Nunca sabes cuándo vas a encontrar una buena historia. Puedes estar tranquilamente un lunes en el metro – el peor día y el peor sitio para estar en cualquier ciudad – y que te escriba tu amigo Joan desde Londres – justo lo contrario a lo anteriormente expuesto – preguntándote si «¿conoces la historia de Joe Limone y el clavo de Boston?«. El resultado a mi única respuesta posible «no» es enlazarme un podcast y escuchar una de las historias más curiosas que he escuchado o leído en mi vida.
Os pido encarecidamente que la escuchen de su autor original, Joe Limone, en The Moth. Para los que no tengan el suficiente tiempo o conocimientos de inglés, aquí os dejo un burdo resumen.
Boston y el clavo mágico
Todo empieza en un aula de colegio, cuando tenemos al joven Joe sentado en la clase de uno de los muchos colegios católicos que pueblan Nueva Inglaterra. El estudiante está realizando un examen cuando un compañero le pica en la espalda y le pide, le suplica, que por favor le chive la respuesta a la pregunta 3. Limone, que jamás había hecho trampas, entra en pánico y su única solución, nacida de la pura improvisación, es coger su examen y dárselo a su compañero. Esos tres minutos en los que el joven Joe estuvo sentado en su mesa sin nada encima de la misma son recordados años después por una persona adulta como los más angustiosos de su vida.
Tras finalizar el examen, su compañero Lue se acerca a darle las gracias y le asegura que ha sido la primera vez que también ha hecho trampas. Un viaje con sus padres y un despiste fue lo que le imposibilitaron estudiar. La recompensa, sin embargo, es una amistad que duraría durante años.
Mucho tiempo después, en el año 2000 de nuestro señor, cuando Lue es contratado por los New England Patriots para su departamento de marketing, invita a su amigo Joe Limone a ver la construcción del nuevo estadio de estos en Foxborough. Lo que parecía un día tranquilo acaba en tragedia al caerse un montón de escombros encima de Lue, que acaba ingresado y con un clavo insertado en su cuello que a punto está de costarle la vida. Por suerte, el nuevo empleado de los Patriots logra sobrevivir y como recuerdo de la increíble suerte que ha tenido decide quedarse con ese clavo que a punto estuvo de matarlo.
Semanas después, hablando ambos amigos sobre las propiedades mágicas de dicho clavo, Joe le lanza un órdago a su amigo «si crees que da suerte de verdad, ¿por qué no coges ese clavo e intentas que dé suerte también a los Patriots?«. Ni corto ni perezoso, el bueno de Lue aprovecha su presencia en uno de tantos partidos del equipo entrenado por Bill Belichick para dejar el clavo bien escondido en las entrañas del Gillette Stadium. El resultado, como bien sabrán a estas alturas es el primer campeonato en la historia del equipo de Nueva Inglaterra.
Celebrando el éxito de su misión, borrachos de éxito y satisfechos con la misión realizada, ambos amigos aprovechan el verano para recoger su amuleto. La 2002/03 sería una temporada ciertamente decepcionante para el equipo de Tom Brady, que ni siquiera consiguieron alcanzar los Playoffs.¿El remedio de los amigos? Devolver el clavo al lugar del que nunca debió salir: el Gillette Stadium.
Un año más tarde, cuando Joe y Lue estaban celebrando la segunda Superbowl de su historia, los amigos comparten la historia con el padre de Lue, un fanático de los Red Sox que les pide, casi suplica que lleven el clavo a Fenway Park. Pese a la más que contrastada efectividad de su amuleto, los amigos dudan: «eso es pedirle demasiado al clavo, papá, no puedes enfrentarle a la ‘Maldición del Bambino’, corres el riesgo de romper el amuleto» pero al final acaban accediendo.
La única traba en su plan, averiguar cómo acceder a Fenway Park.
Tirando de sus contactos en el departamento de marketing de los New England Patriors, Lue consigue convencer a un empleado de los Red Sox para hacer una ruta por el mítico estadio. Un rico amigo suyo está valorando comprar un palco de lujo en Fenway y le gustaría conocer de primera mano las instalaciones antes de decidirse. Al menos eso es lo que dice a su colega en los Red Sox y de la mano de su rico amigo, cómico de profesión, Joe Limone entran al quizás más famoso templo en la historia del deporte.
La única condición que les han puesto es que, bajo ningún concepto pueden acercarse al Green Monster, la mítica pared de 11.3 metros de altura que cierra el estadio de los Red Sox. Justo allí, ambos amigos emplazan el clavo un día del año 2004.
Durante la siguiente década, el clavo mágico también visitaría el TD Garden para acompañar a los Boston Celtics y Bruins, además de volver en repetidas ocasiones a Fenway Park y Foxborough, ofreciendo siempre el mismo resultado: campeonatos para la ciudad con mayor tradición deportiva del mundo.
Sumen uno más a la imagen de abajo
Este artículo ha sido posible gracias a:
- Joan Capó por hacerme llegar la historia.
- Fernando Kallás por hacérsela saber a él y cientos de personas más.
- Joe Limone y su amigo Lue, obvio.