Primera semana del año para unos Boston Celtics que solo se han enfrentado a rivales del Oeste en lo que va de 2019. Comenzó el periodo con una derrota ante los San Antonio Spurs tras un tercer cuarto horripilante, para seguir con sendas victorias ante Wolves y Mavs. Los Celtics siguen quintos de la Conferencia Este con 23 victorias y 15 derrotas, a 4.5 partidos de los Bucks, líderes de conferencia.


 

Un Gordon Hayward caprichoso

 

Tras empezar 2019 sin poder anotar ante los Spurs, a rozar su máximo de carrera, el alero de los Celtics parece haber encontrado su sitio, la forma y el giro exacto de muñeca que le permitan recuperar el nivel que alcanzó con los Jazz. El problema es que parece que solo «resucita» ante los Wolves.

Recordemos que, a su última actuación de 35 puntos, hay que sumarle los 30 de nuestro anterior encuentro contra los de Minnesota, pero es que además, con la camiseta de los Jazz, les endosó 39, el zenit de su carrera. En total 104 puntos en sus últimos tres enfrentamientos contra los lobitos, nada mal.

No quiero provocar malinterpretaciones, así que diré que creo que Hayward juega casi siempre bien. En ataque toma las decisiones correctas y en defensa es sacrificado y efectivo, pero a nivel de acierto en los lanzamientos su temporada es bastante regular, pero en un mal sentido. En los últimos 10 partidos su carta de tiro presenta muchos menos números delante que detrás: 3-11, 3-8, 3-13, 2-7, 2-6, 2-5, 6-11, 0-6, 14-18, 6-15.

Unas de las conclusiones más obvias que podemos sacar de sus números es que es un jugador muy dependiente del triple. Necesita estar fino desde los 7.25 para poder calentar y entrar en dinámica, más ahora que no se encuentra cómodo con las penetraciones. Los días con buen tino desde la larga distancia, suelen acompañarse de actuaciones por encima de su media, pero ¿qué tienen los Wolves para que se desate de tal manera?

Pienso que la pregunta más correcta sería: ¿qué NO tienen los Wolves para que se desate de tal manera?. Ya que lo más evidente es admitir que los de Thibs adolecen de ganas y criterio para defender.

Hayward, ante los de Minny en su último encuentro, pudo anotar canastas muy fáciles, en transición sobre todo, con las que coger confianza y así transmitir esta a su lanzamiento. El alero comenzó errático, pero fue entrando en calor y terminó el partido metiendo todo.

A las circunstancias del contrario, hay que añadir la ausencia del principal generador ofensivo del equipo, Kyrie Irving, hecho que forzó al resto a asumir más responsabilidades ofensivas de las que suelen encargarse.

En definitiva, hay que alegrarse de ver a Hayward en ese estado de forma, algo que se mantuvo contra los Mavs, y me parece interesante finalizar este apartado con un ejercicio de análisis retrospectivo, echando un ojo a los 39 puntos que anotó con los Jazz en abril del 2017. Cada vez hay menos diferencias.

 

 

El Jaylen Brown de siempre

 

Tras comenzar el curso en otro mundo, y tras varios altibajos, parece que el escolta de los Celtics consigue encontrar su sitio en la rotación, en los roles y en la dinámica del equipo.

Poco o nada de botar, olvidarse de las complicaciones, centrarse en correr, jugar al poste, finalizar con contundencia y tirar los triples abiertos. Todo eso era el Jaylen Brown que conocíamos y tanto gustaba, y está volviendo. En sus últimos cinco partidos ha promediado 17 puntos con un 64% en tiros de campo, un 47% en triples y un 71% en tiros libres.

Comentaba el bueno de Tommy Heinsohn que solo quería que Brown se comiese a todo el mundo cuando saltase a la pista, que fuera el más rápido en las transiciones y el más agresivo yendo hacia canasta.

Queríamos al Jaylen que salía a «cortar cabezas», y contra los Spurs estuvo imparable. Su lesión en la mano le ha limitado, notándose sobre todo en su efectividad desde el triple (promedia un 29.5 % esta temporada, por el casi 40% de la pasada), pero da la impresión de que su estado anímico también afectaba demasiado a su acierto, y es esperanzador ver la manera en la que se va recuperando.

Poco a poco, sin botarla demasiado, y comiéndose el aro. Feliz año, Jaylen.

 

 

Hasta siempre, Dirk

 

Llegaba Dirk Nowitzki al TD Garden, en la que seguramente sea su última visita como jugador a la casa de los Celtics, y se encontró un recibimiento bastante diferente al que podría recordar.

El aficionado verde le dio la bienvenida, y se despidió, con una sonada ovación con su entrada a pista, y con ánimos y vítores (a los que se sumó el banquillo de los Celtics), con cada intento de tiro del alemán. Boston quería que Dirk se fuese anotando, pero en ese buen deseo se mezclaba una razón egoísta. No es oro todo lo que reluce, y pese a que gran parte de los aplausos llegaban desde el respeto a una figura histórica, había algo detrás de tantos ánimos. ¿Por qué se alentó tanto el intento de una simple canasta? ¿era tan importante?

La realidad detrás de todo aquello es más simple de lo que parece, y más banal. El odio. Jugaba Nowitzki su último partido en el TD Garden, y estaba en disposición de colocarse como el máximo anotador del Oeste en casa de los de Boston. ¿El primero?, un tal Kobe Bryant, y con tan solo una canasta de dos puntos el jugador de los Mavs podría haberle quitado tal honor.

El final de esta historia es por todos conocido. Dirk se tiró todo lo tirable con el partido ya finiquitado, pero no consiguió anotar esa maldita canasta que tanto le pedían. Una pena. Aun así, dejó unas imágenes muy divertidas en las que el público y los rivales se dejaron llevar y animaron al jugador que llevaba la camiseta del equipo contrario, nada que ver con el Gino Time.

 

 

Hasta siempre, Dirk. Eres uno de mis jugadores favoritos, uno de los mejores extranjeros que ha pisado la NBA (no voy a decir el mejor porque temo por mi vida), y uno de los mayores rivales a los que se han enfrentado los Boston Celtics. Sumando este final de carrera que poco cuenta, te las has arreglado para promediar 24 puntos contra los Celtics durante todos tus años en la liga, y eso es algo realmente complicado. Como aficionado verde no te voy a echar de menos, pero la NBA pierde a uno de los mejores de siempre. Gut gespielt.