Vaya semanita. Los Boston Celtics comenzaron el 2020 con tres derrotas seguidas ante Wizards, Spurs y Sixers, consiguiendo maquillar el resultado ante unos mermados Pelicans que no fueron rival. Ni tan malos al perder, ni tan buenos al ganar, los de Stevens tienen mucho que trabajar, pero se muestran señales de mejora.
¿Tres son multitud?
Cientos de palabras se han escrito, y se escribirán, sobre este tema, y voy a aportar mi granito. Jayson Tatum, Jaylen Brown y Gordon Hayward, no se habían visto en pista durante mucho tiempo esta temporada, y justo cuando los tres están sanos, disponibles y empiezan a compartir cancha, los Celtics comienzan a jugar mal y a perder partidos. ¿Casualidad?
Pues no, obviamente no. Entonces, ¿tres son multitud?, pues creo que tampoco. Las estadísticas del trío no son especialmente malas, tampoco espectacularmente buenas, y no me voy a centrar mucho en ellas porque el rango de partidos es demasiado corto. ¿Cuál es el problema?
Lo primer es admitir que existe uno. Y es que es algo evidente que cuando han coincidido en pista las cosas no han funcionado. Se han ganado partidos, pero las sensaciones han sido malas. Sobre todo se nota una falta de química alarmante y, sobre todo, entendible. Cuando solo juegan Kemba Walker, Jayson Tatum y Jaylen Brown, el juego es más coral, parece que los roles están más claros y los Celtics suelen funcionar mejor. Con la vuelta de Hayward tras su lesión, se nota que hay cierta incomodidad en ataque, el plan cambia y no saben qué hacer.
Cuando la ofensiva va «por turnos», cuando tu mejor distribuidor no participa en varios ataques consecutivos, e incluso molesta a sus compañeros, algo no funciona. Pero esto no es un agujero negro sin final, y es que estos problemas se pueden solucionar con tiempo y trabajo, no creo que sea una situación tan extrema como la del curso pasado.
Y el último partido de la semana es una muestra de esperanza. Es cierto, los Pelicans tenían muchas bajas, es cierto, su defensa dejó mucho que desear, pero los Celtics dieron muestras de mejoría. Que los tiros abiertos entren ayuda, pero el juego global mejoró, los jugadores movieron la pelota, buscaron a sus compañeros e intentaron involucrar a todo el mundo. La prueba no fue de nivel, pero a veces es necesario un rival inferior para encontrar el ritmo y estilo que buscas sin presión y con cierta tranquilidad.
¿Tres son multitud?, con comunicación, y ciertas reglas, no tiene porqué ser una mala experiencia.
El veneno
No quiero justificar dos derrotas por dos actuaciones de secundarios, los partidos no se suelen perder por una sola razón, pero ante Wizards y Sixers, tanto Ish Smith como Josh Richardson se pusieron la capa y la máscara y repartieron justicia.
El suplente de Isaiah Thomas viene promediando 11 puntos desde el banquillo y nos clavó 27, mientras que el de los 76ers pasó de su promedio de 15 puntos por partido a los 29 que bien valieron una victoria. Es cierto que ambos metieron canastas muy complicadas, pero en general se aprovecharon de algo común: la media distancia.
Por diseño, Brad Stevens elige dejar que los contrarios «campen a sus anchas» por esa zona que las estadísticas marginan. Normalmente sale bien. Es preferible defender con más ahínco el triple y la pintura, pero bastantes jugadores en la liga viven de explotar esa tierra baldía, y si tienen la noche, te matan.
A veces se echa de menos cierto tipo de ajuste para frenar las rachas de esos locos labradores, algún cambio defensivo que les dificulte el trabajo, pero con las piezas que tenemos, muchas veces se termina desajustando todo todavía más. El equipo, sobre todo con Enes Kanter en pista, tiene un estilo muy marcado del que se aprovechan estos jugadores. Ya sea buscándole 1vs1, o sacando ventajas tras pick and roll (Kanter siempre se hunde hacia la zona intentando evitar un cambio defensivo que lo deje con el pequeño, dejando todo el trabajo defensivo al exterior, que tiene que recuperar la posición tras el bloqueo).
Es más fácil decirlo que hacerlo, seguramente en el partido contra Wizards, Stevens hubiese preferido contar con Robert Williams, un interior mucho más móvil que encaja mejor para compartir pista con Ish Smith. Contra 76ers, si bien Richardson también se aprovechó del turco, su actuación fue más redonda y me da la sensación de que hubiese metido los mismos puntos, o más, contra cualquier defensor.
Seguiremos fieles al sistema, no queda otra.
No te metas con tu hermano pequeño, Kemba
Contra los Pelicans los Celtics se lo estaban pasando bien. Partido sencillo, las cosas salían y todo eran risas y felicidad. Jayson Tatum, en particular, estaba teniendo una noche estupenda, y al final del tercer cuarto, llevaba la friolera de 39 puntos, igualando su máximo de carrera.
El alero forzó varias jugadas seguidas para conseguir sobrepasarla, sabiendo que no iba a jugar en el último periodo, y entonces pasó esto.
Tatum llevaba 39 puntos, entra Kemba y le dice que él es el cambio. Con una sonrisa, lo frena y le dice que no, que en realidad el cambio es por Hayward, que solo se estaba metiendo con él. No es fácil meter 40 ☘️ https://t.co/zWXcTPmEgO
— El Despacho (@DespachoCeltics) January 12, 2020
Kemba se lo está pasando bien este año.