Los Boston Celtics siguen jugando sin descanso en este mes de Diciembre, y apenas 24 horas después de derrotar en Charlotte a los Hornets, el conjunto de Brad Stevens recibía en el Garden a uno de los equipos más en forma de la NBA: los Houston Rockets de James Harden. Además, como sorpresa de media tarde, el conjunto texano llegaba a Boston con un viejo conocido de los Orgullosos Verdes, el recién contratado Gerald Green.

 

Tras haber visto cómo ex-jugadores de la talla de Kelly Olynyk y Jonas Jerebko habían causado auténticos destrozos a su equipo durante las dos últimas semanas, los aficionados de los Boston Celtics sufrían con lo que el alero elegido en la 18ª posición del NBA Draft 2005 por Danny Ainge podría acabar haciendo esta noche. Angustia doble en esta casa puesto que el bueno de Gerald, héroe durante la primera ronda de los pasados Playoffs, era nuestro favorito para ocupar la 15ª plaza del roster verde; que sigue libre.

No todo podían ser malas noticias, y pese a seguir de baja Jaylen Brown y Semi Ojeleye, los Boston Celtics al menos recuperaban un alero en Marcus Morris. Por parte de los visitantes, contaban con las bajas de Chris Paul (abductor), Luc Mbah a Moute, Clint Capela, y Troy Williams.

Lo mejor que se puede decir de la primera parte de los Boston Celtics es que duró poco. A los tres minutos de empezar el encuentro este ya se había acabado: parcial de 0-12 para unos Houston Rockets liderados por James Harden que obtenían todo lo que querían en el costado ofensivo y que apenas sí tenían que andar deprisa para frenar el ataque local. A la falta de acierto y de movimiento habitual de las últimas fechas venía a sumarse un grotesco cuidado de la pelota que hacía que los Boston Celtics perdiesen un balón al minuto.

El rendimiento de los Orgullosos Verdes rondaba lo ridículo con la única excepciónde Jayson Tatum que, pese a seguir la tónica de todos sus compañeros en defensa, al menos mostraba caracter y actitud en ataque. Pedía el balón, atacaba el aro, buscaba anotar y crear tiros para sus compañeros. También lo hacía, con menos éxito Kyrie Irving, pero era doloros de comparar los arrebatos de un equipo y compararlo con el juego de bloqueos, espacio, ayudas y pases del rival. Los 62 puntos anotados por los Houston Rockets en la primera mitad son un récord negativo para el equipo de Brad Stevens esta temporada y aún así las sensaciones eran de que podría haber ido aún peor.

Tampoco empezaba bien el tercer cuarto para los Boston Celtics, con el equipo entrando en bonus a falta de 8 minutos para que acabase el tercer cuarto. 23 puntos por debajo y con casi un cuarto entero por delante en bonus, cualquier equipo habría bajado los brazos y jugado solo para conseguir el resultado menos humillante posible. Pero los Boston Celtics no son cualquier equipo, son una panda de descerebrados que lucharán hasta el último aliento tanto para tirar por la borda una ventaja de 20 puntos (ayer en Charlotte) como para remontar una de 25. Y eso es exactamente lo que hicieron.

Los jugadores confesaron tras el partido que Brad Stevens se limitó a decirles que saliesen a comerse a los Rockets, pero el cambio de imagen tras la reanudación es difícil de explciar sin la intermediación de la magia negra. Kyrie Irving decidió dejar de ser el jugador indolente que ha sido durante el 90 % de su carrera y durante 15 minutos volvió a ser aquel jugador agresivo en defensa que maravilló a los aficionados verdes durante las seis primeras semanas de competición. A su alrededor se erigirían, imperiales, Terry Rozier y Jayson Tatum, con la inestimable ayuda de Shane Larkin.

Terry Rozier lleva tres partidos jugando a un nivel altísimo, alcanzando contra los Houston Rockets su cota más alta. Asfixiante en la defensa uno contar uno, inteligente en las ayudas y anotando tiros importantes cuando a los demás se les apagaban las luces. Suyos fueron los triples grandes del tercer cuarto, así como los robos que empezaron a torpedear el ataque visitante. Por su parte, Jayson tatum, el mejor jugador en el global de la noche, siguió en el tercer y, sobre todo, último cuarto, asumiendo responsabilidades ofensivas y fabricándose tiros; pero lo que realmente sorprendió fue su rendimiento defensivo, realizando hasta tres defensas de altura sobre el mejor jugador contrario, que resulta ser uno de los bases con más capacidad para leer las defensas rivales. No pudo leer nada en el juego de Jayson y acabó dos veces estrellándose contra su envergadura y otra taponado. Mención aparte merece un Shane Larkin que consciente de no poder defender cara a cara a La Barba, se limitó a ser un constante palo en su ruedas – con evidente éxito.

Así, poco a poco, los Boston Celtics fueron acercándose en el marcador gracias a una excelente defensa y un ataque mucho más reposado y madurado que el mostrado durante las últimas semanas. En total, los Houston Rockets solo anotarían NUEVE tiros de campo en los últimos 24 minutos de juego. Y si alguien merece ser el protagonista individual de una victoria colectiva, ese es Marcus Smart. Su línea estadística no es gran cosa, en especial para alguien que no anotó el tiro ganador – aunque sí la primera de las tres jugadas de dos puntos dibujadas magistralmente por Brad Stevens para ganar el partido. 13 puntos, 6 rebotes, 5 asistencias, 2 robos y 3 tapones es el paradigma de una gran línea estadística que no demuestra nada. Es más ni añadiendo los números firmados por James Harden cuando fue él el encargado de defenderle (0 de 7 en tiros de campo y 4 pérdidas) puedes hacerte una idea de su incidencia en la victoria. Por eso, sin que sirva de precedente, vamos a dejar aquí los últimos minutos de partido y vean ustedes mismos cómo los Boston Celtics completaron la mayor remontada de la temporada en la NBA.