El final llegó como se venía anunciando desde hace meses. Mira que avisaba y avisaba y no terminábamos de creer la amenaza. Con el pasar de las hojas del calendario, la ola de lodo y basura que representaba el presente curso crecía mientras los Celtics estaban de espaldas con un botellín de cerveza y con los auriculares puestos aislados de lo que se avecinaba. Lo normal es que se dieran cuenta y huyeran o, al menos, se atrevieran a surfearla. Todos esperábamos la salvación en el último segundo tan peliculera, no obstante, la marea se llevó todo por delante.
La eliminación en el quinto partido ante los Milwaukee Bucks fue el punto final a una historia que llevamos aventurando mucho tiempo en esta santa casa sin saberlo. Parecía un simple gif, pero nunca un documento gráfico ha expresado algo tan complejo con tanta simplicidad. Ese eterno personaje llamado Elmo sentado en el váter haciendo sus necesidades mientras baila y sonríe como representación de unos Celtics que, por ser finos, defecaban noche tras noche y se escudaban en una presunta mejoría en Playoffs.
La tranquilidad dentro del caos que desprendían los chicos de Brad Stevens era la única garantía de que el relato de esta temporada podía acabar de una manera positiva. En el momento que conectara, el equipo del estado de Massachusetts tenía los mimbres para ser una fuerza destructiva dentro de la Conferencia Este. Lo que se ha descubierto más tarde, es que ese poder efectivamente existía, aunque fuera para destrozarse a ellos mismos.
La defensa iba a ser impenetrable, los aclarados se iban a acabar para dar lugar a jugadas perfectamente trenzadas y tiros inteligentes, Kyrie Irving iba a demostrar su estatus entre los más grandes de la liga, Jayson Tatum se iba a confirmar como gran esperanza verde, y Terry Rozier y Gordon Hayward iban a conducir una segunda unidad soñada. Todo jugado a una casilla que resultó ser agua.
Los Playoffs se esperaban como una embarcación de salvamento a un barco que ya no podía achicar más agua. Su llegada se celebró y dio esperanzas, pero el hundimiento era irreversible. La serie de Primera Ronda ante los Indiana Pacers solo fue una fuente de falsas esperanzas que se secó tan pronto como la realidad tumbó la puerta de los Celtics. Eso sí, antes se ganó el primer partido ante los Bucks para que el puñetazo en la boca del estómago doliera aún más.
Hablando de las posibilidades de Boston y la calidad de su plantilla, se tildaba como posible algo que difícilmente lo es. Cambiar por completo una tendencia que se ha practicado durante meses con un simple chasquido de dedos es algo propio de Marvel y no de una franquicia de baloncesto. El síndrome de Elmo no tuvo cura ni paliativos. Se puede ser feliz en la ignorancia, pero una vez miras abajo y ves el poso que dejan tus acciones, te das cuenta de que todo lo que has hecho en los últimos momentos ha sido efectivamente una mierda.
La fiesta de los Playoffs (Vol. 4)
Si la semana pasada hablábamos de la tremenda igualdad que se esperaba en las semifinales de conferencia de estas eliminatorias por el título, ahora no se puede más que reafirmar esa teoría. Dos series se decidirán en el séptimo y decisivo partido mientras la otra marcha de momento con un apretado resultado de 3-2. Por partes.
Empezando por la misma conferencia de los Celtics —o los Bucks, mejor dicho—, Toronto y Philadelphia van a jugarse el todo por el todo en tierras canadienses. Los Raptors ya salvaron una pelota importantísima en la cancha de los Sixers poniendo el 2-2 en una eliminatoria que se podría haber colocado con un peligroso 3-1 para los de Brett Brown.
La razón de que esto no sucediera se resume en dos palabras bien sencillas: Kawhi Leonard. El ex de los Spurs sacó lo mejor de su repertorio para amarrar esa victoria vital para los suyos. Aunque Leonard se lleva merecidamente los focos, tampoco se puede descuidar la actuación que se está marcando un inmenso Jimmy Butler en el bando contrario. Todo corazón para un equipo que lo necesita ante los problemas físicos de Joel Embiid y la irregularidad de Ben Simmons.
La otra serie que, de momento, se decidirá en el séptimo es el maravilloso Nuggets-Blazers que ya nos dejó un encuentro con cuatro prórrogas para que todo aficionado al baloncesto pudiera relamerse. En resumen, podríamos estar hablando de un Jamal Murray y Nikola Jokic vs. Damian Lillard y C.J. McCollum. No está nada mal. Portland ya ha salvado la eliminación en su cancha forzando el partido decisivo que promete emociones fuertes allá por las Montañas Rocosas.
Por último, los vigentes campeones lideran por 3-2 su enfrentamiento contra los Rockets. Los Warriors mandan, pero tienen que reponerse a un revés difícilmente encajable. Kevin Durant será baja al menos para lo que resta de serie, con lo que las opciones de los californianos caen notoriamente. Houston tiene que salvar la pelota de partido en su pabellón para forzar un séptimo encuentro en el que su rival no va a poder contar con su máxima estrella. Promete para James Harden y compañía, pero estos Warriors ya ganaban antes que KD tomara el camino sencillo rumbo a la bahía. Prueba de fuerza en las manos de Stephen Curry.