Un parto. No se puede ilustrar un partido de estas características con otra imagen. Un absoluto sufrimiento que, para los intereses de los Boston Celtics, acabó con final feliz. En condiciones normales, es decir, en un encuentro acorde a la calidad que se presume a la NBA, los chicos de Brad Stevens se habrían montado al avión destrozados, avergonzados y con la caras hundidas entre las manos con una derrota como un castillo. Afortunadamente, los Pistons no fueron aquel conjunto que se llevó el triunfo del TD Garden hace unos días. Ni de lejos. En una de las actuaciones más flojas del año, Boston se llevó el gato al agua por 91-81.

Solo el primer cuarto fue acorde a un equipo que presume de tener el mejor récord de la NBA. La ventaja procedente de este periodo es la que acabó bastando a los verdes para iniciar su andadura en el nuevo Little Caesars Palace de Detroit con un resultado positivo. Si Boston quiere optar a metas importantes en esta temporada, tienen que acercarse lo máximo posible al gran juego expuesto en esos momentos iniciales del duelo.

Los porcentajes de acierto en el tiro, liderados por un inicio arrollador de Kyrie Irving y Al Horford, rozaban lo inaudito, pero por encima de todo, las cero pérdidas del cuadro de Massachusetts invitaban al optimismo. La continuada presencia de Aron Baynes en cancha ahuyentaba viejos fantasmas después del último duelo entre ambas franquicias. No por casualidad sus 13 rebotes acabaron siendo claves, además de maniatar por completo a un Andre Drummond que anotó sus primeros puntos a tres minutos para el final del partido. Las cosas marchaban bien.

Llevar un duelo con comodidad no ha sido una seña de identidad de estos Celtics en lo que llevamos de curso, y, ¿para qué faltar a las tradiciones? Los lanzamientos precisos se convirtieron en piedras contra el aro, mientras que la seguridad con el balón se esfumó por completo con siete pérdidas durante el segundo cuarto. Por si fuera poco, un sospechoso habitual decidió que debía entrar en escena. Los Pistons, que siguen sumidos en una mala racha de juego y resultados precisamente desde su triunfo en Boston, encontraron en Ish Smith un necesario complemento a Avery Bradley. El ex de los Celtics parecía el único capaz de aportar puntos para los suyos, pero la salida del base y el acierto desde el triple de Anthony Tolliver evitaron que el resultado se fuera de madre. Los verdes mantenían una ventaja ligeramente cómoda, pero las sensaciones ya eran pobres.

Lo que se pudo ver sobre la cancha tras el descanso no podía tener otra calificación que dramático para los locales. Detroit tardó cinco minutos en sumar puntos a su casillero, mientras que los Celtics, sin excesivas luces, parecían tener a la presa bien controlada. Se equivocaban. Tras esa sequía, Smith y Tolliver volvieron a coger las riendas ante la desaparición de Harris, Drummond y Bradley después del paso por vestuarios. Por momentos, los Celtics parecían recuperar la forma del cuarto inicial, aunque de manera excesivamente fugaz.

El banquillo de Boston fue uno de los grandes culpables de que el triunfo no estuviera asegurado en el segundo periodo. No se puede obviar que esta está siendo una de las mayores lacras del equipo en las últimas fechas. Terry Rozier volvió a estar excesivamente agresivo en la zona rival, aunque siempre sigue dejando jugadas dignas a su juego.

Con el correr de los minutos, parecía que los de Brad Stevens no iban a sufrir. Los Pistons no lograban anotar con comodidad ante la presencia de Smart, Horford o Baynes, y acusaban la ausencia de sus figuras que parecían no tener su día. Los Celtics disfrutaban y se relamían.

Cantar victoria antes de tiempo siempre es peligroso, y como tantas veces han hecho los Celtics a lo largo de su historia, Detroit se puso el mono de trabajo y comenzó a despedazar la ventaja visitante. Tobias Harris no faltó a su cita con los verdes y comenzó a perforar el aro; escudado por un Smith que dejó en el banco al desaparecido Reggie Jackson. De repente, el partido volvía a estar en todo lo alto.Irving no podía (de nuevo) con la defensa de Bradley, pero allí aparecieron Horford y Jayson Tatum para poner la puntilla y evitar sustos en el último minuto.

Los Boston Celtics se llevaron el botín del Little Casesars Palace, pero no pueden estar para nada contentos con su rendimiento. Pueden dar gracias a que los Pistons estén sumidos en una crisis deportiva que les ha alejado de la zona noble de la Conferencia Este. Los 19 puntos de Harris y los 15 de Tolliver no bastaron en una actuación errática.

En la otra cara de la moneda, los verdes siguen sumando y ya se han hecho con la victoria número 23 de la temporada. Al Horford fue el máximo anotador del equipo con 18 tantos, mientras que Irving sufrió de lo lindo ante Bradley y se conformó con 16. Brad Stevens tiene que dar gracias por tener a Aron Baynes.