Pues eso, no sé nada. Los Boston Celtics me generan tal ansiedad que ya no tengo conciencia clara sobre mi propia vida. Me cuestiono todo, vivo enfadado y frustado. Menos mal que tengo una perrita encantadora, que nada más oírme decir ciertas lindeces durante los partidos, viene a consolarme para que no dé muchas voces.


 

DEJADME EN PAZ

 

Es lo único que me apetece escribir. Es que ni siquiera estoy seguro de firmar este artículo con mi nombre. Ya no me conozco. No estoy seguro de nada. La temporada de los Celtics me está llevando por una montaña rusa de emociones que no es sana.

 

MIRAD, SI SOMOS MALOS PUES DECIDLO Y NOS DEJAMOS DE TONTERÍAS

 

Que se aclaren de una vez. No pido más. Porque los Celtics parecía que se habían encontrado. Os juro que hasta escuché un clic.

Desde la deadline, con esos cambios tan criticados, estaban siendo uno de los mejores equipos de la liga. Obviamente faltaban muchas cosas, pero la estabilidad que da la salud, y ciertos cambios en el sistema, habían propiciado una recuperación casi milagrosa: los Celtics parecían un equipo de baloncesto decente; empezó a surgir cierta esperanza.

De la mano de un plantel sano, los de Stevens comenzaron a compartir mejor la pelota, con un sistema basado en la distribución desde las manos del center (normalmente Robert Williams), y con un mantra muy básico: ataca la pintura y distribuye. Funcionó. Se aumentó el número de asistencias, el número de triples abiertos, el acierto… y si bien las pérdidas siempre han sido un problema, no fueron un factor decisivo estas últimas semanas, porque se estaba jugando realmente bien.

La defensa también se puso las pilas desde la fecha límite para traspasos. Marcus Smart está en forma (aunque sus airballs cada vez sean más comunes), la entrada de Romeo Langford ayuda, jugar sin dos pívots beneficia las rotaciones, Kemba Walker está paliando su altura con mucho sacrificio… en general todos habían subido varios peldaños de intensidad, y se estaba notando que la química mejoraba.

Pero lo de esta semana ha sido para llorar. Es cierto que hemos vuelto a tener bajas significativas, que Jayson Tatum no está bien físicamente (creo, porque se marca dos 3/17 seguidos y luego mete 35 puntos), y que teníamos dos rivales muy duros enfrente,  sin embargo, las derrotas contra Bulls y Hornets no tienen excusa. Y no la tienen porque parten de una premisa que no debería faltar nunca: las ganas de jugar.

En el partido de ayer, claramente, los Celtics no quisieron salir a competir. Te pueden salir peor o mejor las cosas, te pueden entrar o no los tiros, el rival puede tener mejor día, pero todos conocemos esta versión de los Celtics, y es una en la que la actitud brilla por su ausencia.

Y no, lo siento, esto no es culpa de Brad Stevens. No he leído ni una sola palabra alabando la «capacidad motivadora» del entrenador durante la racha buena, así que os guardáis el comentario cuando vienen mal dadas. No se puede culpar a un entrenador de la NBA de que sus jugadores salgan sin ganas de jugar. Son mayorcitos. Saben de sobra cómo hacer su trabajo. Saben de sobra que no han ganado este año un partido en el que no se hayan dejado todo, que no van sobrados. Son plenamente conscientes de lo que se están jugando en esta recta final, de lo que están haciendo Hawks y Knicks, y de lo cerca que están de verse en el Play-in. Y con todo eso, ayer salieron y no les salió de sus santísimas gónadas echarle ganas. Punto final. No hay más culpables que ellos.

Y este servidor, y supongo que vosotros, ya no sabe qué narices pensar. Siempre he intentado mantenerme positivo y calmado, pero llega un punto en el que hay cosas que no te esperas. Una cosa está clara, con este equipo nunca te aburres. Me esperaba derrotas, puedo entender días malos por cansancio y bajas de los jugadores importantes, pero otra vez, otra maldita vez, volver a ver a esa manada de zombis, que no valdrían ni para extras de The Walking Dead; ¡qué digo!, no valdrían ni para extras de la hermana bastarda pequeña de TWD, Fear the Walking Dead, pasearse con esas caras de «esto no va conmigo» mientras otro equipo se ríe de ellos, es algo que desde la deadline no me esperaba.

 


 

Estoy cansado. Los Celtics me quitan años de vida, pero algo que me los hace recuperar es juntarme con los tarados del Despacho y grabar el Podcast. El sábado grabamos el último, y hablamos sobre toda la actualidad entorno al equipo de Boston, de música, de cine, sobre la pelea del siglo y sobre el final de temporada.

 

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