Los verdaderos héroes aparecen cuando más se les necesita y en las fechas más señaladas. No importa el enemigo ni que el día sea festivo. No hay parón. Ya sea en Nakatomi Plaza o en el TD Garden. Ya sean terroristas alemanes o jugadores de baloncesto de Philadelphia. Hans Gruber o Joel Embiid. En Navidad, los Boston Celtics encontraron a su particular John McClane, y no fue otro que Kyrie Irving.

La gesta más reciente de la estrella de la franquicia verde quizás haya sido la más imponente desde que decidiera cambiar de aires. Con  todos los ojos de la liga fijados en el mismo punto ante una rivalidad que las más altas esferas están intentando potenciar, Irving se tomó la paternidad de los Celtics ante los 76ers como una afrenta personal y clavó 40 puntos además de 10 rebotes para que el mundo siga girando como debe. Bueno, o no. Francamente, lo que él diga nos parecerá bien.

No es la primera vez que Kyrie bien merece unas líneas en esta sección durante la presente campaña, pero tras su actuación en el escenario y encuentro más importante del curso tocaba volver con la misma cantinela. Irving está en una misión casi divina para hacernos olvidar el rendimiento tan irregular de los Celtics. En esos habituales momentos en los que Boston convierte la rutina de encestar en uno de los trabajos de Heracles, allí aparece el base por el conducto de ventilación cual John McClane intentando salvar a su esposa. Héroes poco convencionales pero tremendamente efectivos.

Solo el regular inicio del resto de sus compañeros está apartando a Irving de una conversación por el premio a MVP que precisa incluir su nombre. Pocos jugadores pueden presumir de mejores números y un impacto similar en sus respectivos equipos, y aunque la competencia por este galardón es feroz, que no se hable de ‘Uncle Drew’ es cuanto menos cuestionable. Tampoco es que lo vaya a ganar —el premio tiene nombre griego—, pero la consideración no sobra.

Cualquier duda ha sido despejada, e Irving es ya el merecido y evidente jugador franquicia de unos Celtics que ahora mismo están colgados de su cuello. Dentro y fuera de la pista. El encuentro ante los 76ers y su resolución es la principal muestra de ello. Kyrie dominó en un primer cuarto simplemente espléndido, siguió a un gran nivel el resto del partido, consiguió el empate a pocos segundos del final, y acabó matando a los Philadelphia Grubers con dos triples consecutivos en la prórroga que enviaron a Ben Simmons y compañía al asfalto desde el último piso del rascacielos. Una actuación para el recuerdo. Yippee Ki-Jay, motherfuckers.

 

El consejo de sabios en los Celtics

Jaylen Brown señalado irregular inicio

Jaylen Brown está siendo uno de los grandes señalados en el irregular inicio de Boston.

La semana pasada, el curso de esta bendita sección cambió por completo cuando los Phoenix Suns se llevaron la victoria del TD Garden. Este nuevo punto bajo de la temporada no vino solo, y tras perder claramente ante los Bucks de nuevo en casa había cosas que decir. Minutos después de la bocina final, los Celtics cerraron las puertas del vestuario impidiendo el habitual acceso a la prensa por un total de 35 minutos. Mucho más de lo habitual. Algo se estaba cociendo en el interior.

Aunque ni jugadores ni cuerpo técnico han filtrado mucho de lo acontecido, parece que todos se reunieron para tratar los malos resultados y las malas sensaciones sobre el parqué. El egoísmo de alguno de los chicos de Brad Stevens fue uno de los puntos fuertes de la conversación. Ya se sabe; los clásicos «somos un equipo», «remamos todos juntos», «no hay nadie por encima del resto» y sucedáneos.

Como desgraciadamente no tenemos material audiovisual para ilustrar lo que ocurrió en ese consejo de sabios, vamos a imaginar lo que pudo pasar en el vestuario de Boston. Los gritos y puñetazos en la pared llevan la clara firma de Marcus Smart, Jaylen Brown explicaba su mal juego con una serie de ecuaciones en la pizarra, Al Horford ponía a todo el mundo de acuerdo con su deslumbrante mirada, Semi Ojeleye se santiguaba con cada palabra malsonante, Guerschon Yabusele se reía, Terry Rozier jugueteaba con la Trade Machine para ver dónde lo iba a empaquetar Danny Ainge, y Aron Baynes golpeaba su cuerno de cerveza en la mesa con cada frase de Kyrie Irving. O algo así.

A corto plazo, parece que la charla ha venido bien al equipo. Los Celtics suman dos victorias consecutivas (Hornets y Sixers) y, salvo el bache de tres caídas que propició la reunión, son uno de los equipos más en forma del campeonato en cuanto a récord en las últimas fechas. ¿Hablaremos de este momento como un punto de inflexión cuando se acerque el verano? Dando por seguro que lo expuesto algunas líneas por encima es totalmente cierto, tiene toda la pinta.

 

HalleLuka!

El que siga habitualmente la información de la NBA en redes sociales y según qué medios tiene claro cuál es la temática de este apartado. Más allá de los nombres habituales que ocupan las principales y noticias globales, hay un nuevo ojito derecho en el baloncesto mundial. Efectivamente, toca hablar de Luka Doncic.

Ya se antojaba que el jugador esloveno iba a ser una de las sensaciones de la temporada, pero lo que realmente está ocurriendo supera las expectativas. Si se oía hablar de él cuando comenzaba a dominar en Europa a una tierna edad, el impacto de haber ascendido a la mejor liga del planeta acarrea el lógico aumento de presencia en medios; sobre todo en Estados Unidos. No hay día en el que Doncic no sea noticia.

Levantarse por la mañana para ver qué ha pasado en la jornada NBA es un sinónimo de buscar highlights del ex madridista por internet. Esta canasta imposible por aquí, un pase espectacular por allá, mira qué stepback… Tal es el tirón de Doncic que podemos encontrarnos lindezas como la siguiente:

El rendimiento instantáneo del esloveno en América es digno de admiración y, por el momento, está confirmando todas las sospechas que apuntaban a que su estrella iba a brillar mucho más fuerte en la NBA. No parece raro que esté pasando esto, pero la magnitud de todo lo que está consiguiendo desde luego que asusta.

Ahora, con el comienzo de las votaciones para el próximo All-Star Game, muchos se abalanzan a introducir a Doncic en una élite a la que todos sabemos que pertenece, pero que quizás le venga aún algo grande. Al menos para el que aquí escribe. El jugador de los Mavericks es una estrella que sin duda disputará un buen puñado de partidos de las estrellas, pero sus números todavía no se corresponden con esa categoría que buena parte del gran público va a tratar de imponer. Esperemos un poco para entonar el HalleLuka.