Una de las peores cosas que tiene esto de juntar letras, es que en alguna parte del mundo seguramente hay alguien a quien ya se le ha ocurrido escribir sobre lo mismo que a ti. No solo eso, sino que seguramente lo ha hecho mejor que tú.
Por otro lado, una de las mejores cosas que tiene esto de juntar letras, es que el tiempo todo lo olvida y echándole un poco de morro puedes aprovecharte de la memoria de pez que tiene la gente para colar como tuyo un artículo o entrevista publicado al menos hace tres memes, dos catástrofes naturales, cinco casos de corrupción españoles y tres tiroteos masivos en EEUU.
Cualquier persona que lleve un tiempo leyendo esta página, escuchando su podcast hermano o que nos siga en redes sociales, sabrá que en esta casa se venera (antes más que ahora) a Bill Simmons. El escritor oriundo de Boston fue durante muchos años el periodista deportivo más leído del mundo, firmando la columna más exitosa de la ESPN tras empezar con un sitio web propio que fue creciendo como una bola de nieve.
Así, lo que Simmons ha conseguido es el sueño aspiracional para cualquier persona que en un momento dado se pone delante de un teclado a criticar que el entrenador de turno es un matao pidiendo tiempos muertos o que le parece super injusto que en una ciudad en la que 4,4 personas de cada 100.000 mueren a causa de un disparo, nadie haya alcanzado aún a James L. Dolan.
Personalmente, solo tienes que leer mi biografía en twitter para saber de qué pie cojeo. Me he criado leyendo al hijo del Dr. Simmons y mi manera de entender y seguir la NBA está ampliamente influenciada por él. Por todo ello, cada vez que se me ocurre una idea para hacer un artículo de mierda, lo primero que hago es buscar si Bill Simmons o Nick Hornby (nunca me cansaré de recomendar Fever Pitch) han hecho algo parecido antes.
Por eso, cuando ayer le dije a Álvaro que quería escribir un artículo con razones que justificasen el mayor delito que puede cometer cualquier aficionado al deporte: cambiar de equipo, cuando me puse delante del teclado lo primero que hice no fue ponerme a escribir sino a buscar. No fue una búsqueda demasiado larga porque estaba bastante seguro de que Simmons ya había escrito sobre el tema en Page 2, y así fue.
La decepción no tardó en disiparse. Dada la antigüedad del artículo, pese a estar de acuerdo en todos y cada uno de los puntos, apenas había uno del que me querría apropiar. Por todo ello, y tras unas cuatrocientas palabras justificando que voy a marcarme un Oasis en toda regla, es decir: coger la idea de otro y hacer con ella algo mucho peor, he aquí la lista de diez razones por las que está justificado que te cambies de equipo.
Las primeras 6 razones para cambiar de equipo, salidas del puño de Bill Simmons, son para seguidores estadounidenses o residentes en dicho país mientras que las cuatro últimas son para todos aquellos que disfrutamos de un sistema sanitario público y aún no tenemos como presidente de la nación a un narcisista naranja. Aún.
Diez razones para cambiar de equipo sin ser un traidor
- Tu equipo se muda a otra ciudad. No hay nada que discutir. De hecho, si decidieras dejar de seguir ese deporte por completo, nadie lo culparía.
- Creciste en una ciudad que no tenía un sentimiento arraigado hacia un equipo en específico, por lo que eligió un equipo al azar y luego a. ) tu ciudad consiguió un equipo, o b.) te mudaste a una ciudad que tiene un sentimiento muy arraigado por uno de ese deporte en específico. Por ejemplo, uno de mis amigos de Connecticut se hizo de los Sixers durante la era del Doctor J, para luego mudarse a Orlando cuando los Magic se establecieron en la ciudad. Ahora él es un fanático de los Magic. Eso es aceptable.
- Uno de los miembros de tu familia cercana juega profesionalmente o tiene un trabajo relevante de administración / entrenamiento / front office en un equipo profesional.
- Sigues el camino de tu estrella universitaria favorita (siempre y cuando este sea un jugador generacional) en su salto al deporte profesional … como si fueras un seguidor de UNC durante los últimos 20 años, y te hiciste de los Bulls (por MJ) y luego de los Raptors (por a Vince). Solo funciona si no hay un equipo profesional en su área.
- Si tienes entre 20 y 40 años de edad, eres fanático de los Yankees, Cowboys, Braves, Raiders, Steelers, Celtics, Lakers, Bulls, Canadiens y/u Oilers, y tú en realidad no eres de esas de una de esas ciudades … bueno, es mejor que tengas una razón que vaya más allá de «Cuando escogí una franquicia favorita cuando era niño, eran el mejor equipo, así que los elegí».
- El propietario de su equipo favorito se ha reído de sus aficionados de manera tan extraordinaria en los últimos años que no podías soportarlo más. Preferirías no seguirlos en absoluto y luego apoyar a otra franquicia mientras este propietario siga en el cargo. Solo para que quede constancia, llegué a este punto con los Boston Bruins hace unos seis años. Cuando esto sucede, tienes dos opciones: puedes renunciar a ese equipo y elegir otro, o puedes pretender que están muertos, como si fueras una viuda afligida. Eso es lo que hago. Soy una viuda de la NHL. Ni siquiera quiero salir con otro equipo.
Si cada vez que la NBA crea una regla para cubrir un supuesto muy específico, le gusta el nombre de un jugador, Knicks y Phoenix Suns de Nueva York deben estar de acuerdo con las hostias para esta razón.
- Los medios de comunicación que cubren la actualidad de tu equipo son tan malos en su trabajo, y la comunidad de aficionados es tan sorprendentemente idiota en redes sociales que no quieres que tu nombre se asocie al de ellos de ninguna manera. En caso de que esto pase hay dos salidas posibles: cambiar completamente de equipo o pretender que eres un aficionado neutral de la NBA que simplemente disfruta de seguir la competición sin tener que bajar al fango cada día.
- Tu franquicia traspasa a tu jugador favorito por alguien a quien odias de una manera descarnada, cruel y salvaje. No voy a añadir nada más salvo mostrar toda mi comprensión a aquellos que se hicieron fans de Celtics, Clippers y Raptors por Isaiah Thomas, Blake Griffin y DeMar DeRozan.
- Un miembro de tu equipo, ya sea jugador o empleado, comete un acto moralmente reprobable y la franquicia en lugar de castigarlo decide echar tierra sobre el asunto y mirar hacia otro lado. Si eres aficionado de la NFL y has acabado en esta página por casualidad: lo siento.
- Un jugador nacido en tu país firma por el equipo que llevas apoyando durante años y en menos de lo que Marcus Morris toma una decisión equivocada, la que ha sido tu casa se llena de «aficionados de toda la vida» y medios de comunicación que anteayer no sabrían dibujarte el balón con el que se juega a este deporte empiezan a analizar hasta qué desayuna dicho jugador. Esto es especialmente sangrante en dos casos: a/ sigues a la típica franquicia que nunca ha hecho nada memorable y durante años has estado o solo en tu apoyo y aguantando el menosprecio de tus amigos b/ sigues a una franquicia seria y competitiva pero el jugador en cuestión es más malo que el veneno y tienes que soportar que tus expertos compatriotas desarrollen teorías conspiranoicas para justificar que
Rudy Fernandezapenas cuente con minutos.
Como verán, entre todas las razones expuestas no hay ninguna que justifique cambiar de equipo ahora si seguiste apoyando a los Boston Celtics tras el verano de 2017. Así que, sintiéndolo mucho, te va a tocar seguir aguantando a esta panda de desgraciados sin alma al menos hasta julio. Si te parece injusto, piensa que tus padres te siguieron queriendo y apoyando cuando tú le ponías la misma pasión a tus estudios y obligaciones en casa que la que este grupete de jugadores pone cada noche en la pista.