La victoria en el mundo del baloncesto, y como en otros tantos deportes, no es una verdad absoluta. Para llegar a un mismo fin, los caminos pueden ser completamente diferentes. Meter 57 triples en un partido es tan perfectamente válido como explotar la zona del rival. Y sí, también defender hasta la bocina final es loable. Además, si consigues juntar este último punto con el lanzamiento de ladrillos en forma de balón hasta que una de las canastas acabe cediendo, también puedes salir victorioso como demostraron los Celtics en su primer partido de Playoffs.
Boston puso el 1-0 en su serie de primera ronda ante los Pacers con una receta cuyo ingrediente principal no era otro que una suculenta defensa. Aunque cumplir en un lado de la cancha no exime para hacer lo propio en el contrario, el conjunto dirigido por Brad Stevens solo pudo presumir de cerrar su aro mientras vandalizaba el protegido por Indiana.
El plan de los Celtics en la primera parte se asemejaba al del niño que lleva el balón al patio del colegio. Si él dice que se acaba el partido, no hay más que hablar. Los verdes pensaron que si acababan rompiendo una de las canastas de su pabellón, nadie podía decir que habían perdido. Pese a que, sobre el papel, el plan no tenía fisuras, una mente preclara debió recordar al descanso que a esto se gana metiendo más puntos que el rival.
Esta audaz revelación no se tradujo en una explosión ofensiva, pero sí en un ligero mayor acierto y, sobre todo, un subidón en las prestaciones defensivas que dejó a los Pacers completamente maniatados. La misma canasta volvió a sufrir las vejaciones de un equipo negado, aunque las camisetas fueran diferentes. Indiana no era capaz de sumar puntos mientras los Celtics se hacían con la ventaja y se marchaban en el marcador.
Los fallos del cuadro de Nate McMillan llegaron a un punto grosero ante la férrea muralla compuesta por Stevens y sus muchachos. En resumen, las tornas cambiaron y el equipo con mayor calidad en su plantel sacó más réditos de su mejor mitad. Los Pacers no aprovecharon la primera parte para romper el partido y Boston sí fue capaz en la segunda. Ganó el que mejores armas tenía, y no el que acabó acumulando un mayor arsenal de piedras.
El resultado final del encuentro salta a la vista comparado con la dinámica actual de la competición. Hace unos 20 años, nadie se había extrañado por este tanteo en unos Playoffs de la Conferencia Este, pero ahora es una anomalía tremenda. Mientras el resto de la liga se bombardea a puntos casi siempre por encima de las tres cifras, ni Celtics ni Pacers fueron capaz de llegar si quiera a los 90 tantos. El luminoso del TD Garden parecía el de un pabellón cualquiera de la Euroliga.
Pese a que se salga de los límites de la tendencia, tampoco era de extrañar que ambos conjuntos hicieran valer su máxima virtud en su enfrentamiento. La defensa es la seña de identidad de dos equipos que, cuando tienen la cabeza en la labor a realizar, son cuanto menos incómodos. El segundo partido de la serie no debería distar mucho de esta corriente, aunque con poco se mejorarán los porcentajes de acierto que casi provocan que hubiera que buscar una cancha neutral después del destrozo causado en las canastas. Cada uno va a la guerra con lo que puede y tiene.
Los Celtics y el artista del barro
Si defender como un Rottweiler que no ha comido en una semana y tirar ladrillos fuera un arte, Boston ha perdido a su Miguel Ángel. Si fuera una película, no puede contar con su Steven Spielberg. Si habláramos de música, Jimmy Page no estaría disponible. Si todo eso se tradujera en cómo extinguir incendios, la franquicia de Massachusetts habría echado en falta a su Donald Trump. En definitiva, los Celtics han perdido a Marcus Smart.
La baja del alma de los verdes confirmó las peores sospechas antes del inicio de los Playoffs. El oriundo de Texas no estará disponible hasta unas hipotéticas Finales de Conferencia y el temor se convirtió en realidad. Pese a sus idas de olla, Smart es capital si los Celtics quieren optar a algo en esta postemporada, y perderlo ante los Pacers y los Bucks si la cosa no se tuerce es una puñalada en el corazón.
Claro está que al hablar del sujeto en cuestión tampoco podíamos echarnos las manos a la cabeza si aparece jugando en una semana con un vendaje mayúsculo. Si algo ha caracterizado a Smart es su entrega total y su poca cabeza a la hora de jugarse el físico por el equipo. Los Celtics lo necesitan cuanto antes. No se puede jugar en el barro sin tu mayor artista.
La fiesta de los Playoffs (Vol. 1)
Con el comienzo de las eliminatorias por el título, semanalmente repasaremos en esta aclamada sección (o eso me parece) cómo se desarrolla la parte interesante de la temporada. Al lío:
- Milwaukee vs. Detroit (1-0): Poca historia. El equipo con mejor récord en la campaña regular junto a un equipo que ha perdido a Blake Griffin, o lo que es lo mismo, su mejor jugador. Raro será que los Bucks no barran en esta Primera Ronda con una dinámica similar a lo que se pudo ver en el partido inaugural. Giannis Antetokounmpo esperará rival sin apenas esfuerzo.
- Toronto vs. Orlando (1-1): Los Raptors han parado momentáneamente el invierno. Después del resbalón clásico en el primer partido de la serie, los norteños consiguieron igualar la eliminatoria aunque hayan perdido el factor cancha. La desaparición de Kyle Lowry solo ha durado un encuentro, y junto a Kawhi Leonard han logrado volver a coger la senda correcta. Los Magic son un equipo guerrero que no va a vender su piel barata. Quien esperara un rosco estaba muy equivocado. Los Raptors siguen teniendo las de ganar.
- Philadelphia vs. Brooklyn (1-1): Primer partido de Playoffs en casa de los Sixers y abucheos a su propio equipo. Poesía. El equipo de Brett Brown fue borrado por los Nets de un D’Angelo Russell que no ha sentido la presión de los Playoffs. Eso sí, Philly encontró la tecla en el segundo encuentro y sumó un triunfo contundente para acallar a los más agoreros. Serie más que atractiva.
- Golden State vs. Los Ángeles (Clippers, claro) (1-1): La gran sorpresa en lo que llevamos de Playoffs fue ver a los chicos de Doc Rivers remontar 31 puntos en casa de los vigentes campeones. Nadie esperaba que los Clippers fueran a dar mucha guerra, pero ya obligan a los Warriors a, por lo menos, un encuentro más. La lesión de DeMarcus Cousins para lo que queda de postemporada puede restar en lo deportivo, no obstante, da un motivo a los de la Bahía. Vengar al caído es un argumento poderoso.
- Denver vs. San Antonio (1-1): El monstruo que nunca duerme. Seguro que los Nuggets no celebraron al ver como quedando segundos del Oeste tienen que verse las caras con los Spurs. Los de Gregg Popovich tienen el factor cancha de cara tras ganar el primer partido, aunque Denver consiguió una victoria balsámica en el segundo cuando todo parecía perdido. Lo que Jamal Murray te quita, Jamal Murray te da.
- Houston vs. Utah (1-0): Los Rockets dejaron las cosas bien claras desde el inicio. James Harden manda, pero no se puede descuidar al resto. El esfuerzo coral de los texanos derrumbó a unos Jazz que no tuvieron opciones y que tendrán que mejorar mucho si quieren tener algo que decir. Importante que Utah se haga valer en su pabellón para evitar una serie rápida.
- Portland vs. Oklahoma City (2-0): Damian Lillard es mucho Damian Lillard. Además, si le sumas la vuelta de un buen C.J. McCollum y a ¡Enes Kanter! en modo abusón, peor para los Thunder. En una de las eliminatorias más igualadas a priori, los Trail Blazers han dado un gran paso adelante al ganar sus dos partidos en el Moda Center. Russell Westbrook y Paul George no han sido capaces de robar la ventaja de campo y ahora tienen toda la presión del mundo en Oklahoma. Momento para que salgan a lucir las estrellas. Portland da motivos para creer.
El resumen es claro. Las series que prometían, siguen pareciendo igualadas. Las que se veían claramente decantadas, no han hecho cambiar esa percepción. La toma de contacto ya está a las espaldas y, para la semana que viene, tendremos una imagen mucho más nítida de en qué punto se encuentran los grandes candidatos.