Semana buena en cuanto a victorias y mala en sensaciones para unos Boston Celtics que ganan a Kings, Nets y Knicks y pierden en Brooklyn en una serie de partidos que dejan claro el camino a seguir y qué están siguiendo los de Brad Stevens.


 

Esfuerzo mínimo

 

Sin sorpresas, el equipo sigue comenzando los partidos jugando un baloncesto paupérrimo y con muy poca actitud defensiva. Salvo contadas ocasiones, los Celtics nos acostumbran a arrastrarse durante gran parte del encuentro para dar un acelerón en la recta final que les suele servir para ganar. ¿Es una manera de ahorrar combustible o simplemente les cuesta entrar en dinámica?

El hecho es que hemos podido ver ambas caras de la moneda. Contra los Clippers, en una contienda digna de Playoffs, los jugadores salieron a morder, jugando agresivo, y pese a comenzar con un 0-16 en triples, consiguieron llegar igualados al descanso gracias a la mejor defensa que les hemos visto este curso. En cambio, en su último partido contra los Knicks, no defendieron a nadie durante tres cuartos, y un ínfimo esfuerzo en el final les llegó para hacerse con una ventaja cómoda y finiquitar el partido.

Obviamente, los rivales no se pueden comparar y es normal que contra los mejores de la liga salgan más motivados. Si esto es objetivo (datos no opinión), lo es más que este equipo puede ganar a los mejores, y perder contra cualquiera, si no se esfuerzan en defensa. Quién diría que los que nos hizo ganar tantos partidos seguidos podría ser la clave para seguir ganando, ¿verdad?

 

Wanna make a basket?

 

Si bien es verdad que en el inicio de la temporada nos quejábamos de lo inhóspito y desolado del banquillo de los Celtics, lo cierto es que a día de hoy son los que están tirando del carro. Ya, Tatum, Brown y compañía ayudan metiendo 20 puntos por partido, pero recordando el apartado anterior, alguien tiene que aguantar hasta que el resto se decide por jugar a algo.

Con pocos efectivos útiles, los reservas que más están aportando son Brad Wanamaker y Enes Kanter, mientras que los rookies se han quedado un poco descolgados. Carsen Edwards no mete un tiro (huele a cangrejo), y los pocos que mete no valen porque justo antes le hacen falta (pobre desgraciado), y Grant Williams, pese a una buena defensa y a unos grandes bloqueos, tampoco consigue convertir en algo decente todos los tiros abiertos de los que dispone.

 

 

Una sorpresa agradable es el enésimo retorno de Semi Ojeleye (coincidiendo con la nueva entrega de Terminator, curiosa manera de publicitarse), que por fin está metiendo los triples y aportando algo más que un ¿abdomen en el que apoyarse? (pero despacio, Kemba, apoyarse despacio que te veo venir. No como Semi…)

En definitiva, con bajas y malas rachas, parece que el banquillo está comenzando a funcionar de la mano de un sophomore de 30 años con nombre de jugón (perdón por los chistes, ya paro), y de un turco que parece un corderito en defensa pero que en ataque es el maldito Thanos. Molar antes que ganar.

 

Hora de parar

 

Todo guerrero necesita un descanso. Un momento para respirar, coger fuerzas y volver a lo único que sabe hacer. En ese punto está Marcus Smart, que tras unos cuantos golpes parece que va a tener que tomarse un tiempo fuera de las pistas, y no le viene nada mal.

Acostumbrado a pegarse con la más fea, y este año también con la más alta, su cuerpo ha dicho basta, y su rendimiento lo está notando. Se le ve considerablemente más lento, menos explosivo y mucho menos efectivo desde el triple (aunque no estamos seguros de que sea el único motivo). El equipo lo necesita, nadie mueve la pelota como él, pero su estado no ayuda a que los Celtics ganen, y creo que va siendo hora de que se tome unos cuantos días libres.

 


 

Se viene una semana corta, solo dos partidos, pero contra rivales muy complicados. Primero se enfrentarán a unos Heat que llegan encendidos (lo siento mucho, de verdad), y su segundo y último enfrentamiento será contra unos Nuggets que ya les dieron un correctivo durante gran parte del partido que los de Stevens perdieron en Denver.