Terrible semana para unos Boston Celtics que han perdido contra Nets, Jazz y Thunder, y ganado sin mucho brío a los Cavaliers. Tras el colocón de la gira por el Oeste, los de Brad Stevens han recibido tremenda resaca en forma de remontadas tontas y cuartos de 51 puntos en contra. A veces, si los aplicas a tiempo, los remedios de toda la vida son los más efectivos.
Consejos parentales
De la mano de un Jayson Tatum que claramente no podía mantener ese nivel, los Celtics sobrereaccionaron a unos pocos buenos partidos en tierras de sol y bonanza, se creyeron mejores de lo que realmente son, y están pagando las consecuencias.
Que te remonten ventajas como las conseguidas ante Nets o Thunder no es casualidad, y es un síntoma, un patrón incluso, que este equipo muestra de vez en cuando. Se confían, piensan que han hecho su trabajo y que se pueden dejar llevar, y no, no son tan buenos. No tienen tanto talento como para no dejarse el culo hasta prácticamente el final de todos los partidos, y ha quedado demostrado visto lo visto los últimos días.
Un equipo en el que sus jugadores principales se turnan para sufrir lesiones cada dos por tres, en el que su banquillo aporta cada vez menos, con evidentes defectos… No puede dar nada por sentado.
Esta semana, por desgracia, hemos visto como se tiran partidos que estaban ganados al descanso por bajar los brazos y dejar que los rivales recuperen sensaciones. Encuentros en los que los Celtics juegan con determinación, haciendo bien las cosas, y que cual pastel recién hecho en alfeizar no vigilado, se esfuman, desaparecen una vez los jugadores creen que está todo hecho.
Los baches son normales, y era muy poco probable que Tatum sostuviese al equipo manteniendo ese nivel, pero los jugadores malinterpretaron una buena racha y han dejado de hacer su trabajo. Una buena hostia a tiempo cura muchos males. Papá Paul, el padrino LeVert y tío Conley se lo han explicado perfectamente.
Un espejismo
En el desierto que supone la entrada de los suplentes de los Celtics, esta semana pudimos observar ciertos fenómenos extraños que puede que al que escribe le hiciesen sentir un atisbo de esperanza.
Ante Nets y Cavaliers, el banquillo de los de Stevens anotó la friolera de 40 y 43 puntos respectivamente. Comandados por un asombroso Semi Ojeleye, nos hicieron creer que todo en la vida era posible. El encantamiento duró poco.
En este manido tema ya se ha dicho todo lo necesario. ¿Los Celtics necesitan anotación desde el banquillo? Sí. ¿El banquillo de los Celtics es malo simplemente por no anotar? No. Las bajas han hecho que sus principales suplentes hayan tenido que jugar muchos partidos de titulares, y lo normal es aglutinar la mayor parte de tu talento en el quinteto inicial. El problema con este banquillo es que está muy descompensado. Podríamos hablar de unos suplentes netamente defensivos, sin jugadores que destaquen en el costado ofensivo. Romeo Langford podría ser una solución, pero el novato se dedica a no molestar y a tapar agujeros en defensa, no tiene tiro y no va a ser un arma importante de cara a Playoffs. Carsen Edwards, que contó con buenos minutos ante Nets, tal como llegó se fue, y el resto, tiene días increíbles de vez en cuando como el partido de Ojeleye ante Cavs, pero son demasiado irregulares como para confiar en ellos.
Como dijimos la semana pasada, a Ainge no le gusta nada de lo disponible para reforzar ese defecto, y cree que el equipo no necesita con tanta urgencia un anotador. Confía en que, de la mano de la salud, todos los problemas se solucionen, sin pensar en nosotros, los pobres aficionados, que no tenemos un equipo médico detrás y a los que nos va a dar algo si seguimos viendo a Wanamaker y Kanter durante mucho más tiempo.
Tras un periodo excelente llegó uno nefasto. Los Celtics tienen por delante una semana complicada, con enfrentamientos contra Pacers y Bucks, en un Este en el que están peleando por una segunda plaza que cada vez se aleja más. A día de hoy, la primera ronda sería contra los 76ers, y pese al estado de los de Philly, creo que es el peor matchup de todos, prefiero a Miami Heat y sus zonas, la verdad.
Las sensaciones hasta el momento han sido buenas, mucho mejores de lo esperado, y pasar por este tipo de malos momentos es algo normal en una temporada larga. No perdamos la cabeza, quedan cosas que pulir, pero los jugadores saben qué falla, saben lo que tienen que hacer y el grupo está unido, hay buena química. ¿Molar antes que ganar? ya no cuela, supongo.