Semana de mini-resurrección para unos Boston Celtics que, tras perder con los 76ers, han ganado sus últimos tres partidos con una imagen, que si bien no es excelente, demuestra que todavía tienen cosas que demostrar.


 

Este fin de semana hemos grabado nuevo episodio del Podcast. Hablamos sobre la actual «Guerra de los Celtics contra la prensa«, de las mejoras en el juego, debatimos sobre los posibles caminos a tomar por Ainge este verano, y, para terminar, una serie de teorías conspiranoicas que involucran: enfermedades de transmisión sexual, gente famosa, un joven desaparecido  y a un enano al que no se le ve el pelo (no, no es la nueva serie de George R. R. Martin).

Puedes escucharlo en Ivoox, ITunes y Spotify.

 

La novedad

 

Y es que estos «nuevos» Celtics están demostrando tener una cualidad que no habíamos visto en toda la temporada: resiliencia.

De un equipo inconsistente, que siempre que se encontraba con dificultades se rompía y no era capaz de levantarse, a uno que, poco a poco, parece tener algo de orgullo propio.

Los jugadores se han dado cuenta de que la mayor parte de la culpa recaía en ellos. Ellos son los que no salían motivados a hacer su trabajo. Ello son los que, a la mínima, dejaban a un lado el plan para caer en viejas manías. Ellos eran, en definitiva, los que jugaban al baloncesto.

De momento, porque este año nunca se sabe, estamos viendo a unos Celtics que, sin haber corregido todos los fallos, están siendo capaces de remontar malas situaciones. Con rabia, jugando «agresivamente», yendo al barro y dando el 100% en cada jugada.

En estos úĺtimos tres partidos se han remontado marcadores que no estamos acostumbrados a ver cambiar este curso. En un juego muy físico contra Knicks, en la típica derrota contra equipo de tabla baja contra Wolves, y ante uno de los mejores conjuntos de la liga contra Nuggets.

Parece que todavía queda gasolina para hacer funcionar la máquina. Los Celtics, en lo que va de abril, son 7ºs en ataque, 5º en defensa y 3º en net rating. Veremos si dura.

 

Ayuda necesaria

 

Con otra baja más de la mano de un Evan Fournier que estaba jugando muy pero que muy bien, dos jugadores han vuelto para ayudar a los Celtics a salir de un pozo muy hondo. De la mano de Romeo Langford y, sobre todo, a base de «puro huevo» de Tristan Thompson, el equipo de Stevens está encontrando ese cáracter que le faltaba.

Empezando por Langford, si bien su vuelta no ha parecido excesivamente significativa, su presencia le ha dado un alero más a un equipo que los necesita como el comer. Parece que su dúo desde el banquillo con Fournier iba a ser la tónica, y pese a que en ataque no está aportando mucho, su defensa individual y en las ayudas está aportando algo que los Celtics no tenían.

Y es que este año la defensa brilla por su ausencia, y un jugador que lleva menos partidos en la NBA que Payton Pritchard, está subiendo el nivel de manera más que notable.

Antes del parón por el COVID el año pasado, ya estaba demostrando ser capaz de aportar mucho en este apartado (siendo el elegido por Stevens para perseguir a bases rápidos), y tras su vuelta, el técnico no ha dudado en colarlo en la rotación.

 

 

Por su parte, Thompson está sacando su veteranía al ruedo, probando que tiene mucho que dar todavía. Si bien parece que Robert Williams III es el elegido para iniciar los partidos, es Tristan el que está dando mejor nivel.

A base de luchar cada balón como si fuese el último, algo que hacía falta, el center ha devuelto cierta energía que los Celtics echaban mucho de menos.

Time Lord está jugando bastante mal desde sus dos primeros buenos partidos de titular, y ante enfrentamientos con gente muy grande, es incapaz de mantenerse en cancha. Seguramente Stevens opte por seguir con Williams de titular por lo que aporta en ataque, pero por rendimiento puro y duro, Thompson ha demostrado ser el que mejor está funcionando.

 


 

Tras empezar esta gira por el Oeste con buen pie, se vienen tres partidos, contra Blazers, Lakers y Warriors, que pueden definir la temporada, ya que el Este sigue igual de apretado, y nadie parece perder comba.