Según la Real Academia de la Lengua Española (RAE para los amigos), la palabra tedio tiene tres acepciones: Aburrimiento extremo o estado del que soporta algo que no le interesa; fuerte rechazo o desagrado por algo; o, más en desuso, un gran pesar. Aunque he actualizado varias veces la página, supongo que habrá que esperar un tiempo a que se haga oficial la cuarta y necesaria definición: Boston Celtics.
Y es que, a falta de utilizar palabras más gruesas no aptas para menores, el tedio es un concepto que define fielmente lo que provoca el inicio de temporada del equipo dirigido por el novato Ime Udoka. Ahora mismo, sentarte a sufrir un partido de los Celtics es como entrar al cine a ver una película sueca en versión original sin subtitular: no entiendes nada de lo que pasa y todo el mundo tiene mala cara.
Más allá de las razones puramente técnicas, de las que ya hemos hablado en nuestro canal y en los podcasts, hay ciertas dinámicas que empiezan a preocupar pese a que apenas llevamos un par de semanas de campeonato. Ojo, esto no significa que la temporada esté ya en la basura o que haya que echar hasta al que hace los perritos calientes. Simplemente hay que subrayar ciertos aspectos que llaman la atención en este comienzo.
El más importante y actual lo puso de manifiesto el propio Marcus Smart tras la vergonzosa derrota contra los Chicago Bulls. El “base” de los Celtics manifestó su disconformidad por no tener la pelota en las manos tanto como le prometió –pública y me imagino que privadamente- Udoka en cuanto se hizo cargo del equipo. Además, focalizó este problema en las figuras de Jayson Tatum y Jaylen Brown por no compartir más el balón. En definitiva, un ambiente agradabilísimo para no llevar ni un mes de liga.
De esto surgen varias lecturas. Parece evidente que Smart, como jugador más veterano en la franquicia, quiere que este tirón de orejas público sirva para despertar al equipo del letargo antes de que sea demasiado tarde. Quizás no sea lo más adecuado, pero sabemos que estamos ante un jugador muy vocal cuando las cosas se tuercen. ¿Es Smart el más indicado para hacer este tipo de declaraciones? Sí y no. Como peso pesado del vestuario, tiene esa responsabilidad de líder; como otro de sus tantos compañeros, no está en un momento de forma para dar lecciones. Dependiendo de las filias y fobias de cada uno, verá está situación con diferentes ojos.
Lo que sí parece innegable, es que sobre todo Jayson Tatum está siendo un jugador con muy pocos argumentos en su defensa. Echando mano del refranero español, podríamos decir que la estrella de los Celtics es ahora mismo como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. A nivel individual, Tatum no ha empezado precisamente fino en ataque (exceptuando algún tramo) y, precisamente por su condición de figura del plantel, sigue intentando con cada vez menos cabeza acciones que rozan lo imposible mientras sus compañeros miran. Cierto es que también estas situaciones se originan por un sistema que muchas veces brilla por su ausencia. Todo gira en un círculo vicioso que podríamos resumir en un concepto algo enrevesado: todos fallan para evitar que falle otro. Es decir, como no me fío del resto, ya me la juego yo. Baloncesto champagne, señoras y señores.
Dolor a cómodos plazos
Como si los partidos de los Celtics no fueran suficientemente traumáticos, los chicos de Ime Udoka han decidido que al mundo se viene a sufrir. El dolor podría ser llevadero si, al menos, fuera rápido, pero cuando encima caen varias prórrogas de por medio, se hace casi insoportable.
De los siete partidos disputados por Boston hasta la fecha, tres de ellos han finalizado en el tiempo extra; incluida una doble prórroga acabada en desastre en Washington. Seguro que a Al Horford, que debería descansar mucho más por su edad, le hace mucha gracia tener que jugar minutos de más cuando él se está dejando el pellejo y sus compañeros van trotando por el parqué con cara de nada.
Vamos a pasar todo esto a limpio. Los Boston Celtics, como era de esperar, van alternando lesiones y bajas por enfermedad con un brío espectacular. No contentos con ello, acaban jugando prórrogas en casi la mitad de los partidos, por lo que la carga de minutos para los pocos valientes que quedan más o menos sanos es ya elevada. ¿En qué resulta todo esto? En que el equipo parece que está físicamente en marzo cuando en realidad solo llevamos un par de semanas de liga. Sin ser un experto en todo este lío llamado baloncesto, desde luego que no parece una situación ideal.