Entre los diversos escenarios que se podían atisbar en el horizonte del cierre del mercado de traspasos en la NBA, lo que finalmente han perpetrado los Boston Celtics no entraba en ninguna quiniela. Se puede acertar y, si algo nos han enseñado los partidos tempraneros de domingo de los verdes, es que también se puede errar, y mucho. Por ser finos y no entrar en términos descalificativos, podríamos decir que Danny Ainge no tuvo un buen día.

Quizás, después de certificar en repetidas ocasiones que el equipo no funcionaba, las expectativas de cambio nublaron la realidad que se manejaba en los despachos de la franquicia de Boston. Quizás, la hoja de ruta no pasaba en ningún momento por una remodelación importante de la plantilla en un curso sin aspiraciones. Quizás, todo esto que ahora parece inexplicable, se encamine a un objetivo a corto plazo más ambicioso. Quizás, Ainge se ha pasado a la dieta de Charlie Sheen. Quizás, quizás, quizás.

Es difícil ser positivos cuando los aficionados de los Celtics esperaban alguna incorporación medianamente de campanillas, y por la puerta van a aparecer Evan Fournier, Moritz Wagner y Luke Kornet. Como pedir a Green Day y que vengan los Jonas Brothers. Aunque personalmente no esperaba nada de esta trade deadline, he de decir que esto ha soterrado mis ya de por sí bajas expectativas.

Desde el punto de vista financiero, se puede adivinar un cierto sentido en los movimientos de los Celtics. El enemigo en el frente se llamaba impuesto de lujo, y todo lo que realizó Ainge tenía por objetivo deshacerse de él. En resumen, si no voy a ganar y ni siquiera voy a estar cerca, ¿para qué pagar de más?

Esto, y ya entramos en el terreno especulativo, puede proceder de la más alta esfera de la franquicia. Recordemos que seguir pasando el impuesto de lujo esta temporada, supone un incremento progresivo, mientras que, como ha sucedido finalmente, cortar un año este pago reinicia la cuenta para el próximo curso. Como ya comentamos en el último podcast, los propietarios, con Wyc Grousbeck a la cabeza, podrían no estar muy de acuerdo con seguir tirando billetes para no luchar por nada.

El gran problema es que esta decisión no contenta a nadie, y que, aunque pueda parecer sencilla, era complicada. El gran fallo de Ainge no es traspasar a Daniel Theis a Chicago (que también), sino firmar un contrato a Tristan Thompson que te obliga a prescindir del alemán porque, al ex de los Cavaliers, no le quiere ni el clan Kardashian.

La peliaguda situación contractual de los Celtics y la presumible salida de Theis en verano han precipitado un movimiento en el que Boston recibe a dos jugadores de muy bajo perfil, donde también ha aprovechado para prescindir de Javonte Green – parece que Kornet será cortado por los verdes.

 

¿Plan oculto?

 

Como pasa siempre en estos casos, desconocemos si Ainge estuvo realmente cerca de realizar un traspaso importante; apostaría a que no. Sabemos que los General Managers de las otras franquicias son algo reacios a sentarse a negociar con Boston por la fama que se ha ganado su homólogo de los Celtics. Dicho ‘a lo Coelho’, “los aciertos del pasado conducen a los errores del presente”. Ainge tiene las excusas perfectas, pero el crédito ya es insuficiente para comprarlas.

La tendencia del GM de Boston a la hora de negociar ha sido durante años la del pasamontañas y la navaja. Ha tenido buenos resultados, de ahí la presencia en el equipo de los Jays, pero ahora las “víctimas” han aprendido defensa personal. Tiempo habrá para valorar la labor general de Ainge tras muchos años en los despachos, pero su actuación en el último día del mercado parece la crónica de una muerte anunciada.

El clamor, aunque falto de memoria en muchas ocasiones, es ensordecedor y justo. Este verano se celebrará el juicio final y parece que el propio Ainge ha elegido precisamente ese momento. Todo esto puede formar parte de un plan magistral y descabellado, o estamos ante el fruto de una improvisación sin más meta que la de salvar el culo ante los jefes. Me gustaría creer en lo primero, pero realmente huele mucho a lo segundo.

Nos pese o no, la sensación es que Danny Ainge va a seguir por lo menos hasta esa fecha. Luego, cuando consigamos solucionar la disyuntiva sobre si todos estos decepcionantes movimientos pertenecen a un plan, veremos qué pasa. La sensación, sobre todo tras la salida de un Daniel Theis que ha tenido un paso mayúsculo por los Celtics, no invita al optimismo. Ya no tenemos ni a Jeff Teague para hacer chistes, ni a Javonte Green para… bueno, algo hará. En resumen, todo ha cambiado. Algunos dirán que menos de lo que esperaban, y otros que más. Por el momento solo podemos preguntar: ¿Pero esto qué es?