La montaña rusa en la que se ha convertido la presente temporada ha llegado a otra bajada bestial. Cuando el cochecito de los Celtics casi descarrila con la derrota en casa ante los New York Knicks y después de un gran periodo de tranquilidad, un nuevo descenso digno del Dragón Khan. Otro de los peores equipos del campeonato se llevó el triunfo del TD Garden.
Los imponentes Phoenix Suns volvieron a poner en grandes problemas al cuadro dirigido por Brad Stevens. Tanto fue así, que contra todo pronóstico sumaron su cuarta victoria consecutiva. Y encima en un feudo con fama de complicado. O eso era antes. Últimamente parece más una basílica para el renacimiento de las causas perdidas. Nuestra Señora de Massachusetts cura enfermos de todo Estados Unidos.
Lo que podía haber sido un capítulo aislado sin la mayor importancia de un simple resbalón era la crónica de una muerte anunciada. Ya esta misma campaña, en el partido disputado en Arizona, los Celtics tuvieron que obrar el milagro para remontar, empatar con un triple de Marcus Morris sobre la bocina y ganar en la prórroga. Repetimos. Contra uno de los peores equipos de toda la liga.
La última derrota de Boston es la culminación del cántaro acercándose a la fuente más de la cuenta. Los deslices están siendo notorios y ya se acumulan por un buen puñado en la columna clasificatoria de unos Celtics que no terminan de engancharse a las primeras posiciones de la Conferencia Este. Por algo será. La franquicia de Massachusetts tiene unas aspiraciones que no pueden corresponderse con este tipo de actuaciones ante rivales que constituyen el pozo de la NBA.
Parecía que esa tendencia se había dejado atrás con la última racha de victorias en la que todos esos rivales teóricamente inferiores se volvían a sus respectivas casas/hoteles mirando al suelo y con la cara roja. Eso llegó a su fin en Detroit, y el partido ante los Suns era la ocasión perfecta para sumar y volver a coger ritmo justo antes de una fase de calendario mucho más exigente.
El conjunto de Devin Booker, DeAndre Ayton y compañía demostró lo que este humilde servidor intentó contar la semana pasada en esta misma sección. Los Celtics no están todavía en ese punto óptimo para que podamos afirmar su vuelta a la primera plana del presente curso. Cuando un enemigo acérrimo como Kelly Oubre Jr. debutando con Phoenix te tira besos en tu propio pabellón sabes que algo no estás haciendo bien.
Oubre blows a kiss to Celtics fans after they boo him ? pic.twitter.com/yFI3ombPLX
— Bleacher Report NBA (@BR_NBA) 20 de diciembre de 2018
Que no nos falte Kyrie
En la constante irregular de los Celtics en este curso, un valor seguro ha destacado por encima del resto. No podemos parar de repetir, reconocer y alabar la labor de Don Kyrie Irving. El base de Boston sigue luciendo un nivel sencillamente espectacular cada vez que pisa el parqué, y ya sin ninguna duda en el horizonte se ha autoproclamado líder total y absoluto del equipo.
Sus 22.9 puntos y 6.5 asistencias por encuentro hablan maravillas de lo que está consiguiendo el ex de los Cavaliers hasta la fecha, pero hay mucho más en el horizonte aparte de los números. Algo que podéis leer de buena mano gracias a la sección semanal de mi compañero y a la vez abogado estrella Álvaro Méndez. En efecto, Irving ha dado un paso más allá.
Todo lo que se esperaba de Irving cuando Danny Ainge apretó el temido botón del traspaso y le puso las maletas en la puerta a alguien tan querido como Isaiah Thomas se está haciendo realidad. El jugador por el que la gerencia de los Celtics hizo un órdago a la grande ha llegado para quedarse tras superar un año algo convulso por los problemas físicos. Boston se merece a este Kyrie, y Kyrie se merece un proyecto como los Celtics. Esperemos que la relación acabe en contrato casi nupcial.
Los Celtics tienen un problema grande
Recopilando de nuevo un tema que se había tratado aquí anteriormente, las lesiones han vuelto a acercarse a los Celtics. Hace tan solo unos días, Brad Stevens anunciaba que Al Horford iba a estar algunos partidos alejado de la disciplina para superar por completo los problemas que venía arrastrando durante casi toda la temporada. El dominicano se había visto claramente lastrado por ello, pero afortunadamente Boston recuperaba un efectivo para suplir esta nueva baja.
Aron Baynes volvió a vestirse de corto tras su considerable torcedura de tobillo. Parece mentira que alguien con esas «pintas» sea capaz de lesionarse. Pues bien, las cosas siempre pueden salir aún peor. En el encuentro ante los Suns, el ex de los Pistons se fracturó la mano y, según han comunicado los Celtics de manera oficial, tendrá que pasar por quirófano. El resultado de este contratiempo es más de un mes en el dique seco para Baynes; y en el peor momento.
Los problemas en la posición de pívot no es una desgracia novedosa para Boston. Casi todos los jugadores que ocupan este puesto han tenido que pasar por la enfermería. A la lesión de tobillo y posteriormente la mano del australiano, también hay que sumar los problemas antes mencionados de Horford y algunos partidos de baja de un Daniel Theis que se antoja más importante que nunca. Solo Robert Williams III ha aguantado sana con la obvia menor carga de minutos. ‘Time Lord’ ha demostrado que está preparado, y en una fase de calendario complicada tiene que hacerse notar.
Brooks, Brooks mismo e Irene
La escala del ridículo no tiene fin, y más para determinadas franquicias. Cuando parecía que los Washington Wizards ya habían tocado el tope anual de pena, la gerencia de la franquicia capitalina se ha superado. Y por si fuera poco con un actor protagonista bastante competente en estos terrenos del barro, los Phoenix Suns se unieron al jaleo para completar un reparto excepcional. Para sorpresa del gran público, un equipo teóricamente serio como los Grizzlies se unió a esta disparatada comedia.
Recapitulemos. Todo el mundo en la NBA sabía que Trevor Ariza iba a salir de Phoenix, y mientras el rumor generalizado es que acabaría en los Lakers como el 99% de los jugadores en la liga, los Washington Wizards movieron pieza antes. La llegada de Ariza a la capital implicaba también a Memphis que se haría con los servicios de Kelly Oubre Jr. sacrificando a dos jugadores: Wayne Shelden y alguien apellidado Brooks. Y aquí llegó el problema.
Los Suns sostenían que se había acordado que sería Dillon Brooks el que viajara a Phoenix, mientras que los Grizzlies afirmaban nunca haber mantenido charlas por él; ellos habían aceptado la oferta por MarShon. Qué maravilla. Pero, ¿y qué tienen que ver los Wizards en todo este tinglado? Pues bien, el que había orquestado todo este movimiento era el General Manager de Washington, Ernie Grunfeld. Los GMs de Grizzlies y Suns ni siquiera había hablado entre ellos. La comedia de enredo ha vuelto en su mejor momento.
Como suele pasar en estos casos, la película acabó con un final más bien feliz con Washington y Phoenix valiéndose de sí mismos para completar el traspaso sin necesidad de involucrar a Memphis. Como triángulo amoroso no tiene precio.
Quería despedir este nuevo artículo con unas últimas líneas de agradecimiento. A veces, sentarse a escribir para escribir es complicado. La falta de ideas es un problema bastante real que te bloquea delante del ordenador, pero cuando un buen material cae de los cielos es un auténtica bendición. Por ello, gracias una y mil veces Washington Wizards.