Una de las bases principales de la corriente filosófica del racionalismo llegó de mano de René Descartes. El famoso «pienso, luego existo» (cogito ergo sum, en latín) en el ‘Discurso del método’ del autor francés es una cita que todo el mundo conoce y que aún sigue siendo referida. Y pensaréis: ¿qué tiene que ver todo esto con los Boston Celtics? Absolutamente nada, pero cambiando una letra he podido llamar cojo de una manera muy sutil a Gordon Hayward y así he seguido con una tradición de magníficos titulares en estos miércoles cualquiera. Jaque mate.

Aunque podría (y debería) dejarlo aquí, toca comentar la situación del hombre en cuestión. La sucesión habitual de culpables ha vuelto a recaer en una cabeza que ya ha aguantado este peso en bastantes ocasiones. Esta vez, los señalados no son Terry Rozier y/o Jaylen Brown, pero sí lo es la tercera pata de este particular banco. La temporada de Hayward ha seguido un curso bastante regular salvo los dos encuentros ante los Timberwolves, pero en la última semana hemos podido observar la clara evidencia de que, efectivamente, algo no va bien.

Los Celtics afrontaban uno de esos partidos marcados en el calendario. Los Warriors visitaban el TD Garden y Boston tenía la oportunidad de hacerse valer pese a los mediocres resultados. Los verdes acabaron cayendo ante Golden State y su palpable sensación de superioridad, y aunque la actuación de los chicos de Brad Stevens fue mayormente positiva, Hayward acabó siendo señalado por uno de sus rivales.

Básicamente, una fuente anónima de los Warriors que llamaremos Kevin Cousins o DeMarcus Durant indicó que el ex de los Jazz es una debilidad evidente en ambos costados de la cancha, y que el jugador ya no es él mismo y está dañando al equipo. No deja de ser cierto, no obstante, sin duda alarma que alguien ajeno a la disciplina del equipo afirme esto tan abiertamente.

En efecto, la sensación que Gordon Hayward da en pista está dejando muchísimo que desear. No es que sus números sean simplemente malos, es que cuando tiene el balón en las manos ni siquiera intenta nada. Lo suelta rápido, se oculta entre el entramado ofensivo y poco más. En defensa la cosa no mejora precisamente. El alero de los Celtics es una caricatura de lo que un día fue.

Cabe recordar que su coartada es contundente. Una lesión de la magnitud que sufrió la pasada campaña tiene que dejar una huella significativa. El problema es que muchos esperaban que la trayectoria de su recuperación volviese al punto de máximo rendimiento como si nada. Los más optimistas le daban, como mucho, un periodo de dos meses de adaptación para retomar su nivel All-Star. La realidad dista mucho de esa teoría lanzada al aire. Si volvemos a ver al mismo Hayward que sobresalió en Utah, por lo menos hará falta un año de adaptación.

Esta debilidad se hace más evidente por el camino que están siguiendo estos Celtics. El ex de los Jazz debería ser el faro de una segunda unidad que hace cada vez más aguas. Hayward está destinado a ser el líder que comande a los hombres de banquillo y les haga jugar a algo parecido al baloncesto de calidad. El miedo a volver a lesionarse está muy presente, y eso provoca que veamos a un jugador profundamente asustado. El problema, además de en el físico, se encuentra en una cabeza que ya no piensa como antaño y que, por lo tanto, anula la existencia del jugador. Mira, al final el título sí tenía algo que ver.

 

‘Máximo’ Décimo Meridio y sus Celtics

 

Hablando de faros y cabezas pensantes, los últimos dos partidos nos han brindado el retorno a pleno rendimiento de una pieza capital en el esquema de Brad Stevens. Parece que Al Horford ha vuelto por sus fueros y eso se traduce en felicidad y buenos resultados para los Celtics. El jugador dominicano viene de cuajar dos actuaciones impecables ante Warriors y Nets que devuelven una cierta esperanza sobre su nivel individual y las posibilidades del equipo en el futuro próximo.

Ante los vigentes campeones, Horford registró 22 puntos y 13 rebotes siendo clave para que el partido llegase parejo a los últimos instantes, mientras que frente a Brooklyn fue el protagonista principal de la fiesta del tapón dada por los Celtics. El pívot finalizó con 14 tantos, 11 rebotes y 6 tapones en una nueva victoria de Boston en casa.

Aunque la muestra sigue siendo pequeña, el hecho de que Horford comienza a repuntar es oro. Si consigue superar de una vez por todas esos problemas físicos que lleva arrastrando desde el inicio del curso, los buenos resultados se irán haciendo habituales y los Celtics lograrán escalar posiciones en la parte noble de la Conferencia Este. Siempre con Al y su contrato máximo.

 

El último de la fila

 

Por fin ocurrió lo que tanto tiempo llevaban buscando. Los planetas se han alineado y el destino ha sonreído a un equipo que lo ha dado todo por llegar a ese rinconcito secreto que a veces es tan difícil de encontrar. Y es que, aunque parezca mentira, es complicado hacer las cosas peor. Lo que era una sospecha barruntada en los últimos años, ya se ha convertido en realidad. Los New York Knicks son el peor equipo de la NBA. ¡Alabado sea el Señor!

El equipo de la gran manzana y sus imponentes diez victorias figura en el agujero más profundo de la clasificación superado por rivales del tamaño de los Cleveland Cavaliers y los Phoenix Suns. La crema de la liga. Los Knicks ya han abrazado el tanking como filosofía y sin ningún tipo de descaro acumulan derrotas cual coleccionista obsesivo. Ni el buen hacer del rookie Kevin Knox puede revertir el tour de la pena que protagonizan los neoyorquinos varias noches a la semana. A veces es difícil de apreciar, pero en el barro también hay belleza.

Afortunadamente para los aficionados de los knickerbockers, y desafortunadamente para el mundo de la comedia, la situación podría comenzar a revertirse pronto. Enumerando, el conjunto de Nueva York va a pujar por Anthony Davis ya sea ahora o en verano, sigue confiando en poder convencer a Kevin Durant en la agencia libre, y suponiendo que la temporada acabe así y el traspaso de ‘La Ceja’ no se materialice, podría draftear a Zion Williamson.

Desde luego no suena mal. Pero claro, también hay que considerar el historial de la gerencia. Es más probable un traspaso por Joakim Noah para que por lo menos siga robando en casa, un contrato máximo para Dragan Bender como agente libre, y la elección del novato más mediocre en el top-10 del próximo Draft. Ya sé que teóricamente lo importante es ganar, pero nunca hay que dejar de lado el poder de la risa.