Al momento de escribir estas líneas, aunque puede que los 40 grados de temperatura tengan algo que ver, se me ocurren pocos casos en el panorama deportivo que puedan ser ilustrados fidedignamente con el refranero español. Todo empezó con el manido «Más vale pájaro en mano que ciento volando» en tierras californianas; más tarde, cuando la historia aterrizó en Boston, «Es de bien nacido ser agradecido«; y ahora, vistas las reacciones que se agolpan en redes sociales, solo podemos decir «A caballo regalado, no le mires el diente«. Por concluir esta introducción sin que esto parezca una charla en un porche sobre sillas de mimbre, Dennis Schröder es nuevo jugador de los Boston Celtics.

Para los más despistados, este es el resumen de una decisión económica digna de estudio. El base alemán, henchido de orgullo tras una buena temporada e, imaginamos, con la inestimable ayuda de su agente, tuvo a bien rechazar una oferta de 84 millones de dólares por cuatro temporadas más con Los Angeles Lakers. Esta decisión, digamos, osada y ambiciosa, no ha acabado saliendo del todo bien para el jugador germano. No soy un genio de las matemáticas, pero me atrevo a declarar que acabar firmando un contrato por 5.9 millones a razón de un año supone una ligera pérdida de dinero.

Y ahí es donde entraron los Celtics que, mientras preparaban una plantilla legendaria para la Summer League, vieron la oportunidad de hacerse con los servicios de un jugador con probada experiencia en el campeonato a precio de saldo. Brad Stevens vio a Schröder sin equipo, echó un vistazo a sus bolsillos, sacó una Mid-Level Exception (MLE) entre sus llaves de casa, y se la ofreció al ex Laker con un tacto y una ternura francamente emocionantes. Bueno, quizás a Kris Dunn no le ha parecido tan entrañable.

La contratación del alemán ha supuesto una ligera alteración en los planes de los Celtics hasta hace unos días, concretamente en la posición de base. La llegada de Schröder parece que le enseña la puerta de salida al también ex de los Hawks que llegó vía traspaso en las últimas fechas. El margen salarial manda y Boston no va a excederse lo más mínimo sobre todo en una posición con demasiada población en estos momentos. Todo un verano (2016) especulando con la llegada de Dunn a las filas verdes, y ahora puede irse sin ni siquiera debutar con el equipo. Las cosas de la vida.

Dennis Schröder, aunque tenga sus detractores, brinda a los Celtics de profundidad y experiencia en un roster que, precisamente, no presume de ello. Tanto como parte del quinteto titular como de referencia de la segunda unidad —como todo indica desde un principio—, el germano puede aportar ese plus de anotación fuera de las figuras principales que tanto tiempo se lleva demandando en Boston. La temporada pasada con los Lakers, acabó promediando más de 15 puntos por partido además de alrededor de 6 asistencias. Quizás no lo suficiente para rechazar 84 millones, pero sin duda más que suficiente para firmarlo por 5.9.

Vamos a ver qué papel tiene pensado Ime Udoka para su nueva incorporación. Según lo que está transcendiendo en las últimas fechas, el técnico de los Celtics quiere que Marcus Smart tenga el balón en sus manos mucho más tiempo, por lo que el perfil suplente del base alemán tendría todo el sentido del mundo. Al fin y al cabo, a Schröder le gusta «sobar» la pelota, y en la segunda unidad se podría hinchar. Bueno, a no ser que Payton Pritchard decida trasladar su juego de la Summer League a la temporada regular y tengamos un base All-Star casi sin querer. Siempre confiamos.

 

Despecho voluntario

 

A modo de apunte, cabe recordar las reacciones a esta incorporación. El fichaje de Schröder no debería tener mucha más historia más allá de ser una firma, relativamente, lógica. (Des)afortunadamente, siempre están las redes sociales de por medio:

 

Este inofensivo tweet producido por esta santa institución provocó una serie de reacciones de parte de la astuta afición Laker de habla hispana. Estas respuestas nos dejan dos lecturas claras para los de oro y púrpura: no van a echar demasiado de menos a Schröder y el arte de la captación de la ironía no se encuentra entre sus bondades.

Los dos bandos deberían estar contentos con la operación. Unos por no sobrepagar a un jugador que, posiblemente, no valga tal contrato; y otros por fichar por una cantidad irrisoria a una pieza que les puede ser más que válida. En lugar de eso, los aficionados de los Lakers abrazaron un despecho totalmente voluntario. En fin, rivalidad por encima de todo.