Vuelta a la rutina para unos Boston Celtics que se habían acostumbrado a ganar demasiado fácil. Plagados de lesiones en la pintura, se enfrentaron a los Suns y a los Bucks, con sendas derrotas, y por último a unos Hornets que no fueron rival para un equipo que recuperó su ancla. Se mantienen quintos de la Conferencia Este con 19 victorias y 13 derrotas, a 4.5 partidos de los Toronto Raptors.
Volvió a casa por Navidad
Tras siete partidos de baja por una tendinitis en la rodilla, Al Horford regresó contra los Hornets y, casualmente, el equipo volvió a la senda del bien. El dominicano siempre tendrá la espada de Damocles pendiendo encima de su cabeza por un contrato firmado en un verano de locuras, pero su importancia para los Boston Celtics es indiscutible, y si bien contra rivales menores no se notó su ausencia, en el momento en que los contrarios aprietan, o los propios pierden el norte, todos lo echan de menos.
Su presencia, tanto en ataque como en defensa, aglutina a las rebeldes piezas con las que cuenta Stevens, es el engranaje que hace funcionar la maquinaria. Como dice el entrenador, Al lleva toda la vida ganando, por algo será. Con su vuelta, los Celtics recuperan sus decisiones rápidas e inteligentes en ataque, su acierto exterior y sus buenos bloqueos. En defensa estabiliza y otorga sentido a todo, y pese a que TIme Lord no ha cubierto mal su hueco, de momento es preferible saltar menos y defender más.
Papá está de nuevo en casa, a ver si puede cocinar un bebé que gane partidos.
Un Terminator rodeado de pitufos
El partido contra los Bucks nos dejó ciertas estrategias bastante interesantes, pero sobre todo nos mostró lo que puede hacer Giannis Antetokounmpo con un buen entrenador detrás.
Los Celtics iniciaron con un quinteto muy pequeño buscando la movilidad como respuesta a las bajas. Con Irving, Smart, Hayward, Tatum y Ojeleye, Stevens priorizó la versatilidad a la contención defensiva, y solo le salió bien durante escasos 3 minutos. Con un parcial de 10-1 en contra, Budenholzer pidió tiempo muerto a falta de 9 minutos para que se terminase el primer cuarto, y finiquitó el partido.
Los Bucks salieron del banquillo infinitamente más agresivos en ataque, con todos los jugadores buscando el aro liderados por un griego imparable. Los Celtics suelen usar, contra estas fuerzas de la naturaleza (Embiid también entraría), la estrategia que me gusta llamar «A los monstruos no mirar«. La premisa básica consiste en no sobrereaccionar a lo que individualmente haga un jugador, para evitar que genere más ventajas de las que ya crea de serie. No le dobles, no hagas ayudas excesivas, si no lo miras no existe.
Contra los Bucks, Stevens saca su arma «secreta» del armario, colocando a Ojeleye con los titulares para mermar en lo que pueda a su estrella. Normalmente funciona, pero en este último enfrentamiento faltaba algo, y es que no puedes parar a Antetokounmpo con un solo jugador. Desde que Semi está con nosotros (alabado sea), hace de primera línea de defensa, de carnaza, para molestar cual mosquito al griego. Pero Giannis es una fuerza imparable, y se abre paso hasta la canasta por encima de cualquiera. En este punto entraba la segunda línea defensiva, y es que cuando el jugador de los Bucks dejaba al de los Celtics tapado por su sombra, aparecían las ayudas de jugadores como Horford o Baynes, que conseguían retener las embestidas más cercanas al aro.
En la derrota de hace unos días, esas ayudas las realizaban Tatum, Hayward o Brown, y Anteto no dejó títere con cabeza. La estrategia de Stevens hizo agua por otros lados. No se defendió con la intensidad que necesitas al jugar tan pequeño (los Bucks movieron muy bien la pelota), y en ataque se volvió a vicios egoístas y a lanzamientos poco efectivos, pero el partido estaba complicado desde el momento en que a tu Terminator no lo rodean gigantes, sino enanos.
Chulerías las justas
Jaylen Brown no está pasando por su mejor momento deportivo. Relegado al banquillo y perdido, mientras encuentra el norte nos está dejando más fríos que una noche soriana. El partido contra los Bucks, pese a no hacer malos números, tampoco fue un buen encuentro para el escolta, al que se le vio egoísta en ataque e ido en defensa. Con el equipo perdiendo por 17 puntos, consiguió hacer un espectacular mate por encima de Antetokounmpo, y decidió aprovechar el momento para enseñar sus músculos. La excusa de alentar a sus compañeros no cuela, pudiendo haber hecho cualquier otro gesto no dirigido directamente al jugador que te está apalizando esa noche (pregunten a Smart cómo se hace).
Cada día que pasa, en mi mente se va reforzando la idea de que toda la inteligencia que atesora Brown fuera de las pistas, se le queda muy corta dentro. Reacciones como esta no hacen más que fortalecer esa impresión, veremos si el cambio de año cambia sus propósitos.