Dice Virtudes Sánchez que ese sentimiento que tienes cuando echas algo tanto de menos que duele, que te sientes fuera de lugar, maniatado, triste… se llama «saudade«. Una palabra portuguesa para definir una sensación de melancolía, de anhelo, de algo que recuerdas con cariño y amor, pero a la vez con tristeza. Un sentimiento de vacío, que no encuentra una definición exacta en castellano, y que conlleva la idea de querer volver a experimentarlo, o el deseo de volver a recuperarlo sabiendo que eso no será posible.

No es la «morriña» gallega, es algo más cercano a la aflicción de la persona que espera la llegada de lo que se fue. Y así me siento yo tras una semana en la que los Boston Celtics han perdido los 4 partidos que han disputado, frente a Nuggets, Sixers, Hornets y Spurs, y en la que han demostrado que las palabras, por muy positivas que sean, se las lleva el viento.


 

Isaiah Thomas y su merecido homenaje

 

Por fin, tras mucho tiempo en el que se dejaron pasar oportunidades y en el que otras celebraciones lo impidieron, Isaiah Thomas tuvo su merecido homenaje en un TD Garden que supo estar a la altura.

No quiero entrar en detalles sobre un acto del que estoy seguro que todos habéis disfrutado, pero sí quería sacar una bola que me ofusca la razón desde esa noche. Y es que ni en esos momentos de gozo podían faltar voces críticas, ya sabéis, el «dame una palanca y moveré el mundo» se ha convertido en un «dame lo que sea y lo criticaré«.

Se podrían resumir esos comentarios en las siguientes frases:

Los Boston Celtics son unos hipócritas por hacer ese homenaje.

Estáis exagerando, lo que hizo Thomas no fue para tanto.

El hecho de traspasar a un jugador y luego hacerle un homenaje dándole las gracias por sus años en la franquicia, convierte a la misma en el ejemplo perfecto de hipocresía, al igual que lo hace criticar este homenaje y no todos los que se hacen y harán en situaciones similares, ¿verdad?. Porque, obviamente, llamar hipócritas a los Spurs tras hacerle un vídeo tributo a Kawhi Leonard (recordemos que el jugador hizo todo lo posible para ser traspasado), sería algo ilógico, pero hacerlo con los Raptors, tras hacer exactamente lo mismo que hicieron los Celtics con Thomas, con DeMar DeRozan, sería algo realmente consecuente con lo que piensas. Entonces, ¿por qué no se hizo?

Parece ser que esa hipocresía va más de colores que de actos o hechos en particular, y obviamente si alguien te pregunta, o si te paras a pensarlo, llegarás a la conclusión de que deberían parecerte igual de mal ambos ejemplos, pero no lo hicieron. Esta paradoja es ciertamente curiosa, e invita a reflexionar sobre las exigencias que tenemos hacia los demás sin tener en cuenta los fallos en nuestra propia conducta. Ver la paja en el ojo ajeno y no la viga del propio.

Aun con toda esta sutil hipocresía sobre la hipocresía, el argumento es entendible, pero no lo comparto. Los Boston Celtics, y cualquier franquicia, son algo más que una decisión o algo más que un empleado. Si un jugador de la plantilla maltrata a su pareja, los Celtics no se convierten en unos maltratadores, y por la misma regla, si el director deportivo de turno decide traspasar a un jugador, la franquicia no es hipócrita por querer agradecer al mismo sus servicios cuando tenga la oportunidad.

Los Celtics, repito, no se pueden identificar con algo tan simple como un solo empleado. Son algo más grande, algo más complejo. Son el cúmulo de un legado, de una afición, de jugadores y empleados, de un sentimiento. Y me parece perfectamente normal que LA FRANQUICIA, como ente abstracto, haga un vídeo tributo a uno de los jugadores más queridos por la afición en los últimos años. Verlo de otro modo me parecería un punto de vista demasiado simplista y poco racional.

Por otro lado, nos encontramos en el punto de intentar justificar a aficionados de otros equipos el afecto hacia jugadores que no visten sus colores, y cambiando el tono (perdonad la chapa de antes), me parece una absoluta gilipollez. Amigos, no me da la gana justificar con números o argumentos un sentimiento (aunque podría). No, lo siento, me niego. El amor no se justifica. ¿Acaso te voy preguntando por qué quieres a tu novia/o?, ¿a que sería un poco raro?

El aficionado de los Celtics adora a Isaiah Thomas, lo ama con locura, y no es algo que tengas que entender o que necesite explicación, es algo que tienes que aceptar. ¿Te parece exagerado?, perfecto. Igual a mi también me podría parecer exagerado que ames con locura a «Mr. Bigotitos«, ese gato cuya máxima expresión de cariño es regalarte un ratón muerto, pero no voy a intentar convencerte para que dejes de quererlo.

Thomas nos recuerda tiempos mejores, tiempos en los que se ganaba bien y se ganaba feo, tiempos en lo que también se perdía (y mucho), pero que no dejaban esa sensación de vacío que dejan los actuales.

Llevamos una temporada de mierda, hacía tiempo que costaba disfrutar viendo un partido de los Celtics y, cuando podemos sonreír un poco, unos miseros 2 minutos que dura el maldito homenaje, tienen que salir unos cuantos a estropearnos el momento intentando hacernos sentir mal otra vez. Pues me ha molestado bastante, creo que se ha notado, e invito a los lectores a ponerse unos cascos, evadirse de todo por un instante y volver a regocijarse con el bonito vídeo tributo que los Boston Celtics hicieron para Isaiah Thomas. Nos lo merecemos. Se lo merece.

 

 

Los Boston Celtics del pero

 

Tras el famoso viaje en avión hacia tierras californianas, la plantilla dirigida por Brad Stevens ha cambiado de discurso. Lo que antes eran mensajes autodestructivos, se han convertido en declaraciones muy positivas que siempre ven el vaso medio lleno.

 

«Vamos a conseguirlo, vamos a llegar», decía Marcus Smart tras la cuarta derrota consecutiva. «Sé que lo hemos dicho muchas veces ya, pero estoy convencido de que vamos a encontrar la manera».

 

El problema que encontramos con esto, es que está muy bien tener una mentalidad optimista, pero si tu vaso está volcado en la mesa, por mucha agua que le eches para verlo medio lleno, poca se va a quedar dentro.

Creo sinceramente que tras la gira los Celtics han mejorado, no deportivamente, sino a nivel humano y como grupo. La cuestión es que esto no se ha reflejado en la pista, lo que me hace temer que ese cambio haya llegado demasiado tarde.

Es cierto que a perro flaco todo son pulgas, y que el equipo vuelve otra vez a sufrir una plaga de lesiones que no deja asentar posibles cambios que hubiesen cambiado el rumbo. Pero también es cierto que esta excusa, si bien se entiende, no justifica todo lo que pasa (o no pasa) en la cancha.

La colchoneta de los Playoffs que protege de la caída cada día se hace más fina. Res non verba.

 

De caras nuevas y esforzados intentos

 

Tras la nueva lesión de Aron Baynes, la gerencia decidió firmar un contrato de 10 días a un viejo conocido. Greg Monroe, que estaba sin equipo, acudió al rescate de una mermada pintura y se estrenó sin pena ni gloria en la derrota contra los de Popovich. El pívot jugó escasos 3 minutos en un partido ya finiquitado, y las sensaciones son las mismas que en su última visita: no compensa lo que suma con lo que resta.

Por otro lado, parece que este fichaje no descarta otro. Los Celtics saben del interés de Thomas Robinson por hacerse con ese último puesto que ahora ocupa el protagonista del párrafo anterior, pero querían esperar a ver más minutos del interior con los Red Claws. Este ha cumplido su parte, rindiendo muy bien con el filial de los verdes promediando 19 puntos, 13 rebotes, 1 robo y 1 tapón durante los 4 partidos que ha podido disputar.

El ex de Kansas encaja más con las necesidades de los de Stevens, ya que aportaría agresividad defensiva y en los tableros, algo de lo que no vamos sobrados. Veremos cómo cierra la plantilla Danny Ainge, pero creo que lo más útil sería darle una oportunidad.