Mayormente, podríamos decir que la temporada de los Boston Celtics está siendo buena. Aunque la decepción se acumula al asimilar que, tan solo, podrán ganar 80 partidos en la temporada como mucho, las sensaciones son francamente positivas en los primeros compases del curso. Qué se le va a hacer. Podríamos aferrarnos a la luz por estar primeros en la Conferencia, o acercarnos a la oscuridad por caer en la catastrófica cifra de dos partidos de doce disputados. Nada sería justo.

Hay muchas cosas positivas de las que hablar. Un buen número de jugadores ha alcanzado un enorme nivel y otros están excediendo las pocas o nulas expectativas depositadas en sus figuras. Afortunadamente, como explica el récord del equipo y su rendimiento en cancha, de momento existen pocos elementos negativos. No obstante, como costumbre de ver el vaso medio vacío vamos a hablar de esta última faceta. Es mucho más divertido criticar que alabar.

La nota discordante en este inicio, por mucho que lo sospecháramos desde su fichaje, se llama Enes Kanter. El turco está haciendo todo lo que se esperaba de él y juega al nivel estimado. Además, es un tipo bastante simpático, hace grupo en el vestuario y desde su llegada a los Celtics no ha parado de hacer diversos actos para la comunidad y los jóvenes. Por desgracia, todo esto no alivia el picor desde el cabello a la planta del pie que produce ver cómo los rivales lo atacan para anotar con facilidad.

Por mucho que estés avisado con mucha anterioridad, si sabes que te van a dar una patada en sálvese la parte, te va a doler igual. Igual hasta más por no encontrar la razón de ser de algo tan cruel. Con el nuevo pívot de Boston pasa lo mismo. Desde que desembarcó en los Estados Unidos, Kanter no se ha caracterizado precisamente por ser un defensor solvente. Quizás, lo único que podría cambiar esta dinámica es que Recep Tayyip Erdogan se convierta en el flamante y exótico Center de los Milwaukee Bucks. Me suena que algún problema tiene con el presidente de Turquía.

Kanter es un muy buen jugador ofensivo y es un reboteador más que fiable, pero a la hora de proteger el aro propio es una suerte de espantapájaros que apenas levanta los brazos. Esto, junto a un estado físico algo justo en lo que llevamos de campaña, ha propiciado que el otomano haya caído al tercer cajón entre sus competidores de puesto por detrás de Daniel Theis y Robert Williams III. Cuando a la hora de comentar un partido en directo solo te sale lo siguiente, es fácil aventurar que algo escuece con su presencia en cancha.

Los Celtics se cubrieron de las salidas del verano con el nombre más lustroso entre lo disponible entre los pívots del mercado, aunque no fuera el prototipo que precisamente necesitaban. Boston no se puede quitar esa quemadura que le produjo la dolorosa marcha de Al Horford por mucho que haya traído un talento. Kanter ofrece muchas cosas como puntos en una necesitada segunda unidad, pero, al menos de momento, es una simple tirita en una herida que no cicatriza.

 

El karma de los Celtics

Tantos años con la misma broma. Tanto tiempo con un objetivo evidente a las tantas y merecidas mofas. Tanta diversión a costa de un equipo en concreto. Uno de los grandes problemas en la etapa contemporánea de la franquicia de Boston se llama karma, y con los Sacramento Kings no iba a ser diferente.

No hay más que echar la vista atrás al momento en el que golpeó más fuerte para ver que, efectivamente, existe algo chungo. Danny Ainge se deshizo del jugador más importante y a la par amado de los Celtics por la puerta de atrás con un traspaso que llevó a Isaiah Thomas a los Cavaliers en lugar de Kyrie Irving. Semanas más tarde, Gordon Hayward se destrozó la pierna en Cleveland y, por si fuera poco, Boston tuvo que aguantar las idas de olla del ahora base de los Nets durante 2 temporadas. Cruel destino.

Ahora, con el mejor récord de la NBA y tan solo una derrota en el casillero, los Celtics viajaron a Sacramento para aumentar una racha que ya llegaba a los diez triunfos consecutivos. Olía a chamusquina y al final, efectivamente, hubo un incendio. Boston no solo acabó cediendo ante los Kings de un Buddy Hield reencarnado en Reggie Miller, sino que pudieron ganar con un tiro final de Marcus Smart que a todas luces parecía que acabaría entrando. Un doble golpe del karma a los Celtics que dejó a jugadores y aficionados con estas caras.

 

Melomanía sin música

Avisaba, pero de un día para otro ha vuelto por todo lo alto. Podríamos hablar del fascismo o de José Mourinho, pero en este caso toca tratar el retorno de Carmelo Anthony. Cómo de desesperados tenían que estar los Portland Trail Blazers para sacar del destierro a un jugador al que muchos rehuían. La (pen)última oportunidad a Melo ha llegado.

La franquicia de Oregón, después de alcanzar las Finales de Conferencia el año pasado y patinar por ahora este año, ha ofrecido el brindis al sol más grandioso que asomaba en el mercado. Las últimas experiencias del ex de Rockets y Knicks acabó con fracasos estrepitosos, y ahora toca buscar una redención en la que prácticamente nadie confía.

La primera toma de contacto ha sido una secuela directa de sus pasos más recientes. 23 minutos, 10 puntos, 4 rebotes, y un maravilloso 4/14 en tiros de campo. Tampoco se le puede pedir mucho más tras tanta inactividad, pero si algo no ha perdido es el descaro para lanzar a canasta aunque vea el aro como un anillo de compromiso. El experimento ‘Melo 00’ ha comenzado.