Los Boston Celtics llevan 12 victorias consecutivas y son líderes de la NBA. No solo eso sino que lo están haciendo tras perder al mejor Agente Libre del pasado verano tras solo cinco minutos de competición.

 

El siguiente artículo trata de explicar el por qué de las dos líneas anteriores, que he escrito solo por el puro placer de hacerlo. No hace tanto estábamos escribiendo casi lo contario y de vez en cuando hay que darse estos gustos y ser felices; porque si no acabas amargado, encerrado en tus propios rencores, y partiendo la boca a tus compañeros. Pregunten en Chicago, pregunten.

 

Brad Stevens sigue siendo el mejor activo de los Boston Celtics

  • Brad Stevens debió haber ganado el premio al mejor entrenador del año la temporada pasada.
  • Brad Stevens debió haber entrado entre los tres mejores entrenadores de la temporada 2014/15.
  • Ante la duda de perder a Brad Stevens o a cualquier jugador de esta plantilla, te tienes que quedar con él.
  • «Uno de los nuestros» es mejor que «El Padrino» y «El Padrino: Parte 2» es mejor que las anteriores.

Esas son cuatro afirmaciones tan ciertas que ni Sócrates se atrevería a poner una sombra de duda sobre ellas. Brad Stevens es la piedra angular de este proyecto, y si tras la lesión de Gordon Hayward fueron varios los periodistas que informaron de que dentro de los círculos NBA las palabras de consuelo a los empleados y seguidores de los Boston Celtics era «tenéis a Brad, todo va bien«, ahora los rumores hablar de que el 100 % de los ejecutivos, entrenadores y jugadores preguntados off-the-record sobre la racha del equipo atribuyen todo el mérito de la misma a Stevens.

El entrenador ha ideado la mejor defensa de la NBA pese a contar solo con cuatro jugadores de vuelta, tener 10 caras nuevas, 7 fichas de rookie, y perder a su defensor más versatil en el primer partido de la temporada. No solo eso, sino que está logrando que profesionales desde hace solo un mes conozcan ya sus puntos fuertes y débiles, sus funciones, sus armas, y las ejecuten correctamente.

Desde Kyrie Irving, que le ha calificado de erudito, a Marcus Smart o Al Horford, todos los jugadores coinciden en señalar que el entrenador es quien les pone en situaciones inmejorables para tener éxito. Y no es entrenador de libreto único, desde su llegada, los Boston Celtics han ganado tanto a grandes defensas cuando no había equipo para más (de 2014 a 2016) como a un gran ataque basado en sacar cada gramo de talento a un grupo sin tamaño para defender de manera efectiva (2016/17).

John Lennon dijo: «Soy un artista, dame una puta tuba y sacaré algo». Brad Stevens es un entrenador, dale una puta pizca de talento y te hará un equipo competitivo.

Banquillo inmenso

Los Boston Celtics tienen una rotación de 11 jugadores en la que nadie juega más de 32 minutos y solo Kyrie Irving tiene el balón en sus manos un tiempo que podría ser calificado como elevado. Lo importante de esta rotación tan larga, muy propia de estos meses en los equipos de Brad Stevens, es que no se trata de los ya conocidos experimentos con gaseosa del técnico de Indiana – hagamos un esfuerzo por las mil cosas que el ex-Butler siempre intentaba durante los meses previos al All-star para luego quedarse con lo que valía y desechar lo que no tras el parón de Febrero, no. En esta rotación cada jugador tiene un rol específico que cumple a la perfección.

Desde Semi Ojeleye a Daniel Theis, pasando por Shane Larkin, todas los rookies elegidos fuera de posiciones de lotería están rindiendo – con la sola salvedad de Gerschon Yabusele. Daniel Theis está derribando siglos de prejuicios siendo un maldito jugador europeo alto, con atleticismo y gusto por bregarse en la pintura, Shane Larkin ha descongestionado tantos partidos que hasta el propio Stevens reconoció que se odiaría a sí mismo de haber tenido que entrar en las situaciones de juego en las que ha metido al base en pista, y Semi Ojeleye fue bautizado en la NBA con Napalm y Termita en lugar de agua, o lo que es lo mismo: teniendo que defender a LeBron James y Giannis Antetokounmpo en 3 de sus primeras cuatro noches.

En el pasado podcast ya analicé con más números (y canté, a ritmo de chincha rabiña, soy un genio incomprendido, durante unos dos minutos «os lo dije todo el verano y nadie me hizo caso«) la aportación de un banquillo que alcanzó su techo en la épica remontada contra los Charlotte Hornets. Aquella noche, y con 78.2 millones de talento lesionados – Gordon Hayward en su pierna y Al Horford y Kyrie Irving en su cara – los Boston Celtics ganaron un partido que fueron perdiendo de 18 puntos gracias a los 44 que aportó el banco. Todo el quinteto de los Hornets logró 2 puntos menos que el banco de Boston.

La profundidad de plantilla siempre ha sido una de las fortalezas de los equipos entrenados por Brad Stevens, pero pese a la evidente mejoría en cuanto a talento con respecto al año pasado (Tyler Zeller, James Young, Kelly Olynyk…), la inexperiencia de una unidad conformada por cuatro rookies, dos jugadores menores de 23 años y un base con poco más de 4.000 minutos NBA que jugó su última temporda en Vitoria, podría acabar siendo demoledora para un equipo que solo ha disputado 5 minutos con su quinteto titular sano. Por suerte para los Boston Celtics, Brad Stevens es un genio y sus discípulos ávidos aprendices.

 

Este deporte es mucho más sencillo cuando coges rebotes

No vamos a insistir más en lo evidente: el quinteto titular es 33 centímetros más alto que hace 5 meses y ahora hay tres reboteadores de élite en su posición (Marcus Smart, Terry Rozier y Jayson Tatum), así como jugadores que al menos son promedio o buenos a la hora de cerrar el rebote defensivo. Mucho menos vamos a hacer sangre de jugadores de siete pies de altura y cuatro de extremidades – que no os engañen, tras las muñecas, tenían un par de pies; con dos manos y diez dedos es imposible sufrir algunas de las cosas que vivimos los dos últimos años en el TD Garden.

Los Boston Celtics han ganado la batalla rebotera en 11 de sus últimos 12 partidos y los han ganado todos, y de los últimos 40 partidos en los que esto ha ocurrido solo han perdido tres. Los Boston Celtics se han convertido en un equipo que protege agresivamente el rebote defensivo, que no renuncia al ofensivo en favor de las transiciones porque, ahora sí, tiene gente que corre muy bien la pista y hasta Al Horford, que el año pasado firmó la peor campaña de su vida en el apartado reboteador, está implicado con la causa.

 

El paso adelante de los veteranos Marcus Smart y Terry Rozier

Tras la tormenta del pasado verano, con las ya citadas diez caras nuevas y solo cuatro conocidas, todos los aficionados y analistas coincidimos en señalar la vital importancia de dos jugadores como Marcus Smart y Terry Rozier que, tras la oleada de cambios, se convertían en los más veteranos de la plantilla pese a contar ambos con apenas 23 años de edad.

No voy a hablar demasiado, sirva de excepción, de Marcus Smart. El base texano está amplificando cada día su juego, dominando todas aquellas facetas del juego que nada tienen que ver con anotar – donde está firmando los peores números de su carrera con un pésimo 29 % en tiros de campo. Pero mientras no es capaz de siquiera igualar los números anotadores del año pasado pese a tirar un tiro más por partido, está destacando en todo lo demás.

Lidera al equipo en asistencias (5.8 por partido) sin apenas incrementar las pérdidas con respecto al año pasado. También ha subido sus números en robos y rebotes. Pero más que en los números, se está notando su evolución como creador, siendo una pieza clave del ataque de los Orgullosos Verdes tanto cuando juega con la segunda unidad (Daniel Theis debe el 50 % de sus puntos al pick and roll con Marcus Smart, y el otro 50 % a las piedras que este lanza y el alemán recoge diligentemente), como cuando cierra los partidos con los titulares. Es habitual que sea el base quien toma el balón y las responsabilidades inherentes al mismos cuando el equipo está demasiado acelerado, la presión aprieta, y los aclarados no funcionan.

Por su parte, Terry Rozier está dejando de ser ese jugador cal y arena que desesperaba y maravillaba a partes iguales – lo primero en temporada regular y lo segundo en Summer League y Playoffs. Al igual que sus historias de Instagram, el juego del combo-guard se ha sofisticado con el tiempo. Recibe siete minutos más por partido que la anterior temporada, lo que le ha permitido repartir una asistencia más por partido y aumentar sus puntos hasta los 10.3, todo ello sin perder más balones y elevando su porcentaje desde el triple.

Si en el caso de Marcus Smart los números no es lo que más llama la atención en su juego, en el de Terry Rozier estos no lo son todo pero también son muestra de lo que ha crecido como jugador durante el pasado verano. Tras 14 partidos se empiezan a entender todos aquellos comentarios de compañeros, entrenadores y del mismo Danny Ainge que hablablan de la cantidad de trabajo que el base dedica a su juego; ética bien inculcada por veteranos como Isaiah Thomas y Avery Bradley.

Sigue teniendo sus lagunas, sus desconexiones y algunos tiros que justificarían un lapidamiento tras acabar el partido. Pero eso ha pasado de ser el desesperante 50 % de la Terry Rozier Experience a un muy disfrutable, por macarra, 10.

 

Al Horford, mejor que el joven Al Horford

Dos años le ha costado a Al Horford darse cuenta de que su puesto en la NBA actual es el de pivot o center. No son palabras mías, que también, sino del propio jugador dominicano tras acabar el pasado encuentro contra los Toronto Raptors.

Sin un incremento de minutos, Horford está erigiéndose en un líder vocal y visual del equipo. Él y Marcus son los encargados de mandar a filas a sus compañeros cuando estos pierden su marca o se despistan en defensa, algo ya habitual en el pasado, pero ahora también podemos apreciar durante los partidos cómo grita a los más jóvenes que se atrevan a lanzar ese tiro o que vayan a canasta. Está siendo la personalidad más influyente en la pista del TD Garden desde el traspaso de Kevin Garnett – lo de Isaiah Thomas era otra cosa, más asesino.

Al Horford ha abrazado su rol y está sacando lo mejor de él. Sus porcentajes de tiro 48-58-81 son impropios de un jugador de su altura que lanza más de tres triples por encuentro. Además, la pérdida de peso que decidió llevar a cabo el pasado verano no ha hecho sino mejorar su velocidad y atleticismo, subsanando su principal carencia defensiva en el pasado.

El dominicano lleva un año cobrando como un jugador franquicia, pero durante el último mes ya no hay nadie que critique este estatus.

Irving atacando el aro contra los Lakers

Una defensa extraordinaria, en fondo y forma

No voy a analizar con demasiada profundidad este aspecto porque ya lo tocamos bastante en el último programa de nuestro podcast y me consta que alguien mucho más válido que yo está ya escribiendo sobre ello, solo quiero dejar un pequeño apunte.

Los Boston Celtics no tienen ni un solo jugador con 7 pies o más en su roster, cuando la media de los equipos es tener 2.3 de este tamaño. Simplemente son más altos que el equipo rival… en todas las demás posiciones, con varios jugadores que antiguamente serían etiquetados como aleros o ala-pivots que son capaces de defender todas las posiciones del 1 al 4.

En definitiva, salvo el ataque y las dichosas lesiones que siguen cebándose con esta franquicia como viene siendo norma desde 1986 (con la única excepción de 2008), todo está saliendo a pedir de boca en Massachusets. Las derrotas llegarán y el calendario se endurece bastante en Diciembre, pero este equipo ya se ha ganado el respeto de la liga y el cariño de sus aficionados. En catorce partidos.