Sin embargo, se tiende a olvidar que Isaiah Thomas tiene el mejor contrato de la NBA y que, pese a ser candidato al MVP durante la última temporada, siempre puso a los Boston Celtics por delante y priorizó el atraer más talento a cobrar su dinero un año antes. No habría sido el primer caso de una estrella que se cree infrapagada y entra en rebeldía, filtrando que si su equipo no le renueva el contrato quizás decida irse cuando sea agente libre. En lugar de eso, Isaiah Thomas se ha pasado dos años inundando las redes sociales con mensajes y guiños a cualesquiera que fueran los objetivos más viables para los Orgullosso Verdes, desde Al Horford a Gordon Hayward, pasando por Blake Griffin, el enano ha hecho todo lo humanamente posible para que otras grandes estrellas se vistan de verde. Aunque esos mismos movimientos complicasen su propia continuidad en la franquicia.

Isaiah Thomas ha muerto de éxito. Isaiah Thomas ha dejado de ser un miembro de los Boston Celtics por estar demasiado involucrado en lo que significa ser un celtic. Él solo no podía traer un anillo, por eso se mató para traer a Al Horford, a Gordon Hayward. El verano que viene tocaba renovarle, pero con los contratos de estos dos últimos, Danny Ainge no quiso pagar a un jugador de 29 años con un problema en la cadera. Un problema en la cadera que se hizo jugando lesionado media docena de partidos. ¿Para qué lo hizo? Para que los Boston Celtics siguiesen vivos en su sueño de ganar el #18, para que llegar los más lejos posible y que los agentes libres viesen Boston con una óptica parecida a la suya… Isaiah Thomas se dejó la cadera y la vida en las redes sociales para traer más talento a los Boston Celtics mientras ahora hay quienes justifican su salida por esa misma actividad en redes sociales y esos problemas de cadera.

Isaiah Thomas se dejó el sudor, el salario y la cadera por nosotros. Nos hizo mejores a corto y largo plazo. Isaiah Thomas vestirá de granate el año que viene, quién sabe de qué color lo hará el siguiente, solo una cosa está clara: Isaiah Thomas es un maldito celtic.