Durante el transcurso de esta temporada hemos ido postergando los momentos de juzgamiento continuamente, siempre tratando de respirar hondo y pensar que la solución iba a ver la luz como siempre ha ocurrido en la era de Brad Stevens. Pero ayer por la noche quedó patente que algo está roto en estos Celtics y no sabemos si se puede arreglar.
Los Celtics reparten culpas y no juntan respuestas
En un inicio las excusas de que había que encontrar el juego de un equipo que no había convivido en cancha eran justificadas. Kyrie Irving y Gordon Hayward (este volviendo de una lesión gravísima) debían ensamblarse en una dinámica gobernada por los niños el año anterior (Jayson Tatum, Jaylen Brown y Terry Rozier). Estos, a su vez, tenían que afrontar un nuevo rol, con menos responsabilidades y peso específico en la estructura de juego.
Llegó diciembre y el fracaso fue doble, porque evidentemente Gordon Hayward no estaba ni cerca de aportar lo que sabemos que alero de Indiana puede hacer y Jaylen Brown era una sombra desdibujada de lo que habíamos visto 12 meses antes.
Brad Stevens hizo el movimiento lógico y colocó a Marcus Morris (hasta este momento haciendo el año numérico de su vida) y Marcus Smart (la pata defensiva y de energía que requerían los titulares).
Poco a poco los cinco iniciales comenzaron a tomar química y a ser esa piedra angular de la cual aferrarse para ir encontrando buenas sensaciones. El inconveniente radicaba en que Al Horford arrastraba problemas en su rodilla y esto tampoco ayudaba a un desempeño sobresaliente dañando claramente la estructura global de juego.
Si el dominicano no estaba al 100%, “All Australia” (Aron Baynes para los desprevenidos) no pudo concatenar continuidad en ningún momento: primero una lesión iniciada la temporada y en este momento una que viene tratando de subsanar hace ya un mes.
Si Al Horford es el pistón más importante del motor de juego de los Celtics, Aron Baynes es el ancla defensiva de los de Massachusetts y que ambos no estén completamente bien físicamente merma el rendimiento del conjunto, tanto en ataque como en defensa.
Derrotas impensadas ante rivales claramente inferiores (Suns, Bulls, Knicks, Lakers) se fueron convirtiendo en algo rutinario, esto marca a las claras los problemas de dinámicas internas que tiene este equipo, porque ahí es cuando empezaron a aparecer los reproches y las acusaciones cruzadas entre compañeros (algo novedoso en la era Stevens que siempre mostró vestuarios unidos como el granito).
Kyrie declarando en contra de los jóvenes, Morris discutiendo en pleno partido con Jaylen Brown, Smart pidiendo explicaciones tras el partido de Mavericks, otra vez Morris manifestando que no estaba siendo “divertido” estar en este grupo, etc…
Cada vez que los Celtics empezaban a encontrar un juego relativamente consistente vuelven a aparecer situaciones como las descritas en el párrafo anterior, sumadas a los gestos corporales en cancha de desgana, falta de intensidad y concentración que son reflejo de estos problemas que estamos enumerando.
Dentro del rectángulo de juego, Terry Rozier es el fiel reflejo de lo que es este equipo. Cuando sale de titular (no es el rol asignado para él este año) es positivo para sus compañeros y su rendimiento individual es el que vimos anteriormente. Cuando sale de suplente (el lugar desde donde tiene que aportar esta temporada) es una sombra y un problema para sí mismo y sus compañeros.
El no abrazar o no saber cómo hacerlo en su nuevo rol es el problema más grande de este conjunto verde modelo 2019. Pongo a Rozier de ejemplo porque es el caso más evidente, pero podríamos poner el apellido que quieran dentro de la nueva dinámica de juego.
Cuando trato de encontrar una explicación lógica para este comportamiento saltan a la vista varios jugadores que terminan contrato (Rozier, Morris, Irving), otros que no quieren perder su lugar encumbrado como jugador importante (Tatum, Brown, Rozier, si… nuevamente) y si a esto le sumamos que la perspectiva de permanencia en la franquicia depende de un Danny Ainge que muestra poco o nulo apego a los jugadores, contribuye al sálvese quien pueda.
Kyrie Irving como cabeza de grupo ha tirado por la ventana la buena imagen mostrada el año anterior, cuando parecía apoyar a sus compañeros y ser una referencia dentro y fuera de la cancha. Su rol como líder se ha desdibujado en un intento de tratar de ver cual es ¿la mejor? forma de reencausar a este grupo, evidentemente acusar al núcleo joven de no entender lo que se requiere y estar autoproclamándose líder todo el tiempo no sirve de mucho… como dijo Tywin Lannister: “el que manifiesta todo el tiempo que él es el rey no es un verdadero rey”.
Si a los problemas para ser una referencia de liderazgo positivo le sumamos los continuos rumores de su supuesta partida a Nueva York, y sus incendiarias entrevistas con la prensa, que no ayudan en nada a aquietar las aguas, el cóctel está más cerca de ser tequila que agua mineral.
Afuera también hay culpas
No todas las responsabilidades son de los jugadores. Danny Ainge ha apostado por no aligerar las rotaciones de un equipo que se sabía que iba a tener dificultades para reencontrar los roles, para colmo de males sus rivales parecen cada día más fuertes (Bucks, Sixers, Raptors), entendemos que es una carrera a largo plazo, pero la situación actual de los Celtics es muy delicada teniendo en cuenta que tiene que renovar a su estrella en un contexto para nada favorable desde lo deportivo.
La última pata que quería tocar era la de Brad Stevens y su cuerpo técnico, que entienden este contexto como un nuevo desafío y como una oportunidad, pero no han sabido como encauzar hasta el momento este vestuario fragmentado,. Porque esto evidentemente no se arregla tácticamente: el entrenador es el que debe tomar el toro por las astas en este tipo de situación y marcarle a un grupo sin rumbo cual es el camino a seguir.
Está más que claro que no es el estilo de Brad Stevens, pero teniendo en cuenta cuales son las expectativas y que va a tener que lidiar con egos fuertes manejando equipos competitivos es hora también de que el entrenador empiece a hacer ajustes él como líder de grupo.
La parte más dura del calendario se acerca, con gira en el Oeste incluida, los Celtics se encuentran fuera de las posiciones de ventaja de cancha para postemporada y en plena disputa por su futuro inmediato. Continuar en esta espiral descendente puede llevar a un fracaso estrepitoso que le cueste mucho más que una renovación de un jugador a la franquicia… algo está roto, es momento de arreglarlo entre todos antes de que sea tarde.