El 20 de octubre de 2003 Danny Ainge traspasaba a Antoine Walker, un jugador amado por la parcialidad verde como pocos pero con muchos problemas actitudinales y de ética laboral. Tras dos años y durante una NBA trade deadline, volvió a realizar un traspaso para repatriarlo tras la presión de la afición y la prensa local. Seis meses después Walker volvía a ser traspasado.

 

Danny Ainge ha cambiado mucho su estilo de negociación a través del tiempo. Desde su asunción como general manager solo hay una constante en sus formas: no tener miedo a apretar el gatillo y tomar apuestas arriesgadas.

Si en los traspasos más grandes la continuidad de riesgo es un parámetro común, donde más se aprecia un cambio es cuando llega Febrero. Este es el momento de realizar cambios temporales que casi siempre vienen marcados por las necesidades puntuales de la plantilla.

Para ilustrar un poco esto vamos a realizar una pequeña retrospectiva para que podamos analizar con más claridad de lo que estamos hablando.

 

De Walker a Perkins, de Perkins a Thomas

Como veíamos al comienzo del artículo, Ainge sucumbió a la presión mediática y de la afición en el 2005 para repatriar a Antoine Walker. El mismo Ainge reconocía años después que su falta de experiencia fue una de las principales causas que propiciaron dicho movimiento.

Los posteriores cierres de traspasos marcaron a un Ainge mucho más cauto en la NBA trade deadline, pero en el año 2011 volvió a las andadas y transfirió a Kendrick Perkins y Nate Robinson por Jeff Green y Nenad Krstic.

La apuesta del general manager era clara, buscar un recambio para los últimos días de Paul Pierce en la Beantown, pero también con intención de “mejorar” al equipo de manera inmediata, con la vista puesta en los Playoffs, con un jugador que pudiera sumir carga anotadora cuando se sentasen los titulares. Ahora es justo decir que la apuesta salió mal.

La pérdida de Kendrick Perkins fue un golpe durísimo para el plantel, el pívot era de los jugadores más queridos por sus compañeros, y un jugador fundamental en la protección del aro en una NBA en que ese perfil todavía era importante.

 

 

El experimento Jeff Green naufragó incluso tras la partida de Paul Pierce a Brooklyn Nets, y lo que hubiese sido un simple dejar pasar la NBA trade deadline en el que el equipo puntero del Este se reforzaba aún más, terminó provocando un problema endémico para la franquicia durante los años siguientes: rebote y protección del aro, ¿les suena?

Con la reconstrucción ya iniciada y con Brad Stevens al mando, Danny Ainge hizo todo lo que pudo para reiniciar desde cero. Por mucho que le hubiera prometido a su coach que no iba a hacer ningún intento por tankear, sus movimientos en el despacho no indicaban lo mismo.

Brad Stevens se vio de la noche a la mañana con 40 jugadores distintos en menos de dos años sumando a aquellos que ni si quiera se pusieron la camiseta verde como Rivers o el mismo Nate Robinson. Bill Russell tuvo 43 compañeros en sus13 temporadas en los Boston Celtics.

El entrenador confesaba en una entrevista al finalizar su segundo año que estuvo a punto de renunciar y volver a la Universidad al no saber cómo manejar tantos cambios en la plantilla. “Me levanto por la mañana y reviso el roster para saber con quién cuento”, dijo en la previa a un juego vs Miami Heat. Sufrió 11 trades en el medio de una sola temporada, aunque como me dijo por twitter @CatchAndChof

 

 

Los jugadores y el entrenador, sumado a una inesperada mano de los Brooklyn Nets, hicieron torcer el brazo de Ainge, que para la NBA trade deadline de ese año realizó el movimiento que transformaría definitivamente la reconstrucción. A falta de cinco minutos para el cierre, los Phoenix Suns, ofrecieron la pieza ofensiva que necesitaba un equipo que había lavado su cara tras los tratraspasos de Rondo y Jeff Green. La llegada de Isaiah Thomas lo cambiaría todo, dejando el tanking de lado y apostando por los Playoffs.

Danny Ainge modificó su parecer forzado por la situación, los jugadores salían a ganar y su entrenador no parecía pensar en otra cosa que no fuese mejorar. Una reacción muy alejada de las decisiones que había tomado en sus comienzos, más acordes a pensamientos propios, que a una lectura interna de las necesidades del contexto.

El cambio que hemos experimentado en las formas de Ainge con respecto a esta época especial del calendario NBA se puede clarificar con las dos últimas experiencias durante la NBA trade deadline.

El año pasado cuando todo el medio pedía a gritos un traspaso para encarar los Playoffs, el dirigente no quiso renunciar a jugadores como Terry Rozier (importantes en la rotación de esta temporada) por contratos de tres meses que no iban a dar el salto suficiente como para competir con la élite.

En el día de ayer volvimos a toparnos con una actitud más “conservadora” y enfocada en no perder assets por parches temporales, enfocando la importancia de jugadores que son parte importante del andamiaje del equipo (Marcus Smart). Ante una situación similar a la que vivió con Kendrick Perkins años atrás, jugador en contrato expiring con posibilidades de no poder retener, eligió el camino contrario.

La chance de perder a Marcus Smart este verano está más latente que nunca, pero la experiencia le ha mostrado a Ainge que muchas veces es preferible tomar el camino largo y de riesgo, que el corto y menos especulador.

Qué Danny Ainge nos esperará la próxima NBA trade deadline no lo sabemos a ciencia cierta, lo que si podremos asegurar es que veremos una decisión mucho más cercana a la de los últimos tiempos que a la de sus comienzos.

 

Fuentes:

Basketball Reference

Foto:

Danny Ainge, General Manager de los Boston Celtics (Foto Keith Alison CC)