Gira por el Oeste para unos Boston Celtics que, mermados con las bajas de Marcus Smart y Jaylen Brown, se llevaron la victoria ante Warriors y Clippers, y perdieron ante Kings y Suns. A los chicos de Stevens no se les da bien «madrugar».


 

Se nos pegan las sábanas

Treinta y tres con treinta y seis por ciento. Lo escribo en letras para que seáis más conscientes del tremendo dato. Ante ustedes, queridos lectores, el porcentaje de tiros de campo de los Boston Celtics cuando juegan temprano. Los Nets, Knicks y, ayer mismo, los Suns, han sido espectadores de lujo ante esa oda al ladrillo bien tirado.

Por momentos hasta una obra de arte, los partidos en los que los Celtics no meriendan antes de saltar a pista, se convierten en una sucesión de estridentes sonidos de aro maltratado. En su día planteamos la hipótesis de los efectos de una buena resaca, pero lo más curioso es que contra Booker y compañía, se les vio con voluntad, con ganas de jugar. Simplemente eran incapaces de meter un balón por dilatación de punk-rockero.

El cuarto partido en una semana de gira es lo que tiene. El cansancio era evidente en jugadores como Jayson Tatum y Kemba Walker, y todavía queda mucho febrero por recorrer. Con todo, los Celtics han demostrado cierta mejoría durante esta semana.

El partido contra los Clippers es una gran victoria para una plantilla que necesitaba ganar un encuentro de este tipo. Tanto Tatum como Walker jugaron muy bien, y salieron suplentes, como Carsen Edwards, que demostraron poder aportar cuando el equipo los necesita más.

Daniel Theis y Grant Williams siguen en un gran momento desde el triple, e incluso Tristan Thompson está cada día mejor, encontrando su sitio y siendo el jugador que todos recordamos de su época en Cleveland.

La vuelta de Payton Pritchard da mucho aire al banquillo, aunque desde el cuerpo técnico le pidan que recupere ese estado de agresividad que tanto venimos pidiendo.

 

 

Queda mucho por trabajar, y las bajas, y estados de forma de ciertos jugadores, no están ayudando a un Stevens que tiene más quintetos titulares que Ash Ketchum cada vez que abandona a sus pokemons porque se va de viaje. Esperemos que cierta estabilidad favorezca el crecimiento, o que Danny Ainge se mueva pronto y nos traiga un regalo antes de que nos quedemos sin pelo.

 

Old School Celtics

Parece que las tornas están cambiando, o por lo menos estabilizándose, y la época en la que los Rockets marcaron tendencia ya está quedando atrás.

Cada vez más equipos punteros de la liga vuelven a producir mucho desde la media distancia, buscando aprovechar los huecos que suelen dejar defensas más preocupadas por defender la pintura y la línea de tres.

Los Celtics, sobre todo tras la llega de Kemba Walker y con la mejora de Jaylen Brown en ese apartado, se han convertido en uno de los equipos que más las usa, pero de forma errónea.

Octavos en tiros intentados desde esta zona, los Celtics encestan el 43% de ellos y se encuentran en la misma zona con equipos como Spurs, Clippers, Lakers, 76ers o Bucks. Los de Popovich nunca abandonaron esa tendencia, contando con expertos en la materia como DeRozan o Aldrige, pero supieron no perder las tradiciones adaptándolas a la nueva era. En el primer año del escolta en San Antonio, como bien cuenta Tanner Probst, su equipo seguía usando la media distancia como herramienta básica, pero conviertiéndose en el mejor porcentaje de tres de la liga, ¿cómo?, moviendo la pelota y usando esa amenaza como respiro a los tiradores.

Las defensas ya están acostumbradas a apretar la línea de tres y cerrar la pintura, el hecho de incluir una tercera zona de acción efectiva, supone tener que enviar a ciertos jugadores a cubrirla, generando instáneamente oportunidades de tiro para el resto.

Estadísticamente, los mejores equipos de la liga saben usar muy bien la media distancia, y equipos con un estilo muy marcado como los Rockets de Morey, no ha conseguido llegar hasta el final.

Curioso el caso del Game 7 de las finales de conferencia de 2019 contra unos Warriors que, tras perder de 15 puntos, empezaron a defender mejor el triple, cediendo completamente una media distancia que los Rockets, fieles a sus mantras, se negaron a usar. La consecuencia fueron 27 triples seguidos fallados y la eliminación de Harden y compañía. Los de Houston, por cierto, pasaron de un eFG% de 55.1 en temporada regular a un 51.4% en Playoffs.

 

 

Este año esta estrategia sigue en alza, con equipos como Clippers, Lakers o Suns, 4ºs, 5ºs y 6ºs respectivamente en tiros lanzados de media distancia, que se sitúan en el top 5 de equipos que mejor aprovechan las esquinas, lanzando los Clippers, por ejemplo, 10 triples desde esas zonas por partido, anotando el 52% de ellos (recordad el festín que se dieron Luke Kennard y Cameron Johnson contra los Celtics).

Los de Stevens, sin embargo, son el 29º de la liga en tiros intentados desde las esquinas, con 6.5 y 38,5 % de acierto. Este número denota algo que el ojo es capaz de ver sin ayuda estadística: los Celtics no mueven la pelota. 28º en asistencias por partido, todos hemos visto como las estrellas se van turnando en una sucesión de aclarados o bloqueos directos que terminan con un tiro de media distancia. Si entran, cada uno mete 25 puntos y ganamos el partido, pero cuando ese recurso falla, se nos hace de noche.

El equipo tiene que empezar a buscar a esos jugadores liberados que pueden marcar la diferencia desde las esquinas. Aprovecharse de las defensas gravitando entorno a Tatum, Brown y Walker, para mover la pelota y encontrar mejores tiros.

La media distancia es una herramienta muy práctica a día de hoy, pero tienes que saber usarla.