Todo el mundo quiere a Robert Downey Jr.. Es un actor de éxito, ha protagonizado la película más taquillera de todos los tiempos y parece un tipo majete, pero no siempre fue así. Hace algo más de una década y en palabras del irrepetible Ricky Gervais en una de sus famosas presentaciones en los Globos de Oro, antes era más conocido por sus visitas a comisaria y a diversos centros de rehabilitación. ¿Qué tiene que ver esto con los Celtics? Bueno, digamos que estamos en la etapa pre Iron Man.
Pese a ser nominado a un Oscar antes de la treintena por su papel en Chaplin, la carrera de Downey no terminó de despegar, entre otras cosas, por un problema con las drogas que se remontaba a su infancia. Tal era su mala fama, que hasta Los Simpsons le dedicaron una gloriosa referencia en uno de sus episodios. De actor de segunda o tercera fila, llegó el 2007 y encadenó su salto al estrellato con el famoso superhéroe de Marvel y su aparición en esa joya llamada Zodiac. El resto es historia con una exhibición en Tropic Thunder de por medio.
Con toda esta perorata cinéfila no estoy diciendo que los Celtics tengan un problema con las drogas —especifico: a día de hoy—, aunque eso explicaría en gran medida la etapa de Kyrie Irving en Boston. La franquicia de Massachusetts se ha internado en un proceso de rehabilitación tras un periodo bien traumático. En el caso de Downey, todo empezó con un padre drogadicto que le dio su primer porro a los 8 años. En el caso de los Celtics, el germen del mal es un base de los Brooklyn Nets cuyas declaraciones a la prensa bien podrían haber sido causadas por ciertas sustancias psicotrópicas.
A veces, hay que dar un paso hacia atrás para ir con más fuerza hacia adelante, o eso os dirá cualquier autodenominado coach que dé charlas como si del Dalai Lama se tratara. Lo cierto es que lo de Boston es más una zancada hacia un lado para aclarar la mente y dejar que lo bueno aflore. Respiremos hondo.
Hola, somos los Celtics y tenemos un problema
Dicen que el primer paso es reconocerlo. Además de otros muchos contratiempos en forma de lesiones y demás, el conflicto principal que ha provocado que la franquicia dirigida por Danny Ainge ya no se encuentre entre la terna de favoritos como se esperaba a estas alturas tiene nombre y apellidos.
El General Manager de los Celtics y, por consiguiente, todo el equipo se entregó en cuerpo y alma al jugador que debería liderar un ascenso meteórico hacia la zona noble de la liga. Spoiler: la cosa no acabó bien. Kyrie Irving ha militado en Boston solo dos temporadas con un balance deportivo bastante irregular en cuanto a resultados, pero lo que aconteció fuera de las canchas fue de nota. Ya sabemos qué pasaría si Larry David fuera una estrella en la NBA.
En resumen, el base felizmente aterrizado en Brooklyn dejó un ambiente enrarecido en un vestuario que no cumplió las expectativas de los nombres que lo componían. Prácticamente todo jugador que se vistió el año pasado con la elástica verde ha despotricado de la situación. Se dice que Jaylen Brown sonríe cada mañana al pasar por la taquilla que pertenecía a Irving. Kyrie ha reconocido que no lo hizo bien en su etapa en Boston, así que todo perdonado, ¿no? Dejemos que Rajon Rondo decida.
Al final sí que le van a retirar el dorsal a Rondo en Boston. https://t.co/u9CGWhOxF0
— Sergio Hernández (@sergiohdez92) October 10, 2019
El ya ex de Boston está fuera de la ecuación y ahora toca cerrar filas en un proceso de recuperación en el que tanto veteranos como nuevos van a tener que arrimar el hombro. Afortunadamente, no hay presión.
Los Celtics se alejan de los focos
Aunque decir que perder a un jugador de la talla de Irving es favorable pueda parecer una osadía, desde luego que es lo mejor que le podía ocurrir a los Celtics. Primero, se quitan al amigo que a nadie le cae bien, pero al que tenías que aguantar. Segundo, las aspiraciones de Boston han descendido como un equipo entrenado por Lotina. Tercero, sin posibilidades demasiado realistas de optar por el campeonato, nadie va a prestar excesiva atención a lo que acontece en Massachusetts.
De este último punto deriva un hecho que, a priori, debe ser muy importante debido a la configuración de la plantilla de los Celtics para la temporada que viene; e incluso en las anteriores. Después de algunos años —ese maravilloso año de tanking—, Brad Stevens puede encontrar algo de calma lejos del mundanal ruido para formar a su núcleo joven a un fuego más lento.
Lógicamente, me refiero a ese grupo de novatos llamados Grant Williams, Carsen Edwards y Romeo Langford que no van a tener la presión de entrar en la dinámica de un equipo aspirante desde el primer año. Sin embargo, tampoco podemos olvidar a Jayson Tatum. En tan solo dos cursos como profesional, el alero de los Celtics ha pasado de ser el segundo advenimiento de Michael Jordan a tener que leer que Kyle Kuzma es mejor que él. La presión del que debe heredar el negocio.
Si de verdad va a acabar siendo la figura principal de la franquicia de Boston en un futuro cercano, Tatum tiene una oportunidad dorada para asentarse en el papel de líder junto a un Kemba Walker que, presumiblemente, tiene la cabeza algo mejor amueblada que ese tal Kyrie Irving. Tampoco tiene que trabajar en el CERN para ello.
Otros que se pueden beneficiar de ese alejamiento de los focos son un Jaylen Brown que se juega su primera gran renovación en la liga y un Gordon Hayward que se quiere quitar la etiqueta del «ay, pobre» para lo que le queda de carrera en la NBA. Qué mejor que hacerlo en un equipo que, en teoría, accederá a los Playoffs sin pena ni gloria y en las eliminatorias solo podrá sorprender aprovechando que el peso de los favoritos lo llevará otros.
Mientras Boston recibirá una atención intermitente —tampoco es que sean los Suns—, las miradas se centrarán en unos Lakers que casi sentencian el título tras el primer partido de pretemporada, unos Sixers aún más peligrosos con la llegada de un tirador desconocido llamado Ben Simmons, los Rockets del triple-doble y la batalla entre otros candidatos como Clippers, Bucks o Warriors.
A estas alturas, lo normal era que los Boston Celtics fueran una apuesta segura en la lucha por el campeonato, pero las malas influencias han dejado al proyecto en un esperemos que momentáneo standby hasta alejar los malos vicios.
El tiempo dirá si este paso intermedio es un necesario retiro para volver con más fuerza que nunca hasta encontrar nuestro particular taquillazo. Lo primero pasa por encontrar un papel a medida, y los Celtics ya están empezando a molar.