Oxidados pero vivos llegaban los Boston Celtics a una segunda semana de competición en la que ya tendrían que empezar a lidiar con las dichosas lesiones. Sin Baynes en un equipo que lo necesitaba, llegaba una semana de altos vuelos en la pintura con partidos ante Magic, Thunder y Detroit, que se terminó saldando con un balance positivo de 2 a 1, cayendo solamente ante Orlando Magic en un partido que estaba perdido sin haberlo jugado.


 

Intención y propósito

 

En la primera semana nos centramos en un defensa que, pese a ser de las mejores de la liga, dejaba mucho que desear. Los despistes y la falta de comunicación se veían a montones, pero dentro de lo malo no era lo más preocupante.

El ataque de los Boston Celtics no pasa por un buen momento. Al estado de forma de su mejor anotador (Kyrie Irving promedia 14 puntos con un 39% en tiros de campo y un 24% en triples), se juntaba una falta de predisposición ofensiva que rozaba lo indignante. Los jugadores no encontraban su sitio, no movían la pelota y dependían exclusivamente del acierto en aclarados de sus dos hombres más en forma: Jayson Tatum y Marcus Morris.

Luchar contra la naturaleza de jugadores netamente individualistas es y será una tarea hercúlea (Andrés ha escrito sobre ello hace poco, podéis leerlo clicando aquí, en serio, leedlo, leedlo, leedlo…), pero tras el partido contra los Magic algo había cambiado.

Un servidor, que siempre ve los partidos en diferido al día siguiente, se despertó tras la derrota con una frase de Brad Stevens:

«Es el mejor partido, ofensivamente hablando, que hemos jugado hasta ahora».

Ante estas sorprendentes palabras uno se quedaba con la boca abierta. Con un 9/40 en triples, un escaso 40% en tiros de campo y con poco más de 20 asistencias y 12 pérdidas, cualquier definición parecía más acertada que la que daba el técnico. Pero como siempre, sacar conclusiones sin ver los partidos es algo que se debería quedar en cuentas de Twitter con la palabra NBA escrita bien grande en su nombre.

Los Celtics habían pecado de una falta de intenciones e ideas preocupante, pero ante los Magic su estilo comenzó a cambiar. Parece que los jugadores se dieron cuenta del camino a seguir, y pese a que eran incapaces de meterla en una piscina, la mutación desde entonces ha sido evidente.

Lo importante a la hora de atacar con claridad y eficacia no es pasar el balón por inercia, o moverse por el simple hecho de no quedarse parado. Intención y propósito a la hora de ejecutar un sistema. Intención con los pases, propósito a la hora de moverse sin pelota.

Los tiros ya entrarán, y si bien es lo más importante, a estas alturas del campeonato hay que empezar a construir la identidad de un equipo que debe buscar lo más alto.

Los jugadores de los Celtics destacan por su juego en aclarado, y no es algo de lo que se deban olvidar. Siendo tan buenos a la hora de sobrepasar a su rival sin ni siquiera necesitar de un bloqueo, tienen que llevar su baloncesto a otro nivel doblando la pelota tras dejar a su par atrás. Si todos entienden esto el ataque de los Celtics parece otro y da mucho, mucho, miedo.

En esta labor jugadores como Horford, Hayward y Smart destacan, pero el trabajo de Kyrie Irving, y nunca pensé en decir esto, está siendo destacable. El base está sabiendo ser útil pese a no poder aportar en el apartado anotador como nos tiene acostumbrados. Con un juego más maduro, y mucho más completo, sigue generando ventajas desde el bote, pero está sabiendo leerlas, moviendo la pelota y acelerando el juego en estático de los Celtics.

Queda mucho trabajo por delante. Los Celtics, por momentos, quieren hacer más de lo que pueden o saben, o hay ciertos jugadores que cortan la circulación, pero se están confeccionando los mimbres para disfrutar de un buen baloncesto durante todo el año.

En la anterior jugada vemos a Tatum forzando, y metiendo, en una situación en la que, al principio, puede abrir la pelota a Morris para un triple completamente liberado.

 

Marcus Morris, enchufado

 

El mejor jugador a día de hoy, o por lo menos el más acertado es el «gemelo malvado». Morris está jugando el mismo baloncesto de toda su vida, pero está siendo más efectivo y lo está haciendo en menos tiempo.

Jugando más de dos minutos menos, con menos tiros y menos uso, Morris Sr. va en camino de su mejor temporada. Pintaba un curso difícil, con la llegada de Hayward y dos jóvenes aleros que venían pisando fuerte, pero el #13 está dulce y parece que no puede fallar.

Los Celtics están reposando sus puntos en los hombros del ex de los Pistons, y mientras le demos algo de «Gatorade como gasolina», no habrá que preocuparse por los puntos de la segunda unidad.

 

La defensa de los Celtics a Blake Griffin

 

Llegaba está segunda semana con una de las bajas más preocupantes que podríamos tener. Aron Baynes seguía en el dique seco, y tocaba enfrentarse a equipos con un poderoso juego interior. El último de ellos serían unos Pistons que venían invictos con un Blake Griffin en estado pletórico y en el grupo de escapados que empiezan a definir la carrera por el MVP.

Con 7 puntos, 6 rebotes y 3 asistencias se fue el mejor jugador del equipo contrario. Los Celtics lo dejaron en un misero 2/13 en tiros de campo, y con una estrategia cuanto menos sorprendente.

En teoría la mejor pareja para cubrir a Griffin sería Al Horford, pero al insistir en el juego pequeño con el quinteto titular que viene siendo habitual, el dominicano debía encargarse de Andre Drummond. Quedando pocos jugadores capaces de marcar al cuatro de los Pistons, el encargado de tal tarea fue Jaylen Brown, el cual con un trabajo muy intenso auxiliado por sus compañeros a la hora de realizar buenas ayudas, consiguió sacar a la estrella del partido.

 

Robert Williams III, poco tiempo y muchas nueces

 

Los minutos de «Bob» contra los Pistons dejaron acciones muy interesantes, sobre todo a nivel de lectura ofensiva.

 

La conversación entre Mike y Tommy

 

Mike Gorman Tommy

 

Durante el partido contra los Magic surgió una conversación entre el narrador y el comentarista de la CSN en relación a la pelea entre Rockets y Lakers. La misma derivó en una pregunta de Mike a Tommy, y la respuesta fue tan sincera y simpática que tengo que reproducirla para cerrar este artículo.

Mike.- ¿Alguna vez lanzaste un puñetazo a alguien dentro de la cancha?

Tommy.- ¿A alguien?

Mike.- Claro.

Tommy.- Muchas veces.

Mike (tras meditar durante varios segundos).- ¿Muchas veces en tu carrera en la NBA?, ¿en la universidad?

Tommy.- En cada cancha que pisé. Durante toda mi carrera.

Mike.- ¿Toda?

Tommy.- Toda, he tenido muchas peleas.