Dos prórrogas, 138-134 en el marcador, y un partido digno de la 75 temporada de la NBA. Los New York Knicks vencieron a los Boston Celtics en una noche no apta para cardiacos, llena de jugadas inverosímiles, y con una batalla tremenda entre Jaylen Brown y Julius Randle.


Los 46 puntos, récord personal de Brown, no fueron suficientes para llevar a Udoka a su primera victoria oficial en el banquillo verde. Cargando con la noche pésima de Jayson Tatum, Jaylen intentó remar hasta un final en el que, faltos de piernas, los Celtics no pudieron cerrar un partido que se quedó rebotando en el aro, a centímetros de entrar, al igual que todas esas malditas bandejas de ls segunda prórroga.

 

Tras un inicio muy bueno de los Celtics, con buen movimiento de pelota, muchas asistencias y gran acierto exterior, en el segundo y tercer cuarto se volvió a caer en viejos hábitos, se cometieron errores no forzados y el ataque, por momentos, colapsó completamente.

Con las bajas de Al Horford por COVID y Josh Richardson por migrañas (¿la buena resaca tras llegar a La Gran Manzana?), Udoka decidió dar la titularidad a un Grant Williams que, pese a buenos momentos en ataque, desde el triple y cortando sin balón, no pudo en ningún momento del partido contener a un Randle que hizo lo que quiso con el jugador de los Celtics.

Hasta el final del encuentro, no se decidió cambiar la estrategia para defender al mejor jugador rival, que se aprovechó de los cambios y los marcajes dobles sin apenas dificultad. Robert Williams fue el encargado de defender de manera individual a Randle, y pese a que lo hizo bien, el resto de sus compañeros demostró poca comprensión del cambio sistema, fallando en las coberturas un montón de veces, con claros signos de seguir pensando que la orden seguía siendo la de cambiar todo.

 

 

De esto último se aprovechó Evan Fournier para terminar de decantar el partido a favor de los locales. Los Knicks buscaron bloqueos entre Randle y el francés, Robert Williams no cambiaba porque su orden era quedarse con Randle, su compañero no lo entendía, pasaba el bloqueo por detrás y Fournier podía tirar a placer.

La Udokaneta tiene mucho que mejorar, faltaría más, pero el inicio del partido mostró signos de mejora en apartados muy necesitados el año pasado. Cuando la pelota dejó de entrar, se volvió a caer en malas costumbres, como el típico pasaje de Marcus Smart en el que decide tirarse todo lo que toca, porque total, nadie la está metiendo.

Con un partido normalito de Jayson Tatum, seguramente los Celtics se hubiesen llevado la victoria, pero la estrella se centró demasiado, de nuevo, en la línea de tres, en una noche en la que, desgraciadamente, no metió ni una.

Para terminar con algo positivo, los partidos de Robert Williams y Romeo Langford fueron bastante buenos. El pívot jugó 44 minutos, tope de su carrera, con mucha presencia defensiva, y el escolta mantuvo su buen momento desde el tiro, aportando mucho desde el banquillo.


Los Celtics tendrán la oportunidad de quitarse el mal sabor de boca el viernes, con el primer partido en casa frente a los Raptors.